El ‘Orgullo Crítico’: la otra cara de la lucha por los derechos LGTBI alejada de las fiestas y las carrozas

El colectivo ante la disyuntiva entre reivindicar o festejar. La gran mayoría apuesta por la convivencia de ambos modelos

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El Orgullo Crítico llena las calles de Madrid
Fernando Sánchez / Europa Press
El Orgullo Crítico llena las calles de Madrid Fernando Sánchez / Europa Press

El Orgullo ha perdido mucho de reivindicativo para convertirse en una fiesta. Esta tesis es la que mantiene el Orgullo Crítico, un movimiento compuesto por diferentes asociaciones que no se ven del todo representadas con el Orgullo habitual: el de la fiesta, los conciertos y las carrozas.

En Madrid, cada 28 de junio, diferentes asociaciones del colectivo LGTBI se dan cita en las calles de la capital para exigir las demandas del colectivo desde un punto más tradicional: con pancarta en mano, bandera en el cuello y al son del megáfono de turno. “El orgullo se ha convertido en un lugar donde parece que no hay espacio para reivindicar políticas concretas”, se queja uno de los manifestantes.

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José Mola, activista LGTBI, tiene claro una cosa: la reivindicación en el Orgullo es diferente ahora a la de los disturbios de Stonewall de 1969, cuando en este pub neoyorquino se produjeron una serie de manifestaciones espontáneas y violentas en protesta contra una redada policial y en la que la comunidad LGTBI protestó contra un sistema que lo perseguía. Ahora la lucha ha cambiado. “Antes del Orgullo LGTBI era el Orgullo Gay y antes el Homosexual”, asegura Mola. “El MADO (Madrid Orgullo, el grupo organizador del Orgullo de Madrid) es la evolución natural de esa reivindicación. El Orgullo Crítico es la evolución histórica de los frentes de liberación –como se llamaban los colectivos LGTBI al principio –”, explica.

Para Mola, profesor en la Universidad de México de Estudios LGTBI, “la fiesta también es una forma de reivindicarse y no es ni mejor ni peor, es otra forma. Con el panorama actual en el que se están cerrando gobiernos que niegan nuestro derecho a existir y nos quieren volver a meter en el armario, creo que sería un error dividirnos”, reflexiona.

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Este año, bajo el lema del Orgullo Crítico, es “contra la crisis, orgullo e insurrección”. Se programó desde Cuatro Caminos a la Plaza de la Remonta, un recorrido en el que estuvieron presentes cientos de personas y en el que se pudieron escuchar críticas al Partido Popular y Vox, e incluso al PSOE, al que echan en cara haber votado en contra de la introducción de las personas no binarias en la ley trans.

El Bloque Bollero, No Binaries, Fanfarria Transfeminista, Orgullo Loco Madrid, Colectivo Frydas y discas, Racializadas y migras, fueron solo algunos de los colectivos que se sumaron a esta protesta que, año tras año, reúne a más personas. “Vengo todos los años, pero también iré a la manifestación del sábado [la de las carrozas], es perfectamente compatible”, cuenta a Infobae España una de las manifestantes.

Manifestación del Orgullo Crítico
Fernando Sánchez / Europa Press
Manifestación del Orgullo Crítico Fernando Sánchez / Europa Press

Muchos de los presentes criticaban al MADO por “perder el foco”, mientras otros insistían en la posibilidad de la coexistencia de ambos movimientos: “Es muy importante estar aquí, pero es indudable que la existencia del orgullo de la capital, con conciertos y el desfile, ha ayudado a visibilizarnos y a lograr la aceptación de la gran mayoría de la sociedad”, reflexionaba otra manifestante.

Junio, el mes del ‘pinkwashing’

El pinkwashing es una realidad. Llega el 1 de junio y las marcas son arcoíris. “Yo les diría a las empresas que poner la bandera arcoíris en el logo es ya vintage”, mantiene José Mola. En los 70 “era valiente, hoy en día lo valiente es desplegar políticas empresariales que ayuden a que el colectivo no se sienta oprimido dentro de las compañías”, completa.

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Este término hace referencia al fenómeno que se produce cuando una empresa se lucra de la lucha LGTBI. Las marcas cambian de logo, producen camisetas y los comercios llenan de colores los escaparates para hacer suyas las reivindicaciones LGTBI. Un movimiento empresarial que es difícil detectar. No podemos saber si es compromiso o si, simplemente, quieren ganar dinero. “Es difícil de detectar, sin duda, pero insisto, lo importante sería lograr que no se le diga a un trabajador que no lleve las uñas pintadas. Esto pasa”, se queja Mola.

España es el segundo país del mundo con más población LGTBI, un 14% se declara no heterosexual según la última encuesta de Ipsos Global Advisor, las conclusiones de este estudio determinaron que España es el segundo país con mayor porcentaje LGTBI. En términos económicos, tal y como señalan las estimaciones de los organizadores del Orgullo de Madrid, cada año, este evento supone un desembolso en la ciudad que supera cada año los 400 millones de euros. Estos datos van en la línea de diferentes estudios sobre el mercado como el de Focus Vision que concluyó que un 30% de los consumidores a los que les enseñaron anuncios con contenido LGTBI pensaron mejor de la marca, mientras que solo un quinto pensó peor y el 42% se mantuvo neutral. Con estos datos encima de la mesa, el pinkwashing está servido.

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“Creo que es positivo que las marcas visibilicen al colectivo en junio, pero creo que debería estar acompañado de financiación a asociaciones y el compromiso de las marcas de visibilizar al colectivo en otros lugares del mundo en los que ser como soy puede suponer la muerte”, explicaba uno de los manifestantes del Orgullo Crítico a Infobae España.

Calvin Klein, Ralph Lauren, Disney....

Calvin Klein ha sacado una línea de suspensorios con los colores de la bandera LGTBI por 70 euros, Ralph Lauren cobra 170 euros por un jersey con su logo tematizado con la bandera arcoíris y Disney ha empezado a comercializar las orejas de Mickey con la bandera del colectivo.

Manifestación en Madrid del 'Orgullo Crítico'
Fernando Sánchez / Europa Press
Manifestación en Madrid del 'Orgullo Crítico' Fernando Sánchez / Europa Press

Algunas marcas pueden dar a entender que se apuesta por este tipo de productos para atraer al colectivo LGTBI y en especial a los hombres. Sin embargo, un porcentaje muy pequeño de empresas es el que apuesta por hacer activismo desde su posición o visibilizar las demandas del movimiento.

En 2022 H&M lanzó una campaña en la que animaba a elegir la familia. En el spot se reivindicaban los diferentes modelos de familia, una de las demandas del colectivo en los últimos años. Sin embargo, la colección que sacó en el año 2019 para el Orgullo, Love For All, no se pudo adquirir en mercados como Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí o Malasia. En muchos de los 52 mercados en los que no se comercializó la colección, pero está presente la marca, las relaciones sexuales con personas del mismo sexo están estipuladas como delito, con penas de cárcel de hasta 20 años o, incluso, la pena capital. La marca se defendió explicando que este tipo de productos se ponían en venta dónde fuese a existir demanda.

Discriminación lésbica dentro del colectivo

“Es un campo de nabos”, bromea uno de los activistas que participaron en el Orgullo Crítico del pasado 28 de junio. “No puede ser que una fiesta del colectivo que gire en torno a los hombres, eso también es machismo”. “Cuándo voy a Chueca me siento excluida, no creo que se esté luchando por mis derechos”, apunta una de las activistas que participó en la manifestación dentro del Bloque Bollero.

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“Cuándo vas a Chueca y te sientes así, el colectivo no eres tú, no puedes hablar en nombre del colectivo por sentimiento personal, es algo que debes gestionar tú”, replica a la reflexión José Mola, que reconoce que “igual que la sociedad española es machista, dentro del colectivo hay machismo, por supuesto”. No obstante, también reivindica los avances y la reflexión crítica: “Por ejemplo, a la bandera LGTBI la hemos añadido más colores para hacerla más inclusiva, para dar visibilidad a más interseccionalidades”.

Mola considera que la clave para la inclusión está en la empatía. Mucha gente no entiende las nuevas sensibilidades y en ocasiones, se mofan de su existencia.“La gente que se ríe de hablar en no binario, creo que es gente que no empatiza”, afirma. Esta crítica es comparable al fenómeno sobre el lenguaje en masculino y femenino, una práctica que, por lo general, se ha logrado extender entre la sociedad. Por eso, Mola insiste en la empatía como motor fundamental para el desarrollo de cualquier política pública o empresarial que se despliegue en favor de la igualdad.

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