Se estrenan el mismo día, el 20 de julio, y son dos blockbusters totalmente antagónicos. Ambas están dirigidas por autores que despiertan amores y odios: Greta Gerwig por unas razones, Christoper Nolan, por otras. ¿Lo femenino contra lo masculino? Barbie es rosa, Oppenheimer es negro y gris. El optimismo y la bajona. Una es alegría y efervescencia, frivolidad y, la otra, solemnidad y gente seria. Podríamos considerarlas como dos biopics, uno sobre una muñeca y el otro sobre el inventor de la bomba atómica. Una es una sátira sobre la cultura de las apariencias y la otra es una reflexión en torno al poder de destrucción del ser humano.
Guerra de repartos
Además, la guerra también se libra entre dos majors rivales. Barbie es de Warner, de donde precisamente huyó Chistopher Nolan tras el fracaso de su anterior película, Tenet. Y Oppenheimer es de Universal Pictures. Dos gigantes que intentarán por todos los medios colocar sus producciones en lo más alto de la taquilla.
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Hablemos de cifras. Las dos han costado lo mismo: 100 millones de euros. Hablemos del reparto. Entre ambas han conseguido aglutinar a dos de los castings con un mayor número de estrellas por minuto, pero, hay una diferencia: Barbie es de esencia centennial, está conectada con la sensibilidad de los espectadores de las nuevas generaciones y Opphenheimer... digamos que no está revestida de una pátina tan cool.
Y es que Greta Gerwig, además de fichar para los personajes protagonistas a Margot Robbie y Ryan Gosling, también se ha encargado de configurar a su alrededor todo un universo de criaturas que entroncan con la fascinación propia de la cultura digital, convirtiendo un icono desfasado en un elogio de lo kitsch. Gerwig ha arriesgado con una mezcla de intérpretes inesperada: desde una dama como Helen Mirren como narradora a la cantante Dua Lipa encarnando a una Barbie Sirena, pasando por Barbies racializadas, transexuales y Kens de diferentes espectros. Por el contrario, Oppenheimer cuenta con uno de esos repartos clásicos del gran Hollywood que son una apuesta segura, capitaneados por Cillian Murphy (uno de los actores fetiche de Nolan) y por Emily Blunt, y en donde encontramos a Matt Damon, Robert Downey Jr., Josh Harnett, Florence Pugh, Gary Oldman, Kenneth Branagh, Rami Malek...
Campañas antagónicas
Las campañas de promoción también han sido bastante contrapuestas. Y aquí claramente Barbie puede darse como vencedora: desde los filtros para introducir tu rostro con el icono de la película a modo de ‘selfie generation’, pasando por las licencias para marcas de ropa y la resurrección de la propia muñeca, que ahora incluso es bióloga marina en la nueva colección de juguetes. La moda también se ha visto influenciada por la estética sirena repleta de motivos iridiscentes y el rosa es el protagonista indiscutible de este verano.
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En cuanto a Oppenheimer, el mayor reclamo son las declaraciones del director. Que si ha recreado una explosión atómica sin imágenes creadas por ordenador, que si es una historia de gran alcance y de una escala inmensa, desde qué butaca del cine es mejor ver la película y su exigencia a la hora de reservar casi toda las salas de IMAX en Norteamérica (ya que la película se ha rodado en ese formato y en blanco y negro), lo que ha desatado la ira de Tom Cruise, que estrena prácticamente al mismo tiempo su Misión Imposible: Sentencia Mortal. Parte I (otro de los grandes acontecimientos del verano) y se ha quedado sin esa importante ventana. Además, la duración de Oppenheimer alcanza los 180 minutos y promete estar repleta de reflexiones filosóficas, como suele ser la marca del director.
En definitiva, la fantasía frente a la devastación humana y existencial, el brilli-brilli, la ligereza y la sátira pop contra la densidad conceptual.
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