Sumar coge vuelo mientras Podemos agita una batalla contraproducente y sin salida

La actitud de Pablo Iglesias y Echenique, herméticos en sus críticas, choca con el silencio de Yolanda Díaz y el resto de partidos que integran la coalición

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Montaje con imágenes de Yolanda Díaz, líder de Sumar, y Pablo Iglesias, exdirigente de Podemos.
Montaje con imágenes de Yolanda Díaz, líder de Sumar, y Pablo Iglesias, exdirigente de Podemos.

La coalición de las izquierdas para las elecciones generales del 23-J está dando mucho que hablar. Sumar existe, al menos en el papel. Yolanda Díaz la registró in extremis el pasado viernes, pocas horas antes de agotar el plazo. El acuerdo llegó hasta el comité federal del PSOE, donde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, valoró el pacto como “una noticia positiva”. No es para menos. El liderazgo de la próxima legislatura se juega precisamente en el tercer cajón del podio. Todo depende de lo que sean capaces de hacer tanto Díaz como Abascal en las circunscripciones más ajustadas, de ahí la satisfacción del líder de Vox, al que le viene como anillo al dedo todo el ruido generado en la última semana en torno a las listas, los vetos y los egos del bloque progresista.

Después de la tempestad dicen que llega la calma, aunque parece que en esta ocasión ni siquiera el refrán encaja. La actual crisis interna que atraviesa la izquierda tiene múltiples lecturas, tal vez demasiadas, y por eso lo que prevalece es el bullicio. Sumar, que integra a una quincena de formaciones, marca distancias para coger vuelo. Al menos, esa es la actitud de cara a la galería. Este sábado Yolanda Díaz, líder de la plataforma, presentaba el proyecto sin referencias al conflicto, con la mirada puesta en la convocatoria electoral. La estrategia de Podemos, en cambio, pasa por exprimir al máximo la polémica.

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Sumar es una coalición de 15 partidos. Casi todos han llevado las negociaciones con cierta discreción, sin entrar en reproches cruzados para no empañar la imagen final del puzle. Casi todos menos uno, Podemos, que ha mantenido un tira y afloja constante con la vicepresidenta segunda y número uno de la formación. Los de Ione Belarra han hecho de los “vetos” su coartada e insisten en la necesidad de incluir en las listas a Irene Montero, actual ministra de Igualdad y superviviente de la vieja guardia del partido morado, para seguir adelante con el pacto.

Este fin de semana, Pablo Echenique defendió a su compañera de partido y denunció, en el mismo comunicado, su “veto indirecto”: Sumar no lo colocó como cabeza de lista por Zaragoza. Se trata del único escaño que obtuvo Podemos en Aragón en los comicios de 2019, por lo que su caída de la papeleta implica automáticamente la salida del Congreso. Irene Montero, en cambio, se mantiene en la sombra y sólo apareció para responder al gesto de Echenique. “Jefe, te quiero mucho”, contestó a la carta del portavoz. Mucho más activo está Pablo Iglesias, exsecretario general de la formación, que compartió en Twitter varios artículos y opiniones adversas contra la coalición que su propio partido integra. Uno de los textos, publicado en Canal Red, el medio que él mismo dirige, culpa a Díaz del “entierro” de Podemos y desluce con un repertorio de descalificativos su proyecto político.

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Yolanda Díaz: oídos sordos

Mientras, la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de Sumar, Yolanda Díaz, ha preferido no hacer declaraciones en público sobre los reproches que entorpecen desde hace unos días la puesta en largo de su coalición. En la presentación del acuerdo ni siquiera mencionó de forma explícita al partido morado y se dirigió en los mismos términos a cada uno de los 15 grupos que concurren en la misma papeleta. Un reportero de Canal Red que acudió al acto trató de conseguir las primeras palabras de la todavía ministra de Trabajo sobre sus próximos pasos a seguir, aunque no obtuvo respuesta. La candidata se mantuvo fiel a lo que han transmitido siempre desde Sumar: Podemos será tratado como uno más dentro de la coalición.

Yolanda Díaz durante el acto de presentación de Sumar.
Yolanda Díaz durante el acto de presentación de Sumar.

El intercambio de regañinas ha alcanzado incluso a líderes históricos del bloque progresista, como Alberto Garzón, que ha renunciado voluntariamente a formar parte de las listas de Sumar para el 23-J. El coordinador general de Izquierda Unida ha denunciado a través de su perfil de Twitter los ataques recibidos por “un ejército de soldados tuiteros” que se hicieron eco de un bulo sobre su futuro profesional. Además, ha aprovechado para recordar que “hay vida más allá de los cargos públicos” y ha pedido a sus detractores que “dejen de intoxicar” el ambiente a poco más de un mes de la cita con las urnas.

Por mucho que el acuerdo entre Podemos y Sumar esté cerrado, las formas ponen en riesgo su objetivo final: motivar a los votantes de izquierdas, sobre todo cuando falta menos de un mes para el inicio de la campaña. La coalición será decisiva para mantener el gobierno progresista, pero mientras Yolanda Díaz avanza, los morados se mantienen en pie de guerra.

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