Así es Amaia, la hija desconocida de Karlos Arguiñano que dejó el motociclismo y ahora trabaja en la bodega de su padre

La joven ha dado el salto al negocio familiar y lleva las riendas de uno de los proyectos más sorprendentes

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Karlos Arguiñano y su hija Amaia en una imagen de redes sociales. (instagram.com/bodegak5)
Karlos Arguiñano y su hija Amaia en una imagen de redes sociales. (instagram.com/bodegak5)

Karlos Arguiñano no es solo uno de los rostros más conocidos de la cocina española, también uno de los empresarios demayor éxito. Si bien le debe buena parte de su carrera a la televisión, donde lleva décadas compartiendo sus mejores recetas, lo cierto es que el vasco ha demostrado una gran habilidad en los negocios al diversificar y apostar por diferentes sectores. Gracias a ello es la cabeza de un imperio cuyo punto en común es el mundo de la gastronomía y que comparte con su familia.

Si bien su hijo Joseba es el más conocido de todos, pues ha seguido sus pasos en el mundo de la cocina y la televisión, no es el único que destaca. Padre de siete hijos, hay muchos que han apostado por el anonimato y crecer alejados de la larga sombra del apellido Arguiñano, pero hay una que acaba de saltar al foco público debido a las cariñosas palabras que le ha dedicado el de Guipúzcoa.

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Karlos Arguiñano con uno de los vinos de su Bodega K5. (instagram.com/bodegak5)
Karlos Arguiñano con uno de los vinos de su Bodega K5. (instagram.com/bodegak5)

Ha sido en la revista ¡Hola! donde Karlos ha reconocido que Amaia se ha convertido en un “soplo de aire” con su llegada a uno de los negocios familiares, la Bodega K7. Se trata de un viñedo que poseen en el municipio de Aia y del que la joven está sacando su mejor faceta, ocupándose de una edición limitada de vinos que está recogiendo buenas críticas.

Pero lo más sorprendente no es que Amaia haya empezado a trabajar con su padre, sino el gran cambio que ha supuesto para su carrera profesional y es que, hasta hace poco, se dedicaba al mundo del motociclismo.

Estudió Ingeniería Técnica Mecánica en Mondragón y un grado superior en Ingeniería Industrial que le abrieron las puertas de este deporte de motor, llegando a trabajar como ingeniera telemática en el A&G Racing en el mundial de 2015. Según contaba por aquel entonces en una entrevista para Sport, la pasión por las motos es una tradición familiar y es que a su padre “padre siempre le han gustado las motos y todos los domingos veíamos las carreras”.

Pese a ello, tras siete años en el paddock Amaia decidió dedicar su tiempo a su otra gran pasión, la gastronomía, y es que también llegó a formarse en actividad vitivinícola en la Universidad de La Rioja. ”Cuando me ofrecieron la opción de trabajar en la bodega me atrajo la idea. Me encanta la gastronomía y la naturaleza. De hecho, en los últimos años de mi carrera en las motos, empecé a formarme en el mundo del vino estudiando Dirección de Empresas Vitivinícolas y Viticultura en la Universidad de La Rioja para tener unas nociones básicas”, explica en la revista rosa.

Karlos Arguiñano y su hija Amaia posan con Alberto Chicote y Antonio Resines en la Bodega K5. (instagram.com/bodegak5)
Karlos Arguiñano y su hija Amaia posan con Alberto Chicote y Antonio Resines en la Bodega K5. (instagram.com/bodegak5)

Aunque ella lleva un tiempo al frente de los caldos familiares, gracias a la nueva edición limitada se ha unido a su padre, algo que para ella es muy positivo pues cuenta con su apoyo, “siempre me transmite su confianza y positivismo”, ha asegura. Sobre cómo se ve ella en este rol tan importante, afirma que siente un extra de responsabilidad al tratarse de un negocio familiar ya que “hay sentimientos de por medio porque no quieres fallar a nadie, pero mucho menos a un ser querido”.

Por su parte, el cocinero estrella de la televisión tiene claro que la llegada de su hija Amaia a los viñedos “ha sido como un soplo de aire fresco” y es que siempre ha destacado por ser una persona “muy aplicada”. “La compararía como una hormiguita: pasito a pasito sube la colina”, afirma con cariño.

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