Alba Carballal tenía diez años cuando ocurrió la catástrofe del Prestige y esa imagen se le quedaría grabada para siempre, aunque todavía fuera muy pequeña. Así que decidió echar la vista hacia atrás y se dio cuenta de que en realidad, el vertido de tóxico en la costa gallega venía desde muy lejos y que era una historia cíclica que se ha ido repitiendo a lo largo del tiempo.
Una novela con ritmo pop
Ese es el punto de partida de Bailaréis sobre mi tumba (Seix Barral), que toma como título la canción de Siniestro Total, grupo que además formó parte de la movida viguesa en los años ochenta, marcando a toda una generación. Y es que la música resulta fundamental en la novela, ya que buena parte de los capítulos se encabezan precisamente con el fragmento de una letra que forma parte de la cultura popular y que nos remite a la época en la que se ubica la narración. Una banda sonora que nos lleva de Golpes bajos, a Burning, de Cabaret Pop a Cristina y Los Subterráneos pasando por La Frontera, Los Piratas o Amaral. “Quería que, al buscar el año de la canción, el lector se situara en el tiempo, me pareció una buena forma para ubicarnos, como si por ejemplo, sonara un tema de Nacha Pop y así nos adentráramos inmediatamente en el 84″, cuenta la escritora a Infobae España.
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Alba Carballal publicó su primera novela, Tres manera de inducir un coma en 2019 y ha tardado casi cinco años en darle forma a Bailareis sobre mi tumba. “Se habla mucho del síndrome de la segunda novela. Mucha gente me decía, publica rápido cualquier cosa y ya está. Pero yo tenía claro lo que quería hacer, y para eso necesitaba tiempo, porque era una novela más ambiciosa que la primera y constituía un ejercicio técnico de cierta complejidad”.
Una narrativa muy experimental
En efecto, Bailaréis sobre mi tumba cuenta con una estructura dividida en tres actos en la que se entremezclan las voces, los escenarios, se salta de un año a otro, se cambia de década, y con cada una de ellas, la prosa también resulta diferente, más espídica cuando nos encontramos en la ruta del Bakalao, más reflexiva en su parte final, y un inicio que nos sitúa y nos introduce en el juego a través de una experimental mezcla de capas. “A mí me importa mucho la forma, para mí era fundamental, aunque eso implicara que la escritura fuera más dura, porque al final, al ser nueve voces, tenía que construir nueve mininovelas que empastaran bien entre sí, cada una determinada por sus propias características, fanzines, canciones, fotografías, collages...”, continúa Carballal.
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Entre esas voces encontramos la de la “narradora moderna”, que irrumpe en el relato para dar su punto de vista sobre los personajes. ¿La propia Alba Carballal? “Bueno, la ‘narradora moderna’ es como si fuera una parodia de mí misma, una mamarracha como otra cualquiera”, bromea. “O sea, no soy yo, pero si lo fuera, sería un trasunto en clave irónica. A mí me ha servido para poner en tela de juicio todo lo que pienso, y me he dado cuenta de que soy mucho más prejuiciosa de lo que yo pensaba. Así que ha sido un ejercicio divertido de autoconocimiento raro y terapéutico”.
Tres barcos, tres desastres ecológicos
Algunos de los protagonistas de Bailaréis sobre mi tumba son la abogada ecologista Aída Celanova, su tío Lolo (que precisamente tras fallecer le hablará desde su tumba), así como el primogénito del Arrexò (al que siempre le acompañan una serie de adjetivos), que huyó de su pueblo para no ser señalado por su homosexualidad. Cada uno tiene su propia forma de expresarse, su propio lenguaje, y en muchos casos se introduce el gallego. Y, por último, encontramos tres barcos, que se hunden en tres décadas diferentes. Decidió empezar la historia en 1978 (por ser una fecha simbólica), con el Andros Patria, un petrolero griego que provocó una marea negra después de verter más de 50.000 toneladas de crudo en el litoral norte de Galicia, para terminarla con el Prestige y dar así la sensación de que que, en efecto, la historia se repite. También encontramos padres borrachos, empresarios corruptos, tíos incestuosos, la ruta Destroy, pero de fondo, siempre ese petróleo, esos residuos radiactivos que contaminan la costa. Por eso, en un primer momento, la novela se iba a llamar precisamente Fuel.
“No es que quisiera hacer la gran novela del chapapote, pero es que en Galicia el mar es uno de los principales recursos, mucha gente depende de él y es una fuente de preocupación constante que afecta a la vida de muchísimas familias”. Alba Carballal, además de novelista trabaja en la productora de Aitor Gabilondo, Alea Media. ¿Le gustaría que alguien adaptara Bailaréis sobre mi tumba? “Me encantaría que se hiciera, pero la dejaría en manos del creador que quisiera abordarla y que hiciera su versión. Porque al final, mi propuesta es esta, ya la he escrito y no puedo aportar mucho más”.
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