Sparks, el tándem musical que ha resucitado para llenar estadios y ha dilapidado las barreras generacionales

El dúo formado por los hermanos Mael vive una segunda juventud después de su participación ‘Annette’, la iconoclasta película de Leos Carax

Los hermanos Russel y Ron Mael para la portada de 'Angts My Pants', en 1982 (Photo by Eric Blum/Michael Ochs Archives/Getty Images)

Hace unos años, el dúo Sparks, formado por los hermanos Ron y Russell Mael, tocaba en salas pequeñas en nuestro país. Ahora, son casi cabezas de cartel del Primavera Sound. ¿Qué ha cambiado en este tiempo? Varias cosas, pero la más importante, su participación en la banda sonora de la película Annette, de Leos Carax, para la que compusieron todas sus canciones y también firmaron el guion. Además, habría que añadir su tenacidad en redes sociales, donde han ido reseñando sus hitos demostrando su simpatía y cercanía con el público, que ha redescubierto una música que ha roto las barreras generacionales. Incluso Cate Blanchett quiso participar en su último videoclip, The Girl Is Crying In Her Late, sellando el impacto popular de la banda en la cultura contemporánea.

Una carrera de fondo influenciada por el cine

La trayectoria de los Sparks siempre ha sido una carrera de fondo, pero lo cierto es que su influencia en la música de las últimas décadas resulta incuestionable. Fueron precursores de la escena ‘new age’ a mediados de los setenta y su estilo siempre ha resultado tan personal como intransferible dadas sus particularidades. Podríamos definirlos como unos intelectuales del sonido postmoderno por su capacidad para mezclar los géneros, que nos llevan de la ópera al glam rock, siempre con una base de pop pegadizo con letras repletas de fina ironía.

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Se criaron en California y, además de la música, siempre les obsesionó el cine. Parte de su infancia la pasaron en las salas de sesiones dobles. No importaba que la película hubiera empezado, casi mejor, porque así eran capaces de imaginar qué había pasado antes. De ahí, ellos mismos lo afirman, proviene su sentido de la narrativa dislocada que más tarde aplicarían a sus temas, en los que siempre encontramos elementos anómalos, atonías, y pasajes que nos llevan de una melodía a otra sin previo aviso. Más tarde se obsesionarían con Ingmar Bergman y con la nueva ola de cine francés, de manera que las vanguardias artísticas siempre formaron parte de su ADN creativo.

Himnos contemporáneos

Comenzaron llamándose Halfnelson (hay una película que se llama así a modo de homenaje protagonizada por Ryan Gosling) a principios de los setenta. Pero esta aventura no tuvo demasiado recorrido (a pesar de temas como Computer Girl, sin duda adelantado a su tiempo) así que decidieron mudarse a Inglaterra, cuya escena se amoldaba más a sus gustos e intereses.

En 1974, ya como Sparks, lanzaron su álbum Kimono My House, que marcó un antes y un después en su carrera, y que contenía el hit que todavía los sigue identificando, This Town Ain’t Big Enough for Both of Us. Su estilo teatral a la hora de actuar los catapultaría a la fama: Russell (el guapo) y sus movimientos sicalípticos y Ron, hierático, con su bigote de estilo hitleriano que al principio causó no pocas controversias.

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Fue su época de apogeo, el dúo no paró de acumular temazos y tenían la particularidad de ir en contra de cualquier tendencia. Los discos de Sparks son auténticas joyas que desafían los moldes prestablecidos ya desde sus conceptuales portadas. Después de la mítica de Kimono My House, con dos japonesas haciendo muecas, siguieron con Propaganda, con ellos dos atados, como secuestrados, en la cubierta de un yate. Por supuesto, capítulo aparte merece Angs In My Pants, en la que Ron aparecía vestido con un traje de novia, rompiendo los estereotipos de género.

Diferentes etapas hasta llegar a ‘Annette’

Ron y Russell Mael recibiendo el premio a la mejor dirección de 'Annette, de Leos Carax, que no fue a recogerlo REUTERS/Eric Gaillard

Han atravesado un buen número de etapas musicales, la electrónica junto a Giorgio Modorer, con No.1 In Heaven, que se convertiría en fundamental para entender el sonido de los años ochenta y, cuando parecía que no tenían más que aportar, se volvieron a reinventar, se abrieron a nuevas audiencias con himnos como When Do I Get to Sing ‘My Way’, practicaron el estilo repetitivo en My Baby’s Taking Me Home, de forma que toda la canción se convertía en un estribillo e introdujeron elementos sinfónicos, que marcarían su siguiente era, componiendo Dick Around, su particular Bohemian Rhapsodie y, en muchos sentidos, el germen de Annette.

En 2021, el director Edgar Wright, profundo admirador de la banda y responsable de cintas icónicas como Zombies Party, compuso un documental a modo de homenaje titulado The Sparks Brothers. En él nos introducía en su recorrido, así como en sus luces y sus sombras, como se refleja en uno de sus periodos más complicados. Durante seis años estuvieron preparando un musical basado en un manga, que tenía por título Mai, the Psychic Girl. Tim Burton compró los derechos y el proyecto parecía ir adelante, pero finalmente se desentendió para dirigir Pesadilla antes de Navidad y todos los esfuerzos quedaron en nada.

Pero siguieron adelante sin miedo a nada. Crearon una ópera radiofónica titulada The Seduction of Ingmar Bergman, que se convirtió en un musical, una versión que iba a dirigir el cineasta experimental Guy Maddin y que tampoco vio la luz. Pero no se desanimaron, o probablemente sí, pero se mantuvieron en su terreno. En la 65 edición del Festival de Cannes se presentó Holy Motors, el regreso por la puerta grande del ‘enfant terrible’ del cine francés Leos Carax, y se reunieron con él. Por fin, sus sueños se materializaron y hubo un ‘crush’. Le presentaron el guion de Annette y el director se interesó en él. El resultado fue un iconoclasta musical que marcaría un antes y un después en las trayectorias de todos los involucrados.

Sparks junto al elenco de 'Annette' entonando 'So May We Start'

En Annette se fundió el universo de los Spark con el de Leos Carax. Ambos exorcizaron sus fantasmas en esta gran obra que parece extraída del terreno onírico y que está repleta de ideas desbordantes. En la primera escena, vemos precisamente al director ensayando una audición con el grupo que entonará la canción de inicio: So May We Start. Todos los elementos se fundirán en un espectáculo repleto de vitalidad que irá tornando en un viaje de oscuridad protagonizado por Marion Cotillard y Adam Driver que se configura a modo de cuento macabro de princesas que muerden la manzana envenenada, en el que hay violencia machista, marionetas y espectáculo espectral.

Los Sparks continúan, sin miedo a los clichés. Se encuentran en plena forma, continúan desarrollando proyectos imposibles que quizás salgan adelante, o quizás no, pero han demostrado que su capacidad de aguante es invencible y que ya tienen asegurado un pódium entre los grandes de la música de nuestro tiempo.

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