La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño (A Coruña, 1968), es una de las grandes protagonistas de la política española en las últimas semanas. Cuando parecía que el PSOE entraba en el cuerpo a cuerpo con el PP para apelar al votante progresista de cara al 23 de julio, la economía ha vuelto a ser en la última semana el eje vertebral del discurso de Pedro Sánchez.
El PSOE ha dirigido hacia ella todas las miradas al poner en sus manos el programa económico, la fuerza motriz con la que los socialistas aspiran a doblegar las encuestas que les alejan de la Moncloa. La consigna del presidente es sacar pecho de la gestión, que la ciudadanía sea consciente de los “logros económicos” frente a la “nada” que representa el PP en esta materia. “Nosotros tenemos a Nadia (Calviño) ellos tienen a nadie”, defendió el secretario general del PSOE en el Comité Federal celebrado hace una semana.
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Los datos hablan por sí solos: 20,8 millones de afiliados a la Seguridad Social y un robusto crecimiento de la economía española pese a las dos últimas crisis. Además, unas previsiones al alza para los próximos años por parte de los principales organismos, como la OCDE o el FMI.
La propia Calviño ha podido dar cuenta de ello desde el escritorio de las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, donde su presencia se acentúa cada vez más. De hecho, de los 22 ministros que componen el Gobierno, es la sexta más conocida. Según el CIS de abril, un 78,3% de los ciudadanos la conocen. También, es la tercera más valorada, por detrás de Margarita Robles y Yolanda Díaz.
El partido quiere aprovechar el buen momento económico para redirigir el foco de la campaña en sus medidas y hacer de la necesidad una virtud, esto es, revalidar el Gobierno para “culminar este proceso de modernización”. Calviño es su principal baza, a pesar de no pertenecer al partido ni ir en las listas (nunca lo ha hecho), lo que no exime que esté “comprometida” con el presidente, con quien ha hecho tándem a lo largo de estos años, y con su proyecto político.
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A esto se agarra el PP para rechazar el reto que lanzó la propia Calviño el pasado lunes, un nuevo cara a cara, pero esta vez, económico. La vicepresidenta quiere debatir sobre propuestas económicas para que la ciudadanía pueda ver “con claridad los diferentes modelos cuanto antes”. “Con las cosas del comer no se juega”, apostilló desde la sede de Ferraz, con las siglas del partido detrás.
Desde Bruselas a la Moncloa
La ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital ocupa esta cartera desde enero de 2020, coincidiendo con la formación del Gobierno de coalición. Desde junio de 2018 hasta esa fecha desempeñó el cargo de ministra de Economía y Empresa. Es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, licenciada en Derecho por la Universidad Nacional de Educación a Distancia y, desde 1994, funcionario de la Administración del Estado como miembro del cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado.
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Previamente a ocupar el cargo de ministra, desde 2010 a esa parte, Nadia Calviño estuvo al frente de otras labores de la Comisión Europea, donde fue directora general de Presupuestos, directora general adjunta de Servicios Financieros y directora general adjunta en la Dirección General de Competencia.
Hija de José María Calviño Iglesias, director de RTVE en los primeros años de Gobierno de Felipe González, llegó de Europa vestida de tecnócrata, pero a lo largo de estos años, especialmente desde que fue designada vicepresidenta primera tras la crisis de Gobierno de julio de 2021, ha desarrollado un perfil de marcado carácter político e ideológico.
Pese a ser considerada por sus socios de Gobierno, y por otros grupos parlamentarios progresistas, como el “rostro del IBEX”, la ministra puede presumir de levantar de su escaño a la bancada de Unidas Podemos por la réplica al portavoz de Vox en el Congreso durante una sesión de control. Fue el 5 de octubre de 2022 cuando reprochó a Iván Espinosa de los Monteros que no conociera a ningún “español real” que se beneficie de las medidas del Gobierno, como las subidas consecutivas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) o la reforma laboral.
“¿No conoce a nadie que se beneficie de la sanidad pública, del transporte público gratuito, de las ayudas a los autónomos, de los ERTE, de los avales del ICO, del ingreso mínimo vital (IMV), de las ayudas a las familias que tienen niños pobres? ¿Pero cómo puede ser que no conozca a ningún español real?”, afeó al representante ultra, a quien le recomendó que “revisara” a sus amigos.
Discrepancias con sus socios de la coalición
Lo cierto es que el desarrollo de muchas de esas medidas de las que presume Calviño, como las subidas del SMI, la reforma laboral, los impuestos a las grandes fortunas y a la banca, el tope del gas o la ley de vivienda, se han llevado a cabo entre disputas en el seno de la coalición, pues la parte morada del Gobierno ha denunciado en innumerables ocasiones el “torpedeo” y “bloqueo” a las mismas por parte de la vicepresidenta económica.
En los últimos días, coincidiendo con la euforia por los datos económicos y el intento del PSOE de personificar los logros económicos en su figura, la propia Calviño ha intentado quitar protagonismo a sus socios de la coalición al aseverar que Unidas Podemos “no ha tenido una influencia en la política económica”.
“La dirección de la política económica que hemos tenido el presidente Sánchez y yo creo que ha sido muy buena para nuestro país”, apostilló para arrebatar el liderazgo desempeñado por la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, en muchas de estas medidas estrella, especialmente en las subidas del SMI y la reforma laboral. “Aquí no se trata de Nadia o nadie, sino de cómo vamos a controlar la inflación, cómo vamos a hacer que la vida sea un poco más fácil, cómo vamos a solucionar los problemas de la ciudadanía”, respondió la líder de Sumar y vecina de escaño azul en el Congreso. El 23 de julio se decidirá si ambas seguirán siendo compañeras.
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