‘Alma viva’: espíritus y supersticiones en un pueblo de Portugal

La ópera prima de Cristèle Alves Meira se inserta en la nómina de una nueva generación de mujeres que apuesta por recuperar las raíces desde un punto de vista mitológico

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La pequeña Lua Michel, protagonista de 'Alma viva', de Cristèle Alves Meira
La pequeña Lua Michel, protagonista de 'Alma viva', de Cristèle Alves Meira

“Llegará un día en el que a todas las mujeres libres e independientes se las llame brujas”, dice uno de los personajes de Alma viva (casi a modo de representante corifeo de la tragedia griega) el magnífico debut en el largometraje de la portuguesa Cristèle Alves Meira. Se refiere a su sobrina Salomé (Lua Michel, la hija de la directora), que pasa las vacaciones de verano con su abuela, su ‘avó’ (Esther Catalão) en un pueblo perdido en las montañas donde el progreso no parece haber llegado y donde se mantienen intactas algunas tradiciones ancestrales relacionadas con el folclore de la zona, con algunas creencias que tienen que ver con la muerte y los espíritus.

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Precisamente la ‘avó' realiza rituales cuando alguien fallece para que el alma que se ha escindido del cuerpo, encuentre su camino y no se quede en el mundo de los vivos. Esas enseñanzas se las ha traspasado a su pequeña nieta, que la ayuda en todos los preparativos. Pero le advertirá que tiene que tener cuidado, porque tiene ‘la capacidad de tener el cuerpo abierto’ y alguna de esas entidades podría introducirse en ella y quedarse para siempre.

Nueva corriente de realismo mágico

La muerte estará siempre presente en 'Alma viva', de Cristèle Alves Meira (Paco Poch)
La muerte estará siempre presente en 'Alma viva', de Cristèle Alves Meira (Paco Poch)

La directora se adentra en todo este imaginario sobrenatural creando un fascinante universo rural en el que lo cotidiano se funde con el realismo mágico de una forma tan original como absorbente. Así, nos introducimos en un espacio telúrico dominado por un enclave matriarcal en el que cada una de las mujeres que lo forman han de enfrentarse a sus propias cargas y a las habladurías de un pueblo que las considera malditas. Mujeres que han tenido que ganarse la vida en un entorno hostil y cuyas raíces han terminado por convertirse en una condena.

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Alma viva está contada desde la mirada de Salomé, que tendrá que desentrañar las rencillas de los adultos que permanecen latentes dentro de ese pequeño microcosmos al mismo tiempo que hacer frente a sus particularidades como médium y al traspaso de esa herencia que es, al mismo tiempo y un don y un castigo. Así, la realidad y la fantasía se unirán para crear una atmósfera mágica en la que lo inexplicable adquiere una presencia física en la figura de esa niña capaz de relacionarse con los elementos a través de su percepción.

La película se presentó en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, fue la representante de Portugal en los Oscar y tiene un sabor único y muy personal que podría inscribirse dentro de la nómina de óperas primas dirigidas por mujeres que utilizan el elemento local para otorgarle una dimensión etérea y prodigiosa que tiene que ver con las propias costumbres de la zona en la que transcurre, como es el caso de El agua, de Elena López Riera, Secaderos, de Rocío Mesa, O corpo abierto, de Ángeles Huerta o toda la obra de Alice Rorwacher. Películas que hablan de mitología dentro de un entorno costumbrista y que nos ofrecen una mirada diferente a nuestro entorno.

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