Desde 1999, el baloncesto masculino español no vivía una jornada tan plena de ilusión y optimismo como la de este domingo 2 de julio. No fue uno cualquiera, sino el primero, en 24 años, en el que el lugar más alto del podio del Mundial júnior de la canasta correspondió a la selección. ¿Qué pasó la última vez? Que jóvenes promesas como Pau Gasol, Juan Carlos Navarro, Raül López y Felipe Reyes, entre otros, fueron leyenda con el paso del tiempo. Lo mismo se anhela que suceda, en nuestros días, con Lucas Langarita, Sergio de Larrea, Baba Miller... y, por supuesto, Izan Almansa, la joya de la corona de este equipo.
De un talento capaz de aunar tres premios consecutivos a mejor jugador (MVP) en sus tres últimos torneos con España (Mundial sub-17 y Europeo sub-18 en 2022 y Mundial sub-19 ahora), sólo cabe esperar una cosa: todo. Es lo que se ha ganado, con sus méritos hasta la fecha, este pívot murciano de 18 años y 2,07 metros. Autor de 16,9 puntos, 7,1 rebotes, 1,6 asistencias y 1,7 recuperaciones de media (en 26 minutos) para un 16,9 de valoración en tierras húngaras, durante un campeonato que oposita a ser muy recordado, por la calidad que atesora el grupo, en un futuro.
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Almansa cada vez tiene más a su alcance el sueño por el que bebe los vientos todo jugador de baloncesto que se precie: competir en la NBA, la liga por excelencia. De hecho, la prestigiosa ESPN ya le coloca en primera ronda (puesto 18) del próximo Draft, el evento en el que los talentos baloncestísticos más descollantes son seleccionados por las distintas franquicias de la competición. Sería la meta volante de una carrera de fondo en la que el interior ya ha dado pasos muy a tener en cuenta.
Una inmersión estadounidense muy temprana
Izan Almansa estaba más que predestinado a ser un enamorado de la pelota naranja. Harto complicado que su padre, Steve Horton, no le inculcase esa pasión: entre 1996 y 2007, fue un habitual de las canchas españolas, las únicas en las que jugó a nivel profesional. En Murcia llegó incluso a la ACB (temporada 2003-2004), y también destacó lo suyo en Burgos: Mataró, Inca, Badajoz, Córdoba y Huelva fueron el resto de sus destinos. Su pasaporte español, por amor, tendría como consecuencia que Ethan (el nombre estadounidense del chaval) fuese producto nacional.
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Aunque el fútbol fue el primer deporte que despertó su interés, el baloncesto le atrapó después en sus redes para no soltarle. La cantera del UCAM Murcia le disfrutó en sus inicios, llamando rápidamente la atención de un Real Madrid que se hizo con Almansa en verano de 2019. Llegó a los 14 años y se fue a los 16, tras pasar por los equipos cadete y júnior de la cantera blanca: hasta llegó a debutar con el filial madridista.
Sin embargo, Izan Almansa tuvo claro desde bien temprano que su sitio debía estar en la cuna de la canasta: Estados Unidos. Por eso, no dudó en aprovechar la oportunidad que le brindaron en la Overtime Elite Academy de Atlanta, apadrinada por estrellas como LeBron James, Kevin Durant o Pau Gasol. Se trata de un centro de alto rendimiento baloncestístico en el que se potencia tanto la parte deportiva como académica de 30 jugadores prometedores, a los que se remunera por sus habilidades: cobran un mínimo de 100.000 dólares por temporada.
Almansa ha disfrutado dos cursos de la aventura de disputar la liga juvenil estadounidense en un entorno inmejorable antes de dar, en este periodo estival, otro salto de entidad considerable: la G-League, categoría de desarrollo de la mismísima NBA. Allí desembarcará la próxima campaña de la mano del Ignite, un equipo plagado de prospects tan o más interesantes que el español. Tanto es así que va a coincidir con los hipotéticos número 1 y 2 del Draft de 2024. Es decir, Matas Buzelis y Ron Holland.
Jugar en la liga de filiales de la competición de competiciones del baloncesto quizá sirva para que las expectativas se disparen aún más en lo que respecta a Izan Almansa. Quién sabe si no podríamos verle entre los 10 primeros novatos seleccionados por la NBA dentro de un año. Pase lo que pase, él hizo las Américas, desde el principio, con toda la inquietud posible: “Este es el mejor paso para mejorar mi juego, jugar contra adultos y también trabajar en mi cuerpo. Decidí seguir mi desarrollo en Estados Unidos porque quiero jugar en este país en los próximos años y pienso que estar en este ambiente me va a ayudar”.
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