Del dilema con Pablo Iglesias a la confianza plena en Yolanda Díaz: el viraje de Pedro Sánchez para abrazar y reivindicar la coalición

Las encuestas dejan claro que el futuro gobierno tras el 23-J volverá a ser de coalición

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La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz,
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno en el Senado. (Fernando Sánchez / Europa Press)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el marco de la gira mediática para “pinchar la burbuja del antisanchismo” no ha escondido su intención de revalidar el Gobierno de coalición. En este caso, si dan los números tras las elecciones del 23 de julio, su pareja de baile no se llamará Unidas Podemos, sino Sumar, con Yolanda Díaz al frente. “Espero en un futuro poder gobernar con Sumar”, dijo con contundencia el pasado lunes en El Intermedio.

A lo largo de las dos últimas semanas, más allá de demostrar este deseo, el candidato del PSOE a la reelección ha elogiado la figura de la vicepresidenta segunda, tanto por su labor al frente del Ministerio de Trabajo como por conseguir aglutinar en torno a Sumar a una quincena de formaciones de la denominada izquierda transformadora, incluido Podemos.

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Una vez lograda la unidad a la izquierda del PSOE y después de los pactos alcanzados entre PP y Vox en los diferentes ayuntamientos y autonomías, el panorama político de cara a la cita con las urnas queda despejado después del batacazo del izquierda del pasado 28 de mayo. Y a esto se aferran los socialistas para poder darle la vuelta a las pesimistas expectativas demoscópicas.

Un gobierno de coalición tras el 23-J

A tenor de las encuestas, el futuro gobierno volverá a ser de coalición, como también lo han sido los diferentes gobiernos autonómicos conformados tras la crisis del bipartidismo por la irrupción de nuevas fuerzas en el espectro de la derecha y de la izquierda. Pero esta evidencia que ya asume el líder del PSOE dista de los postulados defendidos por el propio presidente del Gobierno tanto en 2016 como en las dos elecciones generales de 2019.

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Hasta llegar aquí, en este viraje se han conjugado varios factores. Uno, el rechazo a aceptar la caída del bipartidismo en el sistema político español y europeo. Dos, la negativa a pactar con Podemos, liderado hasta 2021 por Pablo Iglesias y desde esa fecha hasta ahora por Ione Belarra, pero con Irene Montero como “principal activo”. Y tres, que sea Yolanda Díaz quien esté al frente del espacio a la izquierda del PSOE.

El presidente del Gobierno, Pedro
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, se saludan tras la intervención de esta última en la moción de censura. (Eduardo Parra / Europa Press)

“Votar a Pablo Iglesias es votar contra el PSOE”, dijo el entonces candidato del PSOE en mayo de 2016, antes de la repetición electoral del 26 de junio de ese año. Tras los comicios generales de abril de 2019, Sánchez forzó la repetición electoral al negarse a incluir al partido morado en el Gobierno a pesar de que el propio Pablo Iglesias renunció a entrar en el Ejecutivo. “No voy a ser la excusa para que no haya una coalición de izquierdas”, explicó el entonces líder morado.

Las falsas palabras atribuidas a Sánchez sobre Iglesias

Cinco días antes de convocarse la repetición electoral para el 10 de noviembre de 2019, ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo con Unidas Podemos, fue en una entrevista en Al rojo vivo donde Sánchez hizo unas declaraciones sobre Pablo Iglesias que la derecha, de forma tergiversada, ha reprochado al presidente del Gobierno a lo largo de estos casi cuatro años.

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En concreto, el líder del PSOE explicó que no conformó un gobierno de coalición con el espacio morado porque “el problema sería que debería haber aceptado, por ejemplo, que el ministro de Hacienda o de política energética o el ministro que se encarga de las pensiones en nuestro país, de la Seguridad Social, fuera una persona del círculo cercano y de confianza del señor Iglesias con poca experiencia política o de gestión pública”.

Fue en ese contexto cuando añadió que “sería un presidente del Gobierno que no dormiría por la noche, junto con el 95% de los ciudadanos de este país, que tampoco se sentirían tranquilos”. Esta premisa es una de las “mentiras” que el presidente está explicando en las diferentes entrevistas realizadas estos días.

El ex vicepresidente segundo del
El ex vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, interviene en una sesión de control al Gobierno en el Congreso. (E. Parra. / Europa Press)

Después del 10-N, el PSOE perdió tres escaños y Vox aumentó su presencia en el Congreso. No quedó más remedio y, apenas dos días después de los comicios, Sánchez e Iglesias alcanzaron un acuerdo para formar el primer Gobierno de coalición de la democracia española. El ex secretario general de los morados arrancó una vicepresidencia segunda y los ministerios de Derechos Sociales, Trabajo, Igualdad, Consumo y Universidades.

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A lo largo de estos cuatro años, la convivencia de PSOE y Unidas Podemos ha sido un matrimonio de conveniencia, como han reconocido ambas formaciones. Desde Ferraz son conscientes de que las discrepancias aireadas por los morados en el seno de la coalición les han “lastrado” a la hora de explicar las importantes medidas llevadas a cabo en situaciones extremas.

De cara a un posible nuevo gobierno de coalición progresista, el PSOE alega que la experiencia no sería la misma, ya que ahora Podemos está integrado en Sumar, una estructura liderada por Yolanda Díaz, quien haría “mucho más fácil y funcional” un nuevo gabinete. Y es que, fuentes de la dirección socialista añaden que comparten con la vicepresidenta segunda su visión de que “el ruido en la coalición desmoviliza”.

Este elemento ha sido definitivo para que Sánchez, cuatro años después, reivindique en público un gobierno de coalición con Sumar, cuya candidata es además la líder mejor valorada, según el CIS. El propio presidente reconoció este mismo martes en El Hormiguero que con Iglesias ha tenido “una relación correcta”. “Es una persona de fuertes convicciones, pero no son las mías”, señaló ante las preguntas de las famosas hormigas, en contraposición con Díaz, con quien tiene una “relación mejor porque hemos trabajado mucho en muchas temas”.

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