Podemos se ha rendido. Tras semanas en pugna con Yolanda Díaz para, primero, llegar a un acuerdo de coalición con el objetivo de presentarse dentro de Sumar a las próximas elecciones generales y, después, para revertir -sin éxito- el veto impuesto a Irene Montero, a quien la vicepresidenta segunda no quería en las listas electorales, el partido que lidera Ione Belarra ha aceptado que tendrá “un papel modesto” en la campaña que se avecina. Sin embargo, la derrota de la formación va más allá de estos comicios ya que, sea cual sea el resultado que arrojen las urnas, el Podemos post 23-J será muy distinto al de hasta ahora.
El partido surgido de la indignación del 15-M no solo ha asumido su rol secundario hasta que se celebren los comicios sino que también ha entendido que ya no será el partido predominante a la izquierda del PSOE. Por más que Sumar obtenga un resultado por encima de sus expectativas el próximo 23 de julio, Podemos tendrá -muchos- menos diputados de los 23 que ha tenido en esta última legislatura y esto se debe a que no ha salido bien parado en las negociaciones entre las distintas formaciones que componen Sumar.
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“Nosotras no vamos a marcar en esta ocasión la estrategia de la campaña, nuestro trabajo debe ser, y así lo haremos, ponernos detrás de Yolanda Díaz y estar allí donde se nos pida”, sostuvo este sábado Belarra en el Consejo Ciudadano Estatal. Belarra también ha afirmado que Podemos ha decidido firmar la candidatura conjunta con Sumar porque es la única posibilidad de revalidar el gobierno de coalición. Lo que la dirigente morada no ha confesado es que esa es también la única opción de la formación para subsistir.
Debacle del 28-M
Y es que el partido ha salido muy mal parado de las pasadas elecciones autonómicas y municipales, desapareciendo de la Asamblea de Madrid y de la Generalitat Valenciana, así como de los ayuntamientos de las capitales de ambas regiones. Tras esta debacle, consecuencia del desgaste sufrido como socio minoritario del gobierno de coalición, Podemos ha llegado a la negociaciones con Díaz muy debilitado y sin la fuerza suficiente para defender su posición en la escena política española de los últimos años.
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Asimismo, quizá ante la rapidez con la que el país se ha visto otra vez ante un proceso electoral, la formación morada parece aún no haber reflexionado sobre los motivos de los desastrosos resultado de los comicios autonómicos, por los que sigue culpando a causas ajenas a la organización, y denota estar sin un rumbo claro. En este sentido, la secretaria general del partido ha explicado que lo sucedido en las elecciones del 28M se debe a que Podemos va contra la corriente, en medio de un “tsunami reaccionario” y tras haber sido víctimas del poder político, económico y mediático “con horas de bulos en prime time”.
Así las cosas, el futuro de la agrupación no parece ser muy alentador. Por más que los españoles confíen, contra todo pronostico -salvo el del CIS-, nuevamente en la izquierda en la próxima legislatura, la formación no estará en condiciones de exigir concesiones para su espacio en una posible nueva coalición de gobierno. No tendrá ni el peso ni los diputados suficientes para hacerlo. Podemos, simplemente, no podrá.
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