Al Consejo de Ministros le quedan tan solo tres oportunidades para aprobar la financiación de una batería de programas de adquisición para las Fuerzas Armadas españolas, que ya cuentan con el visto bueno del Ministerio de Defensa, antes de que se celebren las elecciones generales del próximo 23 de julio. Entre los proyectos que aún están pendientes de ser ratificados por el Gobierno destacan los 25 cazas Eurofighter Typhoon del programa Halcón II, la modernización del sistema de misiles tierra-aire Patriot del Ejército de Tierra, el lanzacohetes de alta movilidad Silam y los helicópteros multipropósito para la Armada, entre otras importantes adquisiciones. Todos ellos verán la luz en alguna de las reuniones del Consejo que restan antes de la celebración de los comicios.
Sin embargo, según ha podido saber Infobae España, el Ministerio de Defensa ha decidido, por razones que aún se desconocen, no llevar al órgano de decisión del Gobierno uno de los programas que más expectativas ha generado en los últimos meses: la compra del avión que reemplazará a los AV-8B Harrier II de la Armada y a parte de la flota de F18 del Ejército del Aire. El modelo elegido, que desde la cartera de Margarita Robles aún no han confirmado, es un secreto a voces: el caza de quinta generación F35 de origen estadounidense.
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La posibilidad de que España se sumara a la lista de clientes de la aeronave que fabrica la empresa Lockheed Martin siempre ha estado sobre la mesa, pero comenzó a cobrar mayor fuerza en los últimos dos años, con los Harrier españoles cada vez más próximos al fin de su vida útil, previsiblemente en 2030. Lo cierto es que el F35, en su versión B, es el único en el mercado con capacidad de despegue y aterrizaje vertical, una característica fundamental que deben tener los aviones de la Armada para hacer viable su despliegue desde el portaaviones Juan Carlos I.
Una inversión de 6.250 millones
A finales de 2022, aunque sin señalarlo directamente, el Ministerio de Defensa despejó las dudas respecto al F35 al dividir en dos programas distintos la renovación, a final de ésta década, de la flota de 60 cazas F18 del Ejército del Aire. Por un lado, el ya mencionado proyecto Halcón II por 25 Eurofighter, valorado en 4.500 millones de euros, y, por el otro, un nuevo programa en el que se incluye también el sustituto de los Harrier, con un presupuesto de 6.250 millones.
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El hecho de separar en dos programas el reemplazo de los F18 y, en uno de ellos, incluir también el de los cazas de la Armada -sumado a que desde Defensa no quisieron revelar el posible modelo escogido para el nuevo proyecto- no hizo otra cosa que disparar aún más los rumores sobre la compra de la aeronave estadounidense. A día de hoy, si bien no lo reconocen públicamente, tanto la Armada como el Ejército del Aire e incluso el Ministerio ya no esconden que el escogido es el F35.
El hermetismo sobre esta compra responde a que al Gobierno siempre la visto contradictoria con su política de vincular el gasto militar a la generación de empleo local y como una apuesta por la industria sino española al menos europea. Adquirir el F35 supondría volver a depender de la industria de defensa de Estados Unidos, en un producto tan sensible como aviones de combate, cuya elevada inversión no tendría un retorno directo en la economía española. A pesar del resquemor de España, el caza estadounidense ha sido comprado por numerosos países europeos, algunos de los cuales despliegan desde hace tiempo la aeronave y otros que han firmado recientemente el contrato de compra. Así, Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Italia, Noruega, Países Bajos, Polonia, Reino Unido, Rumanía y Grecia ya son clientes del F35.
A pesar de que no se aprobará la financiación en esta legislatura, la compra del F35 es una decisión tomada que seguramente se materialice en los primeros meses de la próxima legislatura, quien sea esté en la Moncloa. De lo contrario, la Armada perdería una importante capacidad, algo que, aseguran los expertos, pondría en entredicho toda su estructura naval.
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