“No puedo, no puedo”. Fueron las palabras que gritó Carlos Alcaraz tras sentirse paralizado en su partido de semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic. “Aquí, aquí, aquí… estoy muy jodido tío. ¿Cómo puede ser?” le preguntaba el tenista murciano con cara de incredulidad a su equipo. La presión por tener delante al tenista con más Grand Slams de la historia, la Philippe Chatrier llena hasta la bandera, la tensión, los nervios... a Carlos se le juntaron demasiados intangibles. Acababa de igualar el partido ante uno de los mejores tenistas de la historia cuando su cuerpo dijo hasta aquí.
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Los calambres se apoderaron de su cuerpo y fueron aumentando hasta paralizarlo por completo. “Lo achaco más a lo mental, iba más tenso de la cuenta. No he sabido relajarme ni quitarme la tensión extra y después de la intensidad de los primeros sets, pues te pasa más factura. Ha sido complicado manejar los calambres. Primero era la mano, luego la pierna y al final prácticamente todo el cuerpo. Toca entrenar más y saber manejar las situaciones mejor”, explicó Alcaraz tras el partido.
La mentalidad, ese aspecto que en el mundo del deporte cada vez cobra más relevancia, acabó jugando una mala pasada al español. Marta Panizo, directora y fundadora de Catarsis psicología, explica a Infobae España cómo fue el procedimiento por el cual el cerebro de Alcaraz exteriorizó la tensión en forma de agarrotamiento muscular. “Ante la amenaza de un estímulo fuerte, el cuerpo puede huir o atacar, pero cuando el mecanismo está tan sobrepasado, empieza a dar fallo y en ese momento se produce la disociación. Él podía saber lo que estaba pasando, pero no podía sentirlo porque fue una forma de protección del cuerpo. Cuando los estímulos como la presión están por encima de los recursos para combatirlo, el cuerpo se congela y dice ‘hasta aquí, no puedo más’”, explica Marta.
Mismos estímulos, diferente reacción
Alcaraz sufrió el agarrotamiento muscular en un escenario que podría catalogarse como su zona de confort. Compitiendo al máximo nivel, ante un rival al que ya había vencido, en una pista donde ya había competido... sin embargo, el pasado viernes no respondió como en otras ocasiones. “Entran en juego varios aspectos. Lo que se debe tener claro es que las emociones no se controlan, se aprenden a gestionar. Alcaraz es una persona, no una máquina. Si ante un escenario donde hay mucho estímulos de presión y exigencia entras completamente tranquilo, puedes desajustarte. Incluso aunque haya pasado de forma satisfactoria por ese mismo escenario anteriormente, porque entran en juego otros factores. Tal vez tenía problemas para dormir, personales, alimenticios... todo suma”, apunta la directora de Catarsis Psicología.
Y por si Alcaraz tenía poca presión cuando sucedió el agarrotamiento muscular, encima tuvo que librar una batalla contra el reloj. Eso sí, fue express porque sólo tenía 90 segundos, tiempo estipulado de asistencia médica cuando un tenista sufre calambres, para ser atendido. “Si se tienen mecanismos previos adquiridos y unas pautas para tranquilizar, es posible que vuelva la conexión con el cuerpo, pero Alcaraz tenía demasiada presión. Se rompieron sus mecanismos de defensa y encima, estando completamente desconectado, tenía un tiempo limitado para volver a ser el de siempre. Eso no ayuda, empuja a estar peor”.
Y en menos de una semana... vuelta a la competición
El circutio ATP continúa. Una vez disputada la temporada de tierra batida, es turno de la hierba de Wimbledon, pero antes la de Queen’s. El torneo preparatorio para el tercer Grand Slam de la temporada empieza el próximo 19 de junio y allí, poco más de una semana después de lo sucedido en la Philippe Chatrier, estará Carlos Alcaraz. “Que llegue mentalmente tranquilo dependerá de si tiene las herramientas para gestionar emociones lo suficientemente preparadas. No se puede garantizar que no vuelva a pasar porque, además, se desarrolla el miedo al miedo. Puede sentir cualquier sensación corporal, pensar que puede volver a ocurrir y él mismo autosugestionarse y facilitar así que pueda volver a pasar. Para una persona que nunca le ha pasado antes es muy arriesgado, para alguien que ya tenga un trabajo previo realizado, puede llegar mentalmente preparado, explica Marta.
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Pero ¿cómo se trabajan esas herramientas para que evitar que vuelva a producirse? “Se pone el foco en dos planos, el interno y el externo. En el primero entran en juego las sensaciones físicas, los pensamientos que haya tenido cuando sufrió los calambres... y en el externo los detonantes que han generado esa presión como el entorno, los gritos, el calor... hay que escuchar a nuestro cuerpo porque lanza mensajes antes de llegar al agarrotamiento muscular”.
El deporte de élite ha puesto tradicionalmente el foco en mejorar físicamente para lograr el máximo rendimiento. Ciertos entrenadores se convirtieron en tenientes y sargentos que, en ocasiones, se olvidaron de la persona existente detrás del deportista. “El aspecto físico es fundamental, pero si lo mental no está bien, el resto da igual. Se necesita tener un físico sobresaliente para competir en la élite, pero si la mente está bloqueada, no se puede hacer nada. Para mí lo mental tiene un 60% de valor y el físico el 40% restante. El cerebro es la energía para el cuerpo. Hay que cuidarlo. Muchos deportistas ignoran el dolor para conseguir los objetivos deportivos y se acostumbran a ello. Hay que conocer los límites de nuestro cuerpo para no pasarlos porque en cualquier momento se puede producir un repunte”, finaliza.
Carlos Alcaraz y su equipo tienen aún por delante una semana hasta que el murciano vuelva a empuñar su raqueta. Carlitos comenzó el pasado viernes una carrera a contrarreloj contra sí mismo para recuperar sensaciones y redimirse de lo ocurrido en París: el torneo de Queen’s le espera.
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