Lo que parecía ser una cita controvertida, al final resultó ser una balsa de aceite para el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Quizás porque los que más motivos tenían para quejarse, no estuvieron presentes para hacerlo. También, porque los que levantaron la voz, lo hicieron de forma “educada” y “sosegada”, pero llamando a “emplearse a fondo” en la campaña electoral del 23 de julio. En esencia, transmitir unidad de cara a esta cita es el principal objetivo fijado por el partido, que quiere pasar página de los malos resultados electorales del pasado 28 de mayo.
Los socialistas celebraron este sábado en la sede de Ferraz (Madrid) un Comité Federal, el máximo órgano de decisión entre congresos, para ratificar las listas de candidatos a las próximas elecciones generales, encabezadas por el presidente del Gobierno y con una amplia presencia de miembros del Consejo de Ministros (hasta doce).
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El ambiente antes del cónclave no era el más propicio, ni mucho menos. Estaba más bien caldeado. El motivo, los cambios de última hora introducidos por Ferraz este viernes en el Comité Federal de Listas. Cabe destacar que la cúpula del partido tiene la potestad para introducir nombres distintos a las propuestas aprobadas por los comités provinciales o regionales días atrás. Y lo hizo.
Ferraz solivianta al partido
Las modificaciones en las listas electorales causaron conatos de rebelión en Castilla y León y Aragón, y el enfado en la Comunidad Valenciana. En el primer territorio, todos los candidatos de Ávila renunciaron a ir en la candidatura al enterarse del cambio realizado por la dirección federal, que modificó la primera posición para incluir al diputado Manuel Arribas.
En el segundo territorio fueron hasta 15 miembros de la candidatura por Zaragoza los que renunciaron después de que Ferraz, que ya impuso a la portavoz de la Ejecutiva socialista, Pilar Alegría, como número uno, incorporase en el segundo lugar a Susana Sumelzo, uno de los principales apoyos de Sánchez en su carrera a la secretaría general.
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En Castilla-La Mancha, la amenaza de terremoto se quedó en alerta, pues Ferraz dio marcha atrás en sus planes de sustituir al número uno por la provincia de Toledo al Congreso, el secretario regional de Organización, Sergio Gutiérrez, por la alcaldesa de Toledo en funciones, Milagros Tolón. Finalmente, la mano derecha de Emiliano García-Page se mantiene en el puesto de salida.
En el caso del territorio valenciano, la cúpula socialista revocó la propuesta de Ximo Puig para Valencia y Alicante al dar la razón a comités enfrentados con el todavía presidente de la Generalitat, algo que desde el equipo de Puig leen como una desautorización al propio líder territorial.
“La tensión no se ha trasladado dentro”
Este malestar interno se tradujo en el plantón a Sánchez por parte del presidente de Castilla-La Mancha, García-Page, y Javier Lambán, presidente en funciones de la comunidad autónoma de Aragón, dos barones muy críticos con el secretario general del PSOE que han fallado a estas citas en otras ocasiones, aunque anteriormente habían alegado motivos de agenda.
Sí que acudieron los líderes socialistas de Castilla y León y la Comunidad Valenciana. A su llegada al comité, el primero, Luis Tudanca, no ocultó sentirse “enormemente decepcionado, indignado y defraudado”, mientras que Ximo Puig rehusó valorar ante los medios si se sentía desautorizado, alegando que quienes tienen que explicar los cambios son los que han tomado esta decisión.
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En cualquier caso, durante el cónclave, esta sensación de malestar no imperó ni mucho menos, como afirman varias fuentes consultadas por Infobae España. “La tensión no se ha trasladado dentro”, indicaron desde Ferraz, además de jactarse de que “lo que ayer parecía un incendio, al final no lo era”.
En este sentido, tras la intervención en abierto de Pedro Sánchez, en la que destacó que “la economía española va como una moto”, una veintena de dirigentes tomaron la palabra. Tudanca fue uno de ellos, mostrando su inconformismo dentro, pero rebajando la tensión y con tono “educado”, según una dirigente socialista, mientras que Puig apostó por la “lealtad”. De hecho, fuentes de Ferraz destacan que el propio secretario provincial del PSOE de Ávila, Jesús Caro, agradeció a la Ejecutiva Federal y llamó a dar la batalla el 23-J. Al respecto, Sánchez pidió no airear los desencuentros: “Las cosas se dicen aquí”, apostillan fuentes de Ferraz.
Esta fue la primera reunión de los principales representantes del PSOE tras el batacazo del 28-M. Si bien hubo “apreciaciones” sobre el análisis de los resultados, la mayoría de los intervinientes, entre los que se encontraban también el presidente en funciones de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, apostaron por mirar hacia el futuro con optimismo. “No nos sirve ponernos a llorar”, destacó una de las dirigentes derrotadas hace dos semanas.
Sánchez saca pecho de su gestión
En su discurso inicial en abierto, el secretario general de los socialistas volvió a presentar la cita del 23 de julio como un plebiscito: “Elegir un proyecto de país claro o la derogación de este proyecto, sin alternativa a la vista”. Asimismo, contrapuso el modelo de la derecha con el Gobierno progresista. “Nosotros tenemos a Nadia (Calviño) ellos tienen a nadie”, añadió.
En privado, según destacan fuentes de Ferraz, ante la petición de algunos asistentes de no centrar la campaña en el “miedo a Vox”, el presidente invitó a “defender con orgullo la transformación que hemos alcanzado en circunstancias difíciles” y a “levantar la bandera del europeísmo y la justicia social”, pero pidió no “banalizar” al PP y a Vox.
Ante los suyos, mostró “satisfacción por el deber cumplido” y, aunque reconoció que “algún día dejará de ser presidente”, esto no ocurrirá el 23 de julio porque “no ve ambiente de cambio”, según relatan estas fuentes. A la espera de lo que pase dentro de seis semanas, Sánchez al menos consiguió aplacar el ruido interno para intentar transmitir un mensaje de unidad. Buena cuenta de ello fue que las listas al Congreso y al Senado fueron aprobadas por unanimidad pese a la discordia inicial, aunque esto no evita la “rabia” que aún queda en los territorios cuyos líderes estuvieron ausentes.
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