Ya han pasado casi 30 años desde la primera Misión Imposible. Tom Cruise descubrió su particular gallina de los huevos de oro en el momento adecuado, y ello le conviertió en un héroe de acción, una faceta que es prácticamente la única que ha perpetuado hasta la actualidad.
Siempre supo elegir a los directores que se hacían cargo de los diferentes capítulos, de forma que se convertían en productos mainstream de lo más personales y que conectaban a la perfección con cada época. La elegancia de Brian de Palma en la primera, el dislocado y delirante sentido del espectáculo importado de Hong Kong de John Woo en la segunda, y la nueva fórmula de ficción televisiva del gurú J.J. Abrams. En el caso de Brad Bird, procedente de la animación y que se hizo cargo de Misión Imposible- Protocolo fantasma fue como una especie de impasse. Hasta que llegó Christopher McQuarrie.
Tom Cruise, verdadero y único protagonista de la saga, antes y ahora
Tom Cruise debió pensar: para qué cambiar tanto de director si el verdadero y único protagonista soy yo. En el fondo, tenía razón, lo que de verdad necesitaba era a alguien a su servicio y McQuarrie, que venía del mundo del guion (tiene un Oscar por Sospechosos habituales), se amoldaba a la perfección a sus conveniencias desde que trabajaron en la anodina Jack Reacher. El director ha cumplido su papel, pero en realidad la fórmula parecía agotarse a marchas forzadas. En la memoria de los últimos episodios permanecen algunos fragmentos aislados, y poco más. De hecho, Misión Imposible: Fallout parecía estar configurada como el colofón de la saga, ya que resultaba de lo más auto conclusiva, se cerraban líneas argumentales y constituía una especie de grandes éxitos condensado.
¿Qué nos ofrece ahora Misión Imposible: Sentencia Mortal- Parte 1? En primer lugar, sería el primera vez que la franquicia que se escinde, que se parte en dos (como si se tratara del serial del que procede) para continuar con una trama que en esta ocasión tiene que ver (de nuevo el buen ojo de Cruise para conectar con el espíritu de los tiempos), con la Inteligencia Artificial. Así, en este caso, el villano de la función, es una entidad que toma conciencia y que quiere controlar el mundo, a las personas y a las naciones a su antojo. Una especie del Skynet de Terminator solo que desde una perspectiva más influenciada por las nuevas tecnologías y la manipulación que ya en realidad ejercen sobre nosotros.
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Por supuesto, este parásito digital no actúa solo, tiene un esbirro, Gabriel (¿cómo el arcángel?) interpretado por Esai Morales, que en el pasado fue el responsable de causar la desgracia a Ethan Hunt. Por alguna razón, la máquina infernal sabe que nuestro héroe es el único capaz de chafar sus planes, así que intentará hacerle la mayor pupa posible.
Lucha de egos
Resulta curioso que la película gire en torno a los algoritmos cuando parece que el cine actual se encuentre supeditado a ellos. Y en el fondo, esta Sentencia Mortal-Parte 1, también forma parte de esa fórmula, en la que Tom Cruise se convertiría en la Entidad, fría y calculadora, que sabe lo que funciona y lo que no y se esfuerza en ofrecerle al público exactamente lo que quiere. Dentro de este discurso, sin embargo, hay como una especie de pugna, una lucha de egos, en la que Tom Cruise es capaz de derrotar a los cálculos digitales, porque es más listo que cualquier ser tecnológico. Quizás por esa razón, se empeñe en hacer él mismo las escenas de acción, para que sus películas tengan ese toque artesanal que en el fondo tanto reivindica.
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En ese sentido, en en esta séptima entrega, tenemos acción non-stop, acrobacias imposibles, persecuciones desquiciadas, saltos de fe y otras virguerías. Pero, dentro de todo ese popurrí, hay algunas set-pièces realmente poderosas que sí adquieren una personalidad independiente: la que tiene lugar en las calles de Venecia, que remite directamente a la primera parte, en concreto al juego de perspectivas que culminaba con la muerte del personaje de Kristen Scott-Thomas. La segunda, y más larga, tanto que ocupa un buen segmento de la larga duración, la que transcurre en un tren en el que se reúnen todas las partes implicadas y que se cierra con una escena para el recuerdo: el despeñamiento de los vagones de un tren por un puente dinamitado mientras los protagonistas van saltando en el último momento de uno al otro antes de que se caigan al vacío.
Cruise se sabe bien rodear de gente y que todos cumplan su función sin eclipsarlo demasiado. Sus inseparables Ving Rhames y Simon Pegg, la poderosa Rebecca Fergusson y dos nuevos fichajes, el de Hayley Atwell y el de una implacable y psicópata Pom Klementieff.
¿Podrá definitivamente Tom Cruise vencer a los metadatos y a la I.A. en Misión Imposible: Sentencia Mortal-Parte 2? ¿O se fusionará con ella? La respuesta, en 2024.
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