El ministro de Sanidad, José Miñones, ha abierto la puerta a una retirada definitiva del uso obligatorio de la mascarilla allí donde aún es obligatoria: hospitales, centros de salud y farmacias. La mascarilla en estos espacios es el último resquicio aún vigente de la pandemia de covid-19, una medida que el Gobierno ha rehusado retirar en varias ocasiones y que ni siquiera ha puesto encima de la mesa a pesar de que en la mayoría de países de Europa el tapabocas es ya un recuerdo.
Miñones ha abierto la puerta a esta retirada en una entrevista en RNE, donde ha asegurado que a finales de mes se reunirá el próximo Consejo Interterritorial y será allí donde se debata la cuestión: “Estamos más cerca de que sea un uso recomendado”, ha asegurado durante su intervención en la radio estatal. El Ministerio de Sanidad ha señalado a Infobae España que aún no hay una fecha concreta para esta cita.
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Sin embargo, se mantendrá el protocolo que ha regido durante estos años y solo se hará la propuesta formal de retirada de mascarillas cuando lo recomiende oficialmente el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. La reunión con las comunidades, cuestión que se ha realizado durante toda la pandemia, sirve para poner en común opiniones de las diferentes consejerías de Sanidad.
El ministro ha subrayado que serán los expertos —con los informes técnicos— los que nos digan cómo proceder a su retirada, “si de forma prolongada o definitiva o escalonada”, antes de mostrarse convencido de que “estamos más cerca de que sea un uso recomendado, más que obligatorio”.
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El impacto de la covid-19 ha sido ampliamente neutralizado en España y en octubre llegará una nueva tanda de vacunaciones, ya con la dosis española de Hidra. El antiviral de origen nacional será inyectado a las personas más vulnerables, por lo que la edad volverá a ser una clave para evitar nuevos repuntes durante el próximo otoño.
Actualmente, tan solo hay 2.380 pacientes ingresados por covid en hospitales y las camas ocupadas son el 1,92%, cifras mucho más controladas que en otras fases de la pandemia. Una vez que el virus mutó en la variante ómicron, la mortalidad descendió y la enfermedad pasó a ser mucho más contagiosa pero menos peligrosa.
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