Salir del armario a una cierta edad puede resultar especialmente difícil. Hay personas, incluso, que no dan el paso hasta que se ven en una situación límite, como le ocurrió a Joaquín Zahinos, un hombre de 39 años que aceptó su homosexualidad y decidió contarlo tras sufrir un ictus en 2019. Su vida, reconoce, tuvo que ponerse “patas arriba” para asumirlo y después contárselo a su entorno: “¿Qué puede haber peor que haber estado al borde la muerte?”, se pregunta ahora mientras anima a otras personas LGTBI a contarlo y “no perder el tiempo” como en su caso, asegura.
Fue hace cuatro años, durante la lectura de un examen de oposiciones, cuando Joaquín sintió un fuerte dolor de cabeza y decidió marcharse a casa con la intención de tomarse una pastilla y descansar. Pero tras comprobar que tenía la tensión muy alta, acudió al hospital y allí le informaron de que estaba sufriendo un ictus hemorrágico. Este trastorno le afectó tanto a la movilidad del lado izquierdo del cuerpo como a la capacidad cognitiva, causándole pérdidas de memoria a corto plazo y problemas en la atención.
“Ahí es cuando tomo consciencia de lo breve que es la vida y decido dejar de darle la espalda a esa parte de mí que llevo ignorando treinta y cinco años”, cuenta. No aceptaba su homosexualidad, explica, porque no se veía representado en el “estereotipo de gay clásico”. También, muy probablemente, por la “homofobia interiorizada”, aunque asegura que la parte más difícil fue “arrancar esa conversación” con su entorno. Una vez hecho, dice aliviado, su familia y amigos no dudaron en apoyarle.
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A pesar de los problemas que le ha generado el ictus, Joaquín asegura que ha podido encontrar una “parte positiva”. Ahora se siente más valiente y sabe que es “más fuerte y resiliente de lo que pensaba”. También ha dejado de dar importancia a temas banales y procura preocuparse “sólo por las cosas que importan de verdad” y, al trabajar con su neuropsicóloga, está mejorando su autoestima. “Soy mucho más positivo ahora y he descubierto que estoy rodeado de personas maravillosas que me lo han demostrado con creces”, añade.
El deporte le cambió la vida
Inscribirse en GMadrid Sports, un club LGTBI+ deportivo y cultural, también le ha cambiado la vida, no solo por los beneficios que en este caso le aporta la natación como terapia rehabilitadora, sino por las oportunidades que le brinda “un espacio seguro y sin discriminación” para ampliar sus redes sociales. Al haber salido del armario con 36 años, explica Joaquín, “apenas tenía amigos del colectivo LGTBI”.
“He descubierto una asociación LGTBI que me sirve como entorno seguro para practicar deporte y donde puedo conocer gente afín”, indica. De hecho, GMadrid Sports decidió elegir a Joaquín como “embajador de los Juegos del Orgullo 2023 TRANSformando el deporte”, que se celebraron entre el 16 y el 18 de junio, al considerar que su mensaje de “superación, aceptación y diversidad” puede servir de inspiración a otras muchas personas.
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Oposiciones aprobadas
Otro de los factores que le ayudó a recuperarse y ganar autoestima fue aprobar las oposiciones. Cuando sufrió la lesión cerebral ya había pasado dos exámenes y, como pese a todo se sentía preparado, no dudó en probar suerte y ahora trabaja en el Ministerio de Justicia como jefe de servicio en el área de transformación digital.
Curiosamente, explica, esta era la segunda vez que se presentaba a las oposiciones y logró aprobarlas “con un 65% de discapacidad”, cuando la primera vez que lo intentó “estando al 100% de sus capacidades” no lo consiguió. Recuerda, además, que aprobó una plaza “de turno libre y no por el cupo de discapacidad”, ya que cuando inició el proceso no tenía ningún problema de salud.
Ascenso de la ultraderecha
Joaquín ha encontrado en la Administración Pública “un entorno muy seguro”, aunque sabe que en el sector empresarial privado las personas LGTBI pueden sufrir discriminación por su orientación sexual o directamente no se atreven a salir del armario. También se muestra preocupado por la entrada de la ultraderecha en Ejecutivos autonómicos y municipales tras las elecciones del 28 de mayo y por el auge, en general, del extremismo a nivel global, pues teme que se produzca un retroceso de los derechos del colectivo.
En España, señala, la lona publicitaria de Vox en la que se tira a la basura la bandera LGTBI, el feminismo o la Agenda 2030 “deja bien claro que hay ciertas realidades que no les gustan, por eso las quieren borrar del mapa, y ese camino es muy peligroso”, lamenta: “Sería muy triste retroceder en derechos con todo lo que se ha luchado y conseguido durante décadas”.
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