Algo que se critica mucho hoy en día es que ya no quedan actores como los de antes, de esos que su mera presencia era capaz de justificar que la gente fuera a ver la película. Hablamos de Cary Grant, James Stewart, Steve McQueen o Paul Newman. ¿Qué rostro garantiza hoy en día una gran audiencia? ¿Tom Hanks? ¿Matt Damon? Los que tienen mejores cifras de taquilla, Dwayne Johnson o Tom Cruise, lo han hecho siempre acompañados de superproducciones y una gran promoción detrás. ¿Y qué hay de Brad Pitt?, se preguntarán muchos.
Brad Pitt, lejos de ser una garantía de éxito, ha acumulado varios fracasos a lo largo de su carrera, la mayoría de ellos más recientes de lo que podría parecer. El último de ellos, Babylon, le ha puesto en la diana como uno de esos grandes actores que ya parecen pertenecer más a otro tiempo, un poco como le sucedía a su propio personaje y al de Leonardo DiCaprio en Érase una vez en Hollywood. Repasamos algunas de las películas que, de mejor o peor calidad, nunca terminaron de funcionar en taquilla a pesar de llevar a uno de los rostros más famosos del cine de los últimos 25 años.
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Cool World: una rubia entre dos mundo (Ralph Bakshi, 1992)
Brad Pitt se dio a conocer con Thelma y Louise, cuya breve pero intensa aparición le valió las miradas de millones de espectadores ávidos de saber más de aquel chico con sombrero vaquero. Tan solo un año después del estreno de la película de Ridley Scott, con el que volvería a trabajar más adelante, se le brindó la oportunidad de ser el protagonista, en este caso en la estrambótica Cool World, una película que mezclaba animación con acción real. En ella Pitt daba vida a un joven detective en el mundo de los dibujos que se cruzaba en el camino de Holli Would, la sensual creación del dibujante Jack Deebs (Gabriel Byrne) que termina cobrando forma humana, concretamente en la de Kim Basinger.
¿Conoces a Joe Black? (Martin Brest, 1998)
Justo antes de tocar el cielo con El club de la lucha, Brad Pitt tuvo que hacer frente a un gran fiasco como fue ¿Conoces a Joe Black?, en la que compartía pantalla con Anthony Hopkins y Claire Forlani. En ella, el por aquel entonces joven actor daba vida a un joven que moría en un accidente y recobraba la vida pero siendo invadido por el espíritu de la muerte. Un planteamiento extraño de por sí -aunque remitiese a una película clásica de Mitchell Leisen- con un desarrollo igual de irregular en el que no terminaba de funcionar ni su relación romántica con Susan (Forlani) ni de amistad con Bill (Hopkins). Afortunadamente, dar vida a la muerte no supuso el fin de su carrera, solo otro tropiezo más en el camino.
El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (Andrew Dominik, 2007)
A partir de los 2000 Brad Pitt entraba en una nueva era por todo lo alto. Tras el éxito de El club de la lucha se sucedieron Snatch, Cerdos y diamantes, Sr. y Sra. Smith o la saga Ocean’s. Sin embargo, alguna le tenía que salir rana y esta no fue otra que en la que se embarcó en un género muy diferente a lo que estaba haciendo, el western. El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford no es ni mucho menos una mala película, de hecho contiene una de las mejores fotografía de este siglo -a cargo de Roger Deakins- y es uno de los mejores ejemplos de western crepuscular en los últimos años. Simplemente no encontró su público y supuso una muesca más en la lista de fracasos en taquilla para el actor, quien aquí realiza probablemente una de sus interpretaciones más contenidas y a la vez excepcionales.
El consejero (Ridley Scott, 2013)
Lo que Ridley Scott dio, Ridley Scott quitó. Eso debió de pensar Brad Pitt después de trabajar con el autor de Alien, el octavo pasajero más de veinte años después de estar a sus órdenes en Thelma y Louise, la película que le valió el reconocimiento mundial. No fue un reencuentro con sabor dulce, pues el filme se pegó un batacazo en taquilla, y eso que contaba con un reparto lleno de estrellas más allá de Pitt (Michael Fassbender, Javier Bardem, Penélope Cruz, Cameron Diaz) y con el recientemente fallecido Cormac McCarthy en el guion.
Aliados (Robert Zemeckis, 2016)
Empeñado en traer de vuelta el pasado al futuro, al director Robert Zemeckis no le ha terminado de funcionar ninguno de sus proyectos en la última década. De éxitos como Regreso al futuro, Forrest Gump o Náufrago, el cineasta ha encadenado fracasos en taquilla en los últimos años, tanto que su última película -nada menos que el remake de Pinocho en acción real para Disney- se ha estrenado directamente en plataformas. Aliados no fue la excepción y no logró conectar con la historia de una pareja de espías en medio de la Segunda Guerra Mundial. Marion Cotillard y el propio Brad Pitt fueron los daños colaterales de este filme que pasó sin pena ni gloria por la cartelera.
Ad Astra (James Gray, 2019)
James Gray es probablemente uno de los directores más interesantes que han salido en los últimos 20 años. Películas como La noche es nuestra, Two Lovers o Z. La ciudad perdida lo han aupado como uno de los grandes maestros del cine de autor en Estados Unidos y de paso han servido para ver a grandes actores (Mark Wahlberg, Joaquin Phoenix, Charlie Hunnam) en registros muy diferentes a lo que nos tienen acostumbrados. Sin embargo, también es un hecho que el tipo de sensibilidad de Gray no está hecho para todo el mundo, y cuando se lanzó a la odisea espacial con Brad Pitt se sucedieron una serie de factores que no hicieron más que provocar unos malos resultados en taquilla.
Babylon (Damien Chazelle, 2022)
Otro que también venía de probar suerte en el espacio sin mucho éxito era Damien Chazelle, quien tras el batacazo de First Man decidió volver a sus orígenes y apostar por una historia centrada en el mundo del espectáculo como había hecho con La la land. Para ello, escogió la controvertida historia de los inicios del Hollywood clásico, apostó por dos estrellas de renombre como Margot Robbie y Brad Pitt a la vez que apostó por un joven y desconocido Diego Calva para encarnar al protagonista, un inmigrante que llega a la meca del cine con la idea de triunfar y poco a poco va viendo como su sueño se desvanece en un mar de excesos y podredumbre. Ni siquiera los nombres de Pitt, Robbie o el propio Chazelle fueron suficientes para conseguir el éxito de una película que era víctima de los propios excesos que pretendía retratar.
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