Inundaciones en Logroño: las tormentas convierten las calles de la ciudad en ríos de barro

Pese a que ayer, miércoles 21 de junio, el sol alcanzó su cúspide en el hemisferio norte casi a las cinco de la tarde, marcando así el inicio del verano, en Logroño la época estival empezó con un torrencial de agua. La Rioja se encontraba ayer con alerta naranja por posibilidad de lluvias. Así, el agua finalmente llegó a última hora de la tarde, dejando más de 50 litros por metro cuadrado en apenas una hora. La tormenta no solo provocó inundaciones en la capital, sino que también afectó a otros municipios de La Rioja como Huércanos, Alesón y Uruñuela.

Poco después de las 21:30 empezó el aguacero acompañado de fuertes rayos y truenos que, en poco más de una hora, inundó las calles de la capital riojana. En poco tiempo, la intensidad de la lluvia causó que el agua se empezara a acumular en las calles, provocando inundaciones en distintas vías, como la calle Ebro, la avenida Colón o la calle Clavijo. Ahí, en la calle Clavijo, cerca del Palacio de Deportes, un joven de unos treinta años se quedó atascado con su coche. Por suerte, el conductor pudo salir por propio pie e ileso, pero este fue únicamente uno de los múltiples incidentes resultantes de la tromba de agua.

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Las partes más bajas de la circunvalación de Logroño, en el sur de la ciudad, quedaron también anegadas, provocando cortes en la circulación de vehículos y atascos en vías como la LO-20. No solo el tráfico se vio afectado: el agua también se acumuló en garages, bajos y locales comerciales, obligando al Ayuntamiento a movilizar bomberos, policías y miembros de Protección Civil para achicar agua de las propiedades. El agua consiguió también colarse en el aparcamiento de las Urgencias del Carpa, el hospital de Logroño, hasta llegar a las salas de espera, con la consecuente cancelación de consultas por riesgo de electrocutación.

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La Rioja no fue la única ciudad afectada. En Uruñuela, el río Najerilla se desbordó y varias vías de la localidad quedaron inundadas y llenas de barro. La suerte que corrieron en Huércanos no fue diferente; ahí, las vías también se convertieron en caudalosos ríos. En ambos municipios, igual que en Alesón, se tuvo que movilizar personal a varios garages y sotanos para achicar el agua e incluso algunos vecions tuvieron que ser desalojados.

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