Guillermo Zapata reconstruye la historia del ‘tamayazo’: “Ese día se rompió algo en Madrid”

El exconcejal y escritor publica ‘No a todo’, un repaso en primera persona de aquel incidente que ahora cumple 20 años

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Guillermo Zapata, autor de 'No
Guillermo Zapata, autor de 'No a todo' (Helena Margarit)

Guillermo Zapata, en lo que ya parece otra vida, fue concejal del Ayuntamiento de Madrid con Manuela Carmena. Ahora, su vida gira en torno a la escritura, los guiones y el columnismo. El madrileño ha sacado un nuevo libro, No a todo (editorial: Lengua de Trapo), un episodio sobre aquel histórico tamayazo, momento en el que Rafael Simancas no alcanzó la presidencia de la Comunidad de Madrid porque dos diputados del PSOE se abstuvieron, elemento que abrió las puertas al poder a Esperanza Aguirre.

En su novela confluye un guion que escribió para que ese momento se convirtiera en película con la mirada actual sobre aquellos hechos, que marcaron para siempre el destino de la Comunidad de Madrid, gobernada por el Partido Popular los últimos 20 años y con una reciente mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso.

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Pregunta: Haciendo el símil con series, la política, al menos este caso del tamayazo, se parece más a Vota Juan que a El Ala Oeste de la Casa Blanca.

Respuesta: Sí, el tamayazo es un ejemplo perfecto de una política muy poco épica. Todo es cutre, las decisiones son muy improvisadas e incluso la manera de contarlo le ha dado más glamour que las cosas que pasaban ahí. Era gente actuando por sus intereses personales y ejecutado de una manera cutre.

P: La división interna del PSOE fue clave, pero la historia ha trascendido como la compra de dos diputados por parte del PP.

R: El libro está todo basado en lo que se contó entonces. En la historia que contaron los medios, muy rápidamente se construyó como una conspiración política del PP comprando dos tránsfugas del PSOE. Mi sensación es que a Tamayo le unía al PP sus intereses urbanísticos. Hay una parte que tiene que ver con la interna del PSOE, pero sus intereses no eran solo cargos, eran intereses económicos. Y esos intereses se relacionaban con intereses económicos que tenía el PP. En esa cutrez, en esos días, entiendo que habría muchas conversaciones cruzadas y muchos intentos de los partidos de situar en los medios el escenario que les venía mejor, especialmente cuando se empieza a decantar una repetición electoral. Por eso, creo que hay cierto consuelo en sectores progresistas con la idea de que hay unos malvados que han comprado a los tuyos... Pero bueno, eran tuyos y estaban muy alejados del bien común.

P: ¿Cuál es la identidad del PSOE de Madrid? Si es que tiene.

R: Creo que es una identidad basada en dos cosas: una es la propia fuerza que tenga el PSOE en un momento concreto a nivel general, independientemente de su tesis política en Madrid; luego, las alcaldías que ha tenido como Alcorcón, Leganés, Móstoles... ahí ha habido alternancias, no es eso de 30 años del PP; además de eso, otro elemento que es muy importante de la identidad del PSOE en Madrid es mucha división, ruptura entre familias y Ferraz, y una dificultad para encontrar una hipótesis propia para Madrid.

R: Somos el único territorio del Estado que tiene fuerzas territoriales que no son nacionalistas, que se mantienen con buenos números y por delante del PSOE de forma sostenida. Eso es una anomalía contra cíclica. Las fuerzas que han conseguido poner esto encima de la mesa, Ahora Madrid y Más Madrid, crecen en un momento de retroceso general de ese espacio político, así que eso me lleva a pensar que tiene que ver con la falta de hipótesis política del PSOE en Madrid, y eso sí tengo claro que empieza con el tamayazo.

P: ¿De verdad se rompió algo con ese tamayazo o ganar esas elecciones iba a ser una anomalía por la tensión generada por la guerra de Irak?

R: Creo que ese día se rompe algo, sí. Si el PSOE e IU hubieran gobernado habrían implementado ciertas políticas y el debate sería si ese gobierno es bueno u otro. Pero si se hubiera perdido, ocho años después estaríamos en el ciclo 15-M, y en las elecciones de 2015 la recuperación de Madrid hubiera entrado dentro de la normalidad. Pero no se produjo el cambio bipartidista en 2003 y se produjo un desencaje de Madrid que va construyendo una realidad propia y que es uno de los elementos que favorece el aguirrismo y ahora a Ayuso, como un Madrid desencajo en España.

P: ¿Tienes esa sensación de que nunca el corrupto sale tan perjudicado de un escándalo como el corruptible? La reforma laboral de Yolanda Díaz estuvo a punto de caer por dos tránsfugas de UPN y no ha pasado nada.

R: No lo sé... Creo que tiene que ver con lo que la sociedad considera tolerable. Tras el tamayazo, los siguientes diez años, la corrupción en Madrid fue flagrante y era tolerada desde la ciudadanía. Pero hubo un momento en el que dejó de estarlo. El PP estuvo a punto de pasar a ser segunda fuerza, pero ha logrado revertirlo. La fragmentación del voto en la derecha ocurrió y ha tenido hasta tres partidos. La corrupción ha tenido un papel en eso.

Guillermo Zapata, autor de 'No
Guillermo Zapata, autor de 'No a todo' (Helena Margarit)

R: No compro que no le pasara factura al PP, otra cosa es que le pase tanta factura como para desaparecer. Hay que saber vivir con que la gente acepta que las cosas pasan y recalcula su relación con el partido. Hay un ejemplo que lo explica bien. Para todos los que venimos de hacer vida política durante el 15M, la idea de que el partidismo se recomponga tiene un elemento de derrota, pero lo cierto es que 12 años después del 15M ha habido un montón de gente que ha vivido en un orden social con un parlamento distinto al que nosotros conocimos y que no entiende que reforzar ciertos partidos sea volver al bipartidismo, ven que solo se avanza hacia allí. Vivimos como derrota el producto de nuestras victorias, pero es que ningún proceso social es definitivo, los acontecimientos acaban y entran cosas nuevas.

P: Dices que el tamayazo es producto del bipartidismo

R: El bipartidismo no es solo PP y PSOE, es también el momento de partidos con mucha estructura y que entienden el uno para el otro, el turnismo, que es peor que la polarización. Eso puede ser encarnizado, pero se entiende que se cambian los papeles, y genera relaciones de mutuo entendimiento, y esto genera la idea de que Tamayo y Saez no serían muy diferentes a otros concejales del PP, porque les une una manera de mirar al mundo. Por eso quería hablar del ejemplo de Morán Santín —que pidió al diputado García Castaño que se abstuviera en la primera votación—, que no está ligado al tamayazo, pero reproduce la misma lógica: tengo un interés particular que me separa de mi organización y la gente que me ha votado. Por tanto, se mueve como agente libre.

P: ¿Es parecido el Madrid y su tensión de 2003 con la guerra de Irak y con el Madrid de 2013 y el auge de nuevos partidos?

R: Noto mucha diferencia entre 2003 y 2013. Una persona joven en 2003 podía tener un universo activista y eras o del lado del partido o del espacio de los movimientos. Pero además, a nadie se le pasaba por la cabeza hacer una movilización contra el tamayazo. Todo el mundo entendía que cuando se había votado, la responsabilidad pasaba al lado de los políticos. Eso es una diferencia crucial respecto a 2013. 2013 impugna esa idea. El tamayazo no habría sido tolerable en 2013 en términos de movilización social. Tanto, que es dudoso pensar que ese voto desafectado del PSOE en 2003 no tenía a dónde ir. Ese año Izquierda Unida no pierde votos y el PSOE mucho, se produce un desafecto. En 2013 ese desafecto se habría canalizado en otros espacios políticos.

P: ¿Y en qué se parece 2003 al 2023?

Ahora, el ecosistema mediático es radicalmente distinto. Las redes no te conciben como un espectador, quieren que participes. Así que Ayuso no quiere votantes, quiere fans. Ayuso y cualquiera, necesitas que haya actividad. Esto es agotador, no tiene nada de bueno, pero es el campo de juego.

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