Los embalses bajo mínimos históricos, las temperaturas en máximos desde que hay registros y con la sequía como protagonista durante buena parte del año. El cambio climático provocado por la acción del hombre deja un rastro más que evidente en España, que se ha convertido en el horno de Europa y que esta semana vive acuciada por una ola de calor que ha disparado los termómetros en todo el país.
Un mapa del Observatorio Europeo de la Sequía (EDO, por sus siglas en inglés) es muy esclarecedor. En él, un 37% de la Unión Europea está en aviso por condiciones medioambientales desfavorables y, además, otro casi 11% está en alerta. Con esos datos, la península ibérica se encuentra casi en su totalidad marcada por condiciones adversas o, como apunta el propio EDO, “con vegetación estresada y déficit de humedad del suelo”.
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Este fue el estado de la sequía en Europa durante los primeros días de junio. España, claramente disparado respecto a otros países vecinos, incluso por encima de los que también son del área mediterránea. No hay ningún otro país del continente con una situación tan negativa como España, solo seguido de cerca por las regiones norteñas de Marruecos y Argelia.
Los embalses están bajo mínimos
La escasez de agua se puede medir desde varias posiciones y el estado de los embalses es uno de ellos. El Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) hace una evaluación diaria de la capacidad de estos almacenes de agua y 2023 se ha revelado como uno de los años menos lluviosos desde que hay registros.
“El valor medio nacional de las precipitaciones acumuladas desde el pasado 1 de octubre de 2022 hasta el 20 de junio de 2023 se cifra en 464 mm, lo que representa alrededor de un 15% menos que el valor normal correspondiente a dicho periodo (545 mm)”, asegura resumen de la evolución de las precipitaciones en España que realiza la AEMET.
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Por ejemplo, los embalses están al 47,21% según el último dato disponible, esto es casi 18 puntos por debajo de la media de la última década, que se sitúa en 65,41%. Pese a que el final de mayo y la primera quincena de junio han tenido más precipitaciones de lo habitual, algo que ha servido para mejorar durante este último tramo la media anual, no se alcanzan buenos registros y se evidencia aún más la emergencia climática.
Un calor como nunca antes
En cuanto a las temperaturas, además de que se puede constatar una fuerte ola de calor y la llegada durante los próximos días de la canícula, el histórico revela que el calor ha ido en un aumento paulatino y consistente. De hecho, durante 2022 aumentaron las muertes relacionadas con la crecida de los centígrados: la mortalidad por los golpes de calor crece un 159% y las deshidrataciones un 113,7%. Desde otoño, las temperaturas son inusualmente altas.
Al comparar los datos de julio desde 1900, se comprueba que la temperatura media del mes ha ido en aumento y desde 1977 no se encuentra ningún julio que baje de los 40ºC de media. Sin embargo, hace un siglo, la década de 1910 dejó en el registro temperaturas medias durante este mismo mes entre 35 y 38 grados.
De hecho, el último mes de mayo, pese a las precipitaciones, ha vuelto a dejar registros negativos para la historia: El mes tuvo una temperatura media de 16,0 °C, valor que queda 0,4 °C por encima de la media (entre 1991y2020). Se ha tratado del vigésimo mes de mayo más cálido desde el comienzo de la serie en 1961, y del undécimo más cálido del siglo XXI. A la falta de completar junio y tener los datos, el marco no variará y se constará un empeoramiento de la situación.
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