La pandemia erosionó la capacidad económica de algunas familias, sobre todo de las más vulnerables, y la crisis inflacionista iniciada en 2021, la mayor en cuatro décadas, ha provocado una pérdida de poder adquisitivo general porque los salarios no han crecido al mismo ritmo que los precios. Esto se ha trasladado irremediablemente al consumo ensanchando la brecha existente desde el inicio de la Gran Recesión entre España y la Unión Europea (UE).
Según los datos publicados este martes por Eurostat, la oficina estadística europea, el consumo individual per cápita (AIC) expresado en estándares de poder adquisitivo (pps) no repunta en España en comparación con la media de la UE y es menor al registrado en 2019, antes de la pandemia. El indicador de consumo per cápita “puede ser más útil” que el PIB per cápita, según Eurostat, “para comparar el bienestar relativo de los consumidores en varios países”, ya que contempla todos los bienes y servicios realmente consumidos por los hogares, ya sean adquiridos directamente por ellos o prestados por instituciones sin fines de lucro y por el gobierno para consumo individual (servicios de salud y educación, por ejemplo).
Los datos reflejan que el consumo per cápita de España alcanzó en 2022 los 85 pps respecto al promedio de los 27 países de la UE. Esta cifra iguala a la de 2021 y supera en un punto a la de 2020, el peor dato de la serie histórica para España, pero está cuatro puntos por debajo de la de 2019, cuando el consumo per cápita español fue de 91 pps en comparación con la media de la UE. Según los últimos datos disponibles de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) del INE, el consumo individual fue en 2019 de 18.400 euros anuales, mientras que en 2021 solo llegó a los 17.100.
España ha caído progresivamente en el ranking de consumo per cápita, lo que ha hecho posible el sorpaso en 2022 de países que históricamente estaban mucho peor y que entraron en el siglo XXI en la UE, como son Polonia, Eslovenia y Rumanía. Ninguno de estos tres estados alcanzan actualmente la media de los 27, ya que registran 86, 90 y 88 pps, respectivamente, pero mejoran en comparación con 2019.
El país se sitúa actualmente en el puesto 17 de 27 en el ranking, aunque llegó a estar entre los 15 primeros puestos en los años de la burbuja inmobiliaria. De hecho, entre 2001 y 2008 España alcanzó la media europea de consumo per cápita o incluso estuvo por encima. Según la EPF, la cantidad máxima de consumo individual se alcanzó en esos años y en 2019 todavía no se había recuperado, ya que estaba en niveles de entre 2011 y 2012.
El Banco de España ya avisó en su informe anual publicado en mayo de una brecha persistente entre España y Europa en el PIB per cápita, indicador muy correlacionado con el consumo de los hogares, ya que es uno de sus principales componentes. Según el análisis del supervisor bancario español, el PIB per cápita de España fue en 2022 un 17% inferior a la media de los países de la UE, una brecha históricamente existente que se disparó tras la pandemia, lo que ha provocado que el proceso de convergencia se haya revertido en vez de acelerarse.
Para superar esta brecha, la institución propone que más allá de mantener un crecimiento económico sostenido en el tiempo y sostenible en sus fuentes, se reduzca el paro estructural y aumente la productividad, asignaturas pendientes de esta y otras legislaturas.
Esperada recuperación del consumo en 2024
El consumo de los hogares se desplomó en el último trimestre de 2022 y en el primero de 2023 en términos de Contabilidad Nacional restando 0,8 puntos al PIB por parte de la demanda interna en los tres primeros meses del año. Este componente irá mejorando a lo largo de 2023 debido al empleo y a las expectativas que genera tener un trabajo indefinido, aunque la recuperación del consumo se verá realmente en 2024.
Según las proyecciones macroeconómicas del Banco de España publicadas este lunes y las previsiones del Gobierno contempladas en el Programa de Estabilidad, el consumo privado tirará del PIB el próximo año ante el agotamiento de la demanda exterior. Según el supervisor bancario español, la demanda interna aportará un 2,8% al PIB en 2024, similar a la previsión del Gobierno, que espera una contribución del 2,9%.
Para ello será fundamental, más allá del empleo, que se produzcan subidas salariales que permitan ganar poder adquisitivo. Por primera vez en dos años, los últimos datos de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE, referentes al primer trimestre de 2023, apuntan a un repunte mayor de los costes salariales (del 6% anual) que de los precios (un 5,1% en el mismo periodo). A este clima de recuperación del poder de compra estaría contribuyendo también el V AENC firmado recientemente entre patronal y sindicatos con unas subidas salariales recomendadas del 4% en 2023 y del 3% en 2024 y 2025, además de una cláusula de revisión del 1% en función de la inflación.
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