Hace tiempo que los veranos dejaron de ser aburridos a nivel informativo. Las imágenes de las playas llenas, las olas de calor o las noticias más estrambóticas para esta época de bajo consumo informativo tratan de hacerse ahora un hueco en la turbulenta actualidad mediática. Este verano no podía ser menos: el mes más cálido del año coincidirá con la campaña de las elecciones generales, cuya cita está prevista para el próximo 23 de julio.
Con este escenario de fondo, el factor de la fecha ha condicionado y lo seguirá haciendo en las estrategias de campaña de los diferentes partidos. Más allá de la desafección política, los candidatos a la presidencia del Gobierno tendrán que sortear también el factor del clima y de las vacaciones veraniegas para llamar al voto del color de la papeleta de su partido.
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“La presencialidad ha perdido mucha importancia en campaña y no veremos grandes actos. Veremos un elemento que intente generar un impacto mediático en lugar de movilizar a un gran grupo de personas, que va a ser inviable en las fechas en las que estamos”, relata a Infobae España Ramón Mateo, director de Análisis e Impacto Regulatorio de beBartlet.
Conscientes de ello, los principales partidos ya diseñan una campaña alejada de muchos mítines en amplias plazas para sustituirlos por actos puntuales y, en el caso del PSOE, se apuesta además por los platós de televisión. ¿Significa esto que los mítines van a desaparecer? “Los mítines sirven más a nivel interno que externo, es más de engrase de la organización del partido en todos los territorios. Por eso no van a dejar de hacerlos, a pesar de que la comunicación vaya por otro lado, a través de la televisión o las redes sociales”, incide José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y estudios Políticos de Ipsos.
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Está claro, el avance de las tecnologías también ha impactado en el desarrollo del periodo electoral, por eso las campañas cambian “continuamente”, como alega la politóloga Cristina Monge. En este sentido, destaca varios elementos emergentes como las redes sociales, el microtargeting (la metodología basada en aglutinar una gran cantidad de datos para hacer un perfil conciso de los votantes), o la geolocalización, que permite segmentar los públicos y llegar a ellos.
“Hay cosas que se han ido quedando atrás, como la pegada de carteles, que ahora es un acto simbólico, o los mítines, que tienen un papel más de interior que de exterior, más de juntar a militantes y simpatizantes para subir los ánimos y capilarizar el mensaje, que como un acontecimiento de masas”, añade la doctora por la Universidad de Zaragoza.
Sánchez copa su agenda con visitas a los platós
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, parte con desventaja en las encuestas. Consciente de ello, ha acentuado su presencia en los medios con entrevistas en diferentes programas de radio y televisión, pues en los últimos cinco años ha relegado su presencia de forma esporádica a las principales empresas del grupo PRISA (El País y la Cadena Ser).
Este mismo lunes inauguró la semana política en Más de uno, de Onda Cero, visitó El Intermedio el martes, y este domingo volverá a entrevistarse después de siete años con Jordi Évole en un programa especial de Lo de Évole. Además, el candidato a la reelección estará este martes en El Hormiguero, con Pablo Matos, un espacio que, junto al programa conducido por Carlos Alsina, se sitúa fuera de su zona de confort.
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También, para difundir la acción de Gobierno, Sánchez se ha puesto el traje de entrevistador en unas charlas televisadas por Youtube desde la sede de Ferraz con varios miembros socialistas de su gabinete. Los ministros José Luis Escrivá y Luis Planas han sido los primeros en desfilar.
El sociólogo José Pablo Ferrándiz recuerda que la “moda” de pisar los programas de televisión vino “con la llegada del multipartidismo”, ya que Podemos y Cs, en alza en las encuestas de 2015, pero sin representación en ningún parlamento y sin opción de estar en los debates, eran reclamados para estar presentes en los medios. Dentro de esa “democracia de audiencias”, para no quedarse atrás, PP y PSOE “entraron en ese juego”.
Esta práctica, sin embargo, “ya ha perdido la frescura de 2015 y los años posteriores”. “Ahora hay una cosa evidente: una parte del electorado de la izquierda se necesita movilizar y Sánchez lo intentará conseguir acudiendo a todos los medios, pero principalmente a la televisión porque la mayoría de la gente mayor (es la que más peso específico tiene en el voto) se crea su opinión política a través de estos formatos”. “Otra cosa es que tenga éxito porque el momento electoral actual es diferente”, apostilla Ferrándiz en relación al posible cambio de ciclo político.
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Sombrillas instaladas en una playa artificial de Madrid
Ramón Mateo entiende que en estas elecciones generales “va a ser clave la movilización”. En esta línea, más allá de apelar al votantes de izquierdas, que amenaza con quedarse en casa, este economista contempla la posibilidad de que el propio PP “maneje números que les esté transmitiendo un dato preocupante en relación a la movilización de su votante, probablemente por la coincidencia con el verano”.
Esto podría explicar la acción de campaña de este jueves, en la que el PP se inspiró en la serie Verano azul para recordarle a sus votantes que el próximo 23 de julio tienen una cita con las urnas. Si bien, pese a tratar de vincular su color con la serie y apelar a la nostalgia de una serie que marcó a varias generaciones, esta estrategia “ha generado cierta controversia” al llevarse a cabo en un centro deportivo de Madrid, con un fondo del mar detrás, y con el portavoz de campaña del PP, Borja Sémper, descalzo en la arena.
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Lo cierto es que este acto de campaña, más allá de apelar al voto con un tono más desenfadado, se ha encontrado también con la rección de las diferentes fuerzas de izquierdas. “La realidad es que uno tiene dudas a veces de si es mejor generar impacto acaba siendo más positivo que simplemente intentar que corra el propio calendario”, comenta Ramón Mateo.
¿Cómo influyen los cara a cara?
Además de estas estrategias, el líder del Ejecutivo elevó hace varias semanas una petición al PP para protagonizar hasta seis debates cara a cara, un formato que no está regulado y que, en opinión de Cristina Monge, “se debería cambiar la legislación” para obligar a celebrar debates por ley. “Desde el punto de vista de la cultura política y democrática, cuanto más debates haya, más se enriquece la democracia”, apuntala Ferrándiz.
Todo indica que, al menos, habrá un cara a cara entre Sánchez y Feijóo, pero ¿por qué Sánchez quiere más de un cara a cara? “Porque se siente superior en estas confrontación con Feijóo”, comenta este sociólogo en virtud de los encuentros parlamentarios entre ambos candidatos en el último año. “Si las encuestas dieran que el PP iba por detrás, Feijó hubiera pedido más debates”, añade.
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¿Quién gana y quién pierde? “Lo fundamental es no meter la pata en el conjunto de la campaña, en general, y en el debate, en particular. Lo peor que te puede pasar es que cometas un error que te haga perder votos o que le de votos al contrario; y al revés. Una estrategia ofensiva es propiciar que sea el otro el que cometa el error. De eso va una campaña electoral, de ver quién mete la pata antes”, resume.
En este punto, Feijóo ha propuesto un cara a cara a tres, con la líder de Sumar, Yolanda Díaz, en la ecuación, algo que tiene pocos visos de producirse. “El debate a tres es para tratar de devolverle la jugada a Sánchez y visibilizar que el bloque de la derecha es más fuerte porque Sumar sería la cuarta fuerza”, señala este economista.
En cualquier caso, ¿qué impacto tiene un debate en el electorado? Cristina Monge destaca que cada vez se decide más tarde el voto. En las últimas generales, un 21% de los electores decidieron su voto en campaña, mientras que el pasado 28-M, fue el 34%. “Las campañas importan mucho y los debates son momentos que tienen mucha atención mediática. Los programas televisados de los debates hacen muy buenos índices de audiencia, por lo que hay interés y ganas”.
En este sentido, Ramón Mateo añade que este formato “no impacta tanto por el hecho de la gente que ve el debate sino por la sensación que deja el debate en la opinión pública. Un debate en el que un candidato mete la pata acaba confirmando temores o confirmando expectativas, y eso sí que acaba pesando en el votante”, zanja.
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Está por ver cuántos combates mediáticos se darán finalmente, y si el resultado de los mismos confirma los actuales pronósticos, o consigue darle la vuelta al marcador del 23 de julio. Lo que está claro es que esta campaña electoral será de las más televisadas o no será.
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