La violencia machista implosiona la uniformidad del discurso del PP

El PP comparte gobierno con Vox en la Comunidad Valenciana, pero le impone un cordón sanitario en Extremadura

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El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, con sus barones y candidatos autonómicos (Carlos Luján / Europa Press)
El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, con sus barones y candidatos autonómicos (Carlos Luján / Europa Press)

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, siempre ha ensalzado su perfil territorial. Su baronía en la Xunta de Galicia le ha servido para calibrar las necesidades de un presidente autonómico y equilibrar su autonomía frente a la Dirección Nacional del PP. Así comenzó a hacerlo con el PP de Isabel Díaz Ayuso, a quien Génova permite tener un discurso propio con el fin de que conserve su mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid. “No somos una secta, somos un equipo”, fue lo que le dijo Feijóo a Ayuso durante la noche electoral.

Tras el 28M se abrió un nuevo escenario para el PP. Ganaron las elecciones autonómicas en plazas como la Comunidad Valenciana, Murcia, Baleares y empataron a escaños en Extremadura, pero en todas estas plazas necesitarían pactar con Vox para hacerse con el gobierno.

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La Dirección Nacional del PP aseguró, desde el inicio de las negociaciones, que daría libertad a sus candidatos para decidir cómo conformar sus gobiernos, aunque destacando el objetivo de que las investiduras se produjesen después del 23-J. La constitución de los consistorios, muchos de coalición con Vox, precipitó los pactos con la ultraderecha, lo que arrastró a las autonomías.

Las baronías del PP comenzaron a marcar su discurso, pero de forma dispar, algo poco común en el partido, que siempre se ha caracterizado por una seguir una unidad de discurso, frente a la división dentro de los partidos de izquierdas. El candidato del PP en la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, alcanzó un acuerdo de coalición con Vox. En el texto programático no incluyeron ninguna mención a la violencia machista, pero sí a la violencia intrafamiliar, comprando así el discurso de Vox al respecto. Además, José María Llanos, que tomó el relevo del candidato de Vox condenado por violencia machista Carlos Flores, avivó el debate con esta frase: “La violencia de género no existe, la violencia machista no existe”.

El diputado de Vox José María Llanos
El diputado de Vox José María Llanos

Y esto acarreó la primera llamada al orden por parte de Génova, que tuvo que salir a marcar la postura nacional: “La violencia machista existe”, dijo Feijóo, lo que al rato repitió Mazón. Pero el juego de tronos en las autonomías no ha hecho más que empezar, porque la posición sobre la violencia machista se ha convertido en el polígrafo político que desvela las diferencias discursivas del PP.

Varios ayuntamientos cogobernados por el PP y Vox se quedaron sin concejalías de Igualdad LGTBI y de género, como Burgos, Toledo, Ciudad Real, Orihuela o Talavera de la Reina. Además, la ultraderecha esbozó en un catálogo su posición frente a la violencia machista, que ahora trata de instaurar en todos sus acuerdos con el PP, como ya consiguió en la Comunidad Valenciana.

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Para calmar las aguas, Feijóo intentó restar importancia a los términos y su inclusión en los acuerdos con Vox, “la violencia machista es una obviedad”, dijo el líder nacional del partido en una entrevista en la Cadena Ser. Lejos de amainar la polémica, la encrespó con una valoración sobre el ya mencionado candidato de Vox, Carlos Flores: “Tuvo un divorcio duro y conllevó un abuso verbal contra su exmujer”, dijo Feijóo, lo que matizó su portavoz de campaña, Borja Sémper, indicando que el líder del PP trataba de reproducir los argumentos de Vox para defender a su candidato.

Pero este martes la uniformidad brilló por su ausencia, lo que se visualizó de forma simultánea en la constitución de dos parlamentos: el de Baleares y el de Extremadura. En las islas, el PP y Vox alcanzaron un acuerdo programático unido a un pacto para repartirse la mesa del Parlament. En el texto se comprometen a “proteger a las mujeres de las agresiones”, especialmente “de la violencia intrafamiliar”, una fórmula pensada para no comprometer a ninguno de los dos partidos.

Sin embargo, la candidata del PP en Extremadura, María Guardiola, se plantó ante Vox al rechazar y criticar su inclusión en los gobiernos del PP. De hecho, a día de hoy el escenario más cercano para resolver la investidura extremeña es una repetición electoral.

Guardiola, que dijo que no podía dejar entrar al Ejecutivo a quienes niegan la violencia machista, deshumanizan a los migrantes y tiran a la basura la bandera LGTBI, pone en evidencia con sus afirmaciones los pactos del PP y Vox en la Comunidad Valenciana, en Baleares, en varios ayuntamientos e incluso comprometen a la Dirección Nacional del PP, que evita cerrar cualquier puerta de cara el 23J.

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