El Orgullo LGTBI no se denominó así siempre, José Mola es uno de los escritores de Memorias de Shangay: 30 años de historia LGTBIQ+ en España. Mola es una de las voces autorizadas para explicar algunas de las claves de la evolución de las reivindicaciones del colectivo LGTBI a lo largo de su historia. La evolución de la reivindicación ha ido paralelo a la evolución de los lemas que han ayudado a la comunidad a articular mensajes y demandas legislativas y sociales imprescindibles.
Más allá de la terminología, la cual se ha visibilizado enormemente en los últimos años, ya que términos como transexual, intersexual, no binario... han entrado de lleno en la agenda política, mediática y social. Sin embargo, mientras se ha avanzado en visibilización de colectivos minoritarios y más invisibilizados históricamente como el colectivo trans, los lemas parece que son más difíciles de dejar atrás, para dar espacio a otros más cercanos a la realidad, tanto política, como social.
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Durante la dictadura, no había gente LGTBI, la legalidad española consideraba al colectivo parte del grupo denominado “vagos y maleantes”. En 1954, la dictadura de franquista añade a la lista a las personas homosexuales, “las personas trans no existíamos, para ellos éramos mariquitas muy mariquitas”, recuerda Carla Antonelli, diputada en la Asamblea de Madrid y primera senadora trans de la historia democrática española. Esta ley consideraba igual de peligrosos a los homosexuales, a los alcoholícos y a los violadores. En Tefía, en la isla de Fuerteventura, se instaló un campo de concentración en el que se condenó a trabajos forzados a cientos de personas del colectivo LGTBI.
A partir de los años 70, el colectivo comienza a organizarse tras la revolución de Stonewall, en San Francisco. En nuestro país, los frentes de liberación fueron un instrumento clave que permitió al colectivo articular demandas y comenzar la reivindicación. Paralelamente, al proceso asociativo, se produce una la reforma legal. Se deroga la Ley de Vagos y Maleantes, se le cambia el nombre y pasa a denominarse “Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social”. Las personas LGTBI ya no eran ni vagos, ni maleantes, simplemente delincuentes.
‘Gay Power’ y ‘Love is Love’
José Mola, escritor, periodista y profesor de estudios LGTBI, recuerda donde aparece el término Gay. “Gay significa alegría, es un término del que se adueña el colectivo para acabar con la carga cognitiva tremendamente estigmatizante, patologizante y tóxica del término homosexual, con el objetivo de dejar atrás el estigma que supuso vivir como homosexuales, para empezar a identificarse de un modo más positivo, sin culpa ni patología”, explica.
“He entrevistado a muchas personas mayores que recuerdan con dolor el término homosexual porque está relacionado con un delito, con una enfermedad, es un término que en EEUU no quieren oír ni hablar”, apunta Mola. Con la despatologización y el fin de la ilegalidad oficial -que no práctica- de la homosexualidad, las demandas del colectivo LGTBI empiezan a caminar hacia una nueva meta.
Su avance, también provoca fisuras dentro de los propios frentes de liberación. El principal cisma se produce cuando el colectivo gay y el lésbico se dividen. Las mujeres sostienen que la lucha la están protagonizando los hombres y que sus reivindicaciones no están teniendo el espacio que se merecen debido al liderazgo masculino. Esta división se revertirá con la pandemia del VIH-Sida.
La muerte de cientos de personas en España a causa del VIH-Sida y el sufrimiento que generó a muchas compañeras lesbianas la muerte de sus amigos provocó que diferentes asociaciones LGTBI unieran fuerzas. Jordi Petit fue un actor clave en esta lucha. Fue el máximo responsable de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Cataluña, un paragüas al que se llegaron a asociar 11 asociaciones catalanas, una coordinación que nació para ayudar a luchar contra el VIH-Sida.
En los 90 y 2000, la cosa iba de amar
José Mola invoca al psicólogo y activista LGTBI Gabriel J. Martín para explicar las razones de la aparición del mítico lema Love is Love. “Gabriel hace una clara diferencia entre la afectividad y la identidad”, para el psicólogo, escritor y activista, la identidad y la orientación es independiente a las relaciones sexuales que pueda tener un individuo.
Durante los años 90 y la primera década de los 2000 se logra un hito histórico y clave imprescindible para entender el sentido de este lema: el matrimonio igualitario.
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“El matrimonio igualitario se aprueba por dos razones que son reivindicaciones históricas”, explica Mola. El primero de ellos es que “en España, durante lo peor de la pandemia del VIH-Sida, muchas personas morían y sus parejas [habitualmente hombres] no tenían derecho a nada. Si el fallecido tenía el contrato de la vivienda de ambos a su nombre, al día siguiente su pareja estaba en la calle y, en muchas ocasiones, las familias eran homófobas y no les permitían llorar a sus parejas”. Y en segundo lugar, “también se aprobó por las familias LGTBI, en 2005 ya existían, las mujeres lesbianas habían tenido hijos con hombres, se separaron y por tener una pareja del mismo sexo les quitaban la custodia de sus hijos”, explica Mola.
“Al final, el lema del Love is Love hoy por hoy puede no entenderse porque está descontextualizado. Es cierto que ya no es una demanda del colectivo, pero es necesario entender que en esa época las personas que exigían casarse venían de un momento social en el que se podía tener sexo en cualquier lavabo pero no podían tener amor, exigían poder ir por la calle de la mano con tu pareja”, completa el profesor de Estudios LGTBI de la Universidad de México.
Esa generación, la que descubrió su sexualidad durante la dictadura o a principios de la democracia, han crecido bajo el paradigma de que no tenían derecho a amar, de que debían esconder lo que eran para protegerse, primero del Estado y, más tarde, de la propia sociedad. “La plumofobia es el claro ejemplo de protección, te decían no enseñes la pluma y estarás más seguro”, apunta Mola.
Del Orgullo Gay al Orgullo Queer
El término Orgullo Gay es un ejemplo más del protagonismo de los hombres dentro del colectivo, la identificación del movimiento con una sola comunidad, los hombres. El nombre ha evolucionado y ahora “tenemos en cuenta las interseccionalidades”, es decir, a los demás colectivos que componen el movimiento reivindicativo por los derechos LGTBI.
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La denominación actual del Orgullo con la inclusión de nuevas siglas y la utilización de la bandera “con más colores”, dice José Mola, “es un ejemplo de inclusión”, completa.
Ahora, las nuevas generaciones no se identifican con el Orgullo Gay, ni con lemas como el Love is Love, porque “las demandas ya no son querer amar, sino querer ser”. Sobre el uso de las siglas, Mola apunta a que el propio movimiento está evolucionando hacia una nueva denominacación: “LGTB es una denominación liosa y también invisibiliza, por eso, se está empezando a hablar de Orgullo Queer, un orgullo de ser, de sentir, de fluir”
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