Roberto Corral, el primer futbolista español que ficha por un club ucraniano tras el estallido de la guerra con Rusia: “Nunca he visto mi vida en peligro”

El exjugador del Valladolid atiende a Infobae España después de haber disputado el final de temporada en el Metalist Járkov. “Ha merecido la pena, me encantaría volver cuando acabe la guerra”, asegura

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Roberto Corral durante su etapa como jugador del Metalist Járkov. (EFE).
Roberto Corral durante su etapa como jugador del Metalist Járkov. (EFE).

El 24 de febrero del 2022 quedó marcado como un día trágico para la historia del mundo contemporáneo. El conflicto entre Ucrania y Rusia, iniciado casi diez años antes, estalló. Vladimir Putin autorizó una operación militar para invadir Ucrania con el objetivo de frenar los deseos de su país vecino de unirse a las filas de la OTAN. El intento ucraniano por terminar de romper sus lazos soviéticos y abrazar una mayor occidentalización, desembocó en un conflicto armado a gran escala que se ha cobrado ya, según la BBC, más de 240.000 vidas entre soldados y civiles. Más de ocho millones de personas, según las cifras de los gobiernos, perdieron sus hogares y se vieron obligados a abandonar su país.

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El conflicto afectó a también al plano deportivo. Futbolistas como Neres, Tete, Mudryk, Konoplyanka... decidieron hacer las maletas y poner rumbo a otro país. Sin embargo, Roberto Corral, exjugador español del Valladolid decidió nadar a contracorriente y realizar el camino inverso. Se incorporó hace cuatro meses al Metalist Járkov convertiéndose así en el primer futbolista español que ficha por un club ucraniano tras el estallido de la guerra. “Ha merecido la pena”, confiesa Roberto a Infobae España.

De Kielce a Járkov... así se gestó su llegada a Ucrania

Su desembarco en Járkov se empezó a gestar en la ciudad polaca de Kielce. Corral había roto su contrato con el Korona tras haber sufrido un esguince bilateral con pinzamiento anterior que le apartó tres meses de los terrenos de juegos. Sin equipo y una vez recuperado, Roberto decidió fichar por el Metalist ucraniano. “Una vez roto el contrato con el Korona, tenía dos opciones: seguir peleando y buscar cualquier opción para acabar la temporada o prepararme mental y físicamente para el mercado de verano. Consideraba que aún quedaba una segunda vuelta por disputar y era una manera para salvar la temporada de la lesión. Tuve ofertas de campeonatos asiáticos, pero quería seguir en Europa. Y esta oportunidad me permitía competir contra buenos equipos como el Shakthar, Dinamo Kiev, Dnipro... yo era consciente de que había una guerra de por medio pero me dije ‘¿Por qué no?’ Quería volver y recuperarme de este tipo de lesiones”.

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Pese a ver con sus propios ojos cómo era la forma de vivir que iba a tener en Járkov, Corral tuvo miedo al principio. Ese miedo que todo el mundo tendría si le dicen que debe ir a trabajar a un país en guerra. “Siguiendo un razonamiento lógico, a todos nos asusta. Lo que vemos en las noticias no es algo de buen gusto. Por eso mismo me quise informar de cómo era la situación allí, tanto deportiva como socialmente. Me lo explicaron el director deportivo y una secretaria vía telefónica y me dieron la posibilidad de ir una semana allí a probar con ellos y comprobar en primera persona cómo era la situación. No tenía nada que perder, fui, vi cómo todo se desarrollaba con normalidad y decidí fichar”.

A su familia le costó algo más entender los motivos de su marcha. “Me dijeron lo mismo que dirían a cualquier persona. Me hizo gracia la reacción de un amigo cuando le dije que me iba a la liga ucraniana, se alegró porque fichaba por un campeonato competitivo hasta que se dio cuenta de que el país estaba en guerra. Todos nos sorprendemos al principio, pero luego cuando se conoce la situación y condiciones, al final es más fácil tomar la decisión. Si en lugar de tres meses hubiera sido un año o dos, tal vez no hubiera estado preparado mentalmente para ir”.

“Íbamos enlatados como sardinas”

Debido al impacto que ha tenido el bombardeo ruso en la ciudad de Járkov, el Metalist se trasladó más de mil kilómetros al oeste, hasta la ciudad de Úzhgorod, la zona más occidental de Ucrania. Allí, muy cerca de la frontera con Hungría, Rumanía, Eslovaquia y Polonia, compite el Metalist. “Si ocurría cualquier incidente salía corriendo y pasaba la frontera”, afirma Roberto entre risas antes de añadir que “era la ciudad más segura de Ucrania”.

Roberto Corral durante un partido con el Metalist Járkov (EFE).
Roberto Corral durante un partido con el Metalist Járkov (EFE).

La extensa distancia que recorrieron en busca de tranquilidad, se convirtió en el peor enemigo posible a la hora de jugar contra los equipos más alejados. “Simplemente estuve tres meses, pero se hicieron un poco largos por las condiciones de alrededor. Antes de la guerra los viajes eran todos en avión, ahora en tren y pueden durar más de 20 horas. Íbamos como sardinas, muchos en espacios reducidos... pero nunca he visto mi vida en riesgo. Ir enlatados con otros compañeros en cinco metros cuadrados durante 20 horas fue muy duro. Nunca lo había hecho y tuve que repetirlo cinco veces. Y a la hora de acercarse a las ciudades del este se notaba la escasez de alimentos. Se pasaba un poco de hambre. También es duro ver a personas pasando hambre, pero por eso mismo, a nivel mental tenía que estar fuerte para ir y realizar mi trabajo”.

Las sirenas antiaéreas, protagonistas del día a día

El sonido de las sirenas antiaéreas se ha convertido un sonido familiar dentro del país ucraniano. “El día a día era normal. Al principio llama la atención cuando se escucha la sirena de alarma, pero enseguida te familiarizas con el sonido. A no ser que suene durante un partido que ahí sí hay que parar, aunque por suerte nunca me tocó vivir esa sensación. El resto todo era normal. He estado en muchas ciudades y se vive con total normalidad. Especialmente en el centro”.

El protocolo a seguir la semana de partido transcurría con normalidad, pero iniciaba antes de tiempo debido al largo viaje a recorrer. “Nos concentrábamos siempre en los hoteles, pero viajábamos con varios días de antelación. El protocolo de partido era normal. Al final lo que se echa de menos es poder disponer de tus propias instalaciones porque al final dependíamos de otras que no eran nuestras. Entrenábamos en las mismas instalaciones que el Dnipro, que tampoco podía ejercitarse en su ciudad por la guerra. Si no fuera por la guerra, teniendo en cuenta las instalaciones y equipos que hay... es una de las siete mejores ligas de Europa”.

La etapa de Roberto Corral ha terminado, aunque siempre tendrá un gran lugar en sus memorias. “Ha merecido la pena. He crecido mucho tanto futbolística como mentalmente. Me ha permitido entender y afrontar la vida de distinta manera”, asegura a Infobae España al mismo tiempo que afirma su deseo de volver cuando todo el conflicto haya terminado. “Me gustaría volver a Ucrania, pero cuando haya acabado la guerra”.

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