La revista Zero nació en 1998 con un propósito: oponerse al stablishment y traer a España el modelo estadounidense de publicaciones LGTBIQ+ de carácter activista en el que se combinara la visibilización, la reivindicación y la radicalidad expresiva para ayudar a consolidar los derechos al mismo tiempo que se dinamitaran los estigmas y la marginalización del colectivo a través de una presentación lujosa y fotografías de lo más atrevidas sin caer en la pornografía.
Crear una red de referentes para la comunidad LGTBIQ+
A lo largo de sus 120 números sus portadas no dejaron indiferentes y se encargaron de revolucionar la sociedad del momento. ¿Su misión? Configurar una red de referentes dentro de una comunidad que se encontraba falta de ellos. Salir del armario, todavía a finales de los años noventa, no estaba demasiado extendido en el ámbito público. Ni siquiera Miguel Bosé, que protagonizó la primera gran entrevista de la revista, se atrevió a hablar claro de su sexualidad. El primero que lo hizo fue Nacho Duato, que abrió las puertas a toda una reacción en cadena que sacudió los cimientos de buena parte de los estratos. “Todo el mundo sabe que soy gay”, decía en la portada. Las ciudades se empapelaron con esa imagen y al día siguiente, según cuenta él mismo, le empezaron a llamar “maricón”.
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Ese es solo el inicio de Zero, la revista que sacó del armario a un país, una docuserie de dos episodios que se estrena en Movistar Plus+ coincidiendo con el Día del Orgullo y en la que se repasan los principales hitos de la publicación, que terminó por convertirse en una referencia por su carácter disruptivo.
Un militar, un Guardia Civil y un sacerdote fuera del armario
Entre sus logros, resucitar la carrera de Jesús Vázquez, que había quedado marcada por el Caso Arny. “Zero me ofreció hacer una portada y a través de ella le pude decir a toda España que era gay”. El número se llamó La pasión de Jesús, y en las imágenes veíamos al presentador caracterizado como Jesús crucificado. Después tuvieron como objetivo ir destapando la homosexualidad en cada uno de los sectores históricamente más homófobos o masculinizados de la sociedad. Por eso, para los responsables de la revista una de las más importantes portadas fue la que protagonizó José María Sánchez Silva, un militar ex teniente coronel del ejército. “El primer militar gay”, rezaba el titular y lo veíamos revestido de toda la simbología de su rango. Terminó abandonando el servicio tras aguantar años de ostracismo.
Le seguiría un Guardia Civil, Joan Miquel Perpinyà, quien se convertiría en 2002 en el segundo agente del cuerpo en declarar públicamente su orientación sexual, ya que quería reivindicar algo tan básico como vivir con su novio en la casa cuartel, que hasta ese momento solo estaba destinada a parejas heterosexuales.
Sin embargo, el caso más impactante fue el del sacerdote católico José Mantero. “Doy gracias a Dios por ser gay”, decía. Y ahí sí se abrió la caja de los truenos y los tabúes dentro de la Iglesia. Fue expulsado de su parroquia y, a partir de ahí comenzaría su lucha personal.
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En el documental también se habla de cómo la revista fomentó que por primera vez se perfilara la imagen del gay como objeto de consumo. Las marcas comenzaron a publicitarse en la revista y a partir de un momento, prácticamente todas se subieron al carro. La publicación alimentaba las fantasías de los lectores, pero, al mismo tiempo, fomentaba los cuerpos perfectos, ya que eran los tiempos en los que se perpetuaba el concepto de las musculocas. Como dice Anabel Alonso, que también aparece, no parecía haber espacio para cuerpos disidentes, tampoco para otros miembros del colectivos menos representados como lesbianas y transexuales.
Zero también se introdujo en la política. Miquel Iceta, actual ministro de Cultura y Deporte, salió del armario. Pero no hacía falta ser homosexual para aparecer en Zero, como demostró Gaspar Llamazares rodeado de chulazos en su número o José Luis Rodríguez Zapatero. Lo importante era eliminar los prejuicios y luchar contra la homofobia y en 2005, precisamente se aprobaría el matrimonio gay.
La revista se cerró en 2009 con una portada dedicada a Eduardo Casanova, vestido de rosa, color que lo caracterizaría a partir de ese momento. Como dice Alaska, Zero fue como una explosión brillante y libertaria. “Ahora creo que no se podría hacer”.
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