En este Eurobasket femenino, la cosa va de finales anticipadas: España volvía a jugarse la eliminación continental y algo tan gordo como quedar fuera de la pelea por las plazas olímpicas en cuestión de 48 horas. Esta vez, con Grecia al otro lado de la cancha. La patata caliente era tan peliaguda como la del viernes, pero, como entonces, se evitó la explosión. A pesar de un tercer cuarto casi tan sufrido como el que se vivió ante Montenegro, las chicas de Miguel Méndez aguantaron el tipo y se clasifican para cuartos de final como primeras de grupo (76-60).
No ha sido una fase inicial nada sencilla la que se ha encontrado la selección. El encuentro ante las helenas tampoco fue para nada plácido, porque estas también lograron meterse en el partido cuando más controlado parecía tenerlo España. Después de mandar hasta por 13 puntos en la primera mitad, con un +8 al descanso, tocó apretar los dientes. La igualdad que presidió los primeros minutos volvía nada más concluir el descanso: tocaba ir de menos a más para subsistir.
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España ya supo crecer al borde del parón entre mitades, con una racha anotadora especialmente loable de Cristina Ouviña, y también a partir de mediados del tercer periodo, cuando el bocinazo ya no estaba tan lejos. La defensa fue la que propició el mayor control de la iniciativa del que gozaron las integrantes de La Familia, aunque fue otra jugadora de perímetro la que permitió que las nuestras se alejasen definitivamente en el marcador: una Queralt Casas tan o más volcánica que su compañera maña.
Otro sobresaliente para las secundarias
Una vez más, las acciones de pundonor de Alba Torrens, Laura Gil y Raquel Carrera (las dos últimas también muy sólidas atrás) quedaron secundadas a la perfección por el talento que espera su oportunidad en el banquillo español, que brindó contribuciones decisivas por segunda jornada consecutiva. El equipo se acordó para bien del buen trabajo a la hora de cortar las líneas de pase griegas en ciertos momentos del encuentro, logrando que la fluidez resultase mucho menor en el bando heleno cuando los mejores baluartes de su quinteto inicial se tomaban un respiro.
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Fasoula presentó batalla bajo tableros (aunque mucho menos de la que podría: trabajo sucio brillante de Carrera), Spanou fue un incordio tirando de lejos y Pavlopoulou hizo jugar lo suyo a Grecia. No obstante, España supo mostrar su mejor cara defensiva en los momentos más comprometidos, haciendo gala de la frialdad necesaria para no desconcentrarse ante las buenas rachas del contrario y estirar las suyas hasta la extenuación. Cuando hubo que responder, se respondió: para muestra, también los chispazos de Maite Cazorla, que pudo celebrar su cumpleaños con el mejor de los regalos.
Ahora toca descansar, viajar a Liubliana y esperar rival para el jueves: Alemania o Eslovaquia (tendrán que pasar por los octavos, a diferencia de las españolas). Con la sexta presencia consecutiva en los cuartos de final del Eurobasket, la clasificación para París 2024 ya está más cerca. Queda por saber si los problemas en el hombro de María Conde, tan importante contra Montenegro y casi inédita este domingo, se quedan en mera anécdota o no.
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