A Carlos Alcaraz se le puso cara de Neo, el de Matrix, este domingo en Queen’s. Él no aprendió kung-fu, como le ocurría al personaje interpretado por Keanu Reeves, sino a jugar con ciertas garantías en hierba. Así lo ha demostrado durante apenas cinco días de competición en el torneo londinense, en el que ha ido de menos a más para ratificar que su tenis también puede llegar a ser letal sobre el pasto.
Bien lo sufrió el australiano Álex de Miñaur en última instancia: aun presentando batalla, poco pudo hacer ante el mayor empuje del murciano en los momentos clave de la final (doble 6-4). Una que le encumbra como cuarto jugador español capaz de ganar en uno de los torneos por excelencia de la superficie (tras Andrés Gimeno, Rafa Nadal y Feliciano López) y que le permite recuperar el número 1 del mundo antes de afrontar, con un chute de optimismo, Wimbledon. Porque a ver quién se atreve ya a descartarle, visto lo visto esta semana, de la pelea por el tercer Grand Slam del año.
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También vale la pena recordar que Alcaraz apenas había disputado dos competiciones oficiales en hierba (dos Wimbledon) antes de debutar en Queen’s y ganar su primer torneo en estas lides. El perfil bajo con el que llegó a Londres ya es historia, visto lo visto: con tan sólo un set cedido en el evento (ante el francés Rinderknech en el debut), la previa de cara a pasarse por el All England Tennis Club es inmejorable.
El juego que desequilibró la balanza
La igualdad lo marcaba todo hasta que llegó el que bien pudo ser el momento más determinante del partido: el octavo juego. Fue entonces cuando Alcaraz, con nervios de acero, salvó hasta dos bolas de break favorables a De Miñaur para conservar su saque. El 4-4 fue la antesala de la rotura que sí se anotaría el de El Palmar a continuación.
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A la primera oportunidad, el de nuevo mejor tenista del mundo lograba que su rival, que le había concedido la ocasión vía error no forzado, hincase la rodilla y cediese el servicio. A grito de “¡Vamos!”, Alcaraz celebró de antemano lo que estaba por venir: el primer set que se iba a apuntar. Lo hizo mostrando verdadera soltura en una suerte tenística que casa a la perfección con la hierba: el saque y la volea.
Eso sí, Carlitos le añadió su sello personal a la ecuación: los ganadores con los que rompe todo tipo de resistencia, por fuerte que sea, cuando toca decir ‘Aquí estoy yo’. De hecho, los puntos de este estilo se le cayeron de las manos nada más superar el momento más crítico de todo el encuentro. Y hasta se atrevió, cuando servía, con los ace.
Ya con un set a su favor, tocó volver a esperar un momento propicio para sacar la cabeza ante un De Miñaur que tiró la toalla sólo en momentos muy contados. El otro que marcó la tarde fue con 2-2 en la segunda manga, cuando el de Sídney hilvanó dos dobles faltas en el peor momento posible para conceder otro break, el decisivo, a Alcaraz.
A partir de ese 3-2, el triunfo estuvo más que bien encaminado. Sin alcanzar ni mucho menos la perfección, Carlitos evidenció que su tenis tampoco le hace ascos a la hierba. Todo se magnificará lo suyo con la Catedral de la raqueta de por medio: un grande, duelos al mejor de cinco sets, adversarios de mayor entidad... No obstante, Alcaraz se ha ganado, por el concurso de estos días, la candidatura: Novak Djokovic es el favorito indiscutible, pero el primer cabeza de serie en el sorteo del 30 de junio será el español.
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