Miguel del Arco, sobre su nuevo proyecto ‘Las noches de Tefía’: “Para la derecha esta será otra serie de maricones y de rojos”

El dramaturgo aborda su primera ficción para Atresplayer en la que reivindica la memoria histórica y al colectivo LGTBIQ+ tras la represión a la que fue sometida durante el régimen franquista

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Algunos de los protagonistas de 'Las noches de Tefía', que recrea el infierno del campo de concentración que existió en la realidad
Algunos de los protagonistas de 'Las noches de Tefía', que recrea el infierno del campo de concentración que existió en la realidad

Es uno de los dramaturgos más importantes y prestigiosos de nuestro país y miembro fundador de la productora teatral Kamikaze, a través de la que ha realizado montajes multipremiados como La violación de Lucrecia, con Núria Espert, Juicio a una zorra, con Carmen Machi, Veraneantes, El misántropo, sobre la obra de Molière o La función por hacer, adaptación de Seis personajes en busca de un autor, de Pirandello, por nombrar solo unos pocos títulos de su abundante trayectoria artística. En sus obras siempre encontramos aspectos reivindicativos, están repletas de elementos subversivos, de libertad expresiva, de mezclas inesperadas. De espíritu kamikaze.

Ese mismo ímpetu late ahora en Las noches de Tefía, su primer proyecto de ficción en forma de serie que se estrena en cines el viernes 22 de junio y el domingo 25 en la plataforma Atresplayer. Una obra ambiciosa que habla de la memoria histórica a través de la recuperación de los campos de concentración donde se recluían a las personas que tenían una diversidad sexual diferente a la normativa durante el régimen franquista y también una oda al poder de la imaginación y de los relatos.

Así, cuando las luces se apagan en Tefía, se abre el telón del Tindaya, un espacio repleto de música y efervescencia que crearán los presos para escapar de la terrible realidad en la que se encuentran. Allí cantan, bailan y se expresan en libertad mientras combaten en silencio la represión y la injusticia.

¿Cómo surgió el proyecto de Las noches de Tefía?

Siempre me ha costado abordar más los proyectos audiovisuales, porque suponen mucho dinero y es más complicado sacarlos adelante. Así que, hasta el momento, el teatro había sido mi refugio creativo, porque ahí soy dueño de lo que cuento y de cómo lo cuento. Pero un día contactaron conmigo David Troncoso y Sonia Martínez, de la productora Buendía, y me preguntaron si tenía algún proyecto en mente. Yo les conté el germen de la historia que vertebraría Las noches de Tefía, y pensaba con absoluta seguridad que no les iba a interesar. Pero sucedió lo contrario, algo que me da un poco de esperanza en el cambio de paradigma de las plataformas, porque creo que están apostando por proyectos diferentes y valientes.

Hay una frase en la serie que no por manida resulta menos verdadera: “Lo que no se cuenta, no se sabe”. Y en ese sentido, creo que esta película puede servir para que las nuevas generaciones descubran una realidad que ha permanecido oculta durante mucho tiempo

Hay un desconocimiento absoluto sobre nuestra historia más reciente. Es una de las cosas que hizo bien el régimen franquista, acabar con cualquier tipo de disidencia política e instaurar una ley del silencio, del terror que dura hasta el día de hoy.

Ni siquiera mucha gente de la zona conocía la historia de ese albergue juvenil que tenían al lado y que no hace tanto era un campo de concentración donde se esclavizaba a la gente. A día de hoy, las personas que sobrevivieron a aquello, todavía sienten apuro al hablar de eso, porque les introdujeron en la cabeza a base de golpes la semilla de la vergüenza.

¿De qué forma quería reivindicar la memoria histórica?

Creo que el régimen se apoderó de un relato y al final el que tiene la palabra, tiene el poder, y la manera de contarlo es muy concreta. Y nos han vendido muchas mentiras que nos hemos ido tragando. Así que lo que yo quería era simplemente enseñar las tropelías que se hicieron en nombre de la patria y de una falsa moralidad que se encargaron de imponer a base de violencia.

¿Por qué decidió ubicar la historia en los años sesenta?

Porque me interesaba esa dicotomía salvaje que existía en un país en el que Franco intentaba dar una imagen de modernidad, con la llegada del turismo y todo eso, y lo que todavía se vivía en las calles, porque el dictador siguió reventando al pueblo hasta el día que murió.

Algunos de los protagonistas de 'Las noches de Tefía', que recrea el infierno del campo de concentración que existió en la realidad
Algunos de los protagonistas de 'Las noches de Tefía', que recrea el infierno del campo de concentración que existió en la realidad

Cómo fue su proceso de investigación

Al principio iba a situar la historia en Nanclares, donde también había una sección para ‘vagos, maleantes’ y, por supuesto, homosexuales, pero finalmente me decidí por Tefía, porque estaba en una isla de la que era imposible escapar, y me pareció una idea más potente. Después fui leyendo, por supuesto, entre otras cosas, Viaje al centro de la infamia, de Miguel Ángel Sosa Machín, donde aparecían los pocos testimonios que se han recogido en torno a todo eso. Allí se contaba cómo moría la gente y se consignaban los fallecimientos con los eufemismos que utilizaba el régimen: avitaminosis, golpes de calor... Los mataban igual que los nazis, solo que no había hornos crematorios.

Me gustaría que me hablara de cómo se le ocurrió que toda esa terrible realidad se descompusiera a través de la imaginación de los presos y diera lugar a ese espacio de fantasía que es el Tindaya como forma de escape.

Para mí era importantísimo que, a pesar del horror que contábamos fuera una serie luminosa, para que, de alguna forma, representara esta capacidad de resiliencia que supone la ficción, cómo nos cura, cómo los relatos contribuyen en nuestra capacidad para inventarnos y reiventarnos. El blanco y negro en la serie corresponde a la realidad, a la oscuridad del régimen, pero yo quería abrir una brecha de lu,z que es la imaginación. Porque durante mucho tiempo nos impidieron soñar, y es algo intolerable.

¿Qué queda de toda esa represión en la actualidad?

Yo creo que llevamos 40 años de retraso y no hemos sido capaces, ni siquiera a día de hoy, de sentarnos a reflexionar sobre lo que nos sucedió. Hay una serie de derechos que se han conseguido después de mucho sufrimiento, de todos estos mayores que nos precedieron, pero no sé si has visto la pancarta de Vox encima de un edificio en el que aparece una papelera en la que se arroja la agenda de 2030, entre las que se encuentran los derechos feministas, y por supuesto los LGTBIQ+.

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Precisamente existe el peligro en las próximas elecciones que el ascenso de la ultraderecha provoque un retroceso en las libertades.

Todavía tengo muy presente esa frase de Rajoy en la que se enorgullecía de haber dedicado cero euros a la memoria histórica. Porque ellos niegan la memoria histórica, al igual que la violencia machista y tantas otras cosas demenciales. Para la derecha esta será otra serie de maricones y de rojos, con ese desprecio que ellos tienen sobre lo que no es lo suyo. Y eso es herencia clara del franquismo, es decir, del pensamiento único. Y lo demás, es el enemigo que hay que combatir.

¿Cree que se ha vuelto a insultar con los mismo términos despectivos que antes?

Absolutamente. Y eso es solo la punta del iceberg. Creo que nuestra democracia está consolidada, pero hay que andarse con mucho ojo. Porque el nazismo surgió de una democracia infectada de fanatismo. No quiero decir que vayamos hacia un Hitler, pero hay que ser cuidadosos para preservar derechos que ha costado mucho trabajo conseguir.

Me gustaría que me hablara del reparto de la serie, todos están increíbles, desde los más jóvenes a los más experimentados

Yo tardo mucho en hacer los repartos, sobre todo en este caso que era tan coral y donde todas las fuerzas tienen que estar equiparadas. Muchos ya habían trabajado conmigo en teatro, como Israel Elejalde, que es como mi hermano, o Raúl Prieto, Roberto Álamo, Miquel Fernández o José Luis García Pérez, y otros eran nuevos, como Patrick Criado o Marco Ruiz, que son jovencísimos y excepcionales. Es una serie que en su primera lectura asusta, pero precisamente por eso les propuse hacer algo bastante atípico dentro del mundo audiovisual, y que tiene que ver más con el teatro. Estuvimos ensayando a diario durante un mes. Al mismo tiempo que los puse a dieta, claro. Alguno incluso llegó a perder 18 kilos. También iban a las clases de coreografías con Antonio Ruiz, bailaban todos los números musicales, tenían una coach de canto, otro para los acentos gaditanos o canarios. O sea, que trabajaron a saco, y llegaron al rodaje como una piña. Sabían a la perfección todo lo que tenían que hacer, y eso no se crea por generación espontánea, sino con mucho trabajo.

Los números musicales del Tinaya son especialmente emocionantes.

Había también que trabajarlos mucho, porque no venían de cualquier cosa, tenían que estar íntimamente conectados con la historia y la acción dramática. Y he tenido la oportunidad de trabajar con un equipo maravilloso, con Antonio Ruz, que es Premio Nacional de Danza, con el que ya había hecho coreografías para Antígona. Yo creo que han quedado apabullantes.

¿Ha tenido una total libertad de trabajo?

No he tenido ni una sola línea editorial. Incluso las cosas que pensaba que iban a crear conflicto les parecieron estupendas. Ni una línea roja.

¿Cómo van sus proyectos teatrales?

El próximo día 22 de junio lanzaremos la nueva web del Kamikaze. Porque no hemos dejado de producir. Quizás no lo contamos bien y es hora de hacerlo después de la escisión de Pavón. Pavón se va, pero Kamikaze continúa y este año tenemos nada menos que seis producciones de teatro. Ya ha pasado el luto y ahora toca volver a la carga. Yo llevo sin dirigir teatro un par de años y ahora haré un Rigoletto para el Real, que es un reto maravilloso. Así que vuelvo al teatro a lo grande, a lo bestia.

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