Yolanda Díaz e Irene Montero: crónica de -más de- un desencuentro

Yolanda Díaz e Irene Montero han protagonizado a lo largo de la legislatura multitud de desencuentros

Yolanda Díaz e Irene Montero, en el Congreso de los Diputados. (Europa Press)

Las negociaciones entre Sumar y Podemos de cara a las elecciones del próximo 23 de julio se desarrollan a contrarreloj. Algunos acusan a Díaz y a Sumar de vetar a la ministra de Igualdad. Sin embargo, desde Sumar niegan la mayor y apuntan a que “se necesitan caras nuevas”.

Durante los últimos cuatro años, Irene Montero y Yolanda Díaz han pasado por diferentes fases en su relación. Al comienzo de la legislatura mantenian una buena relación y una comunicación fluida. Sin embargo, todo comenzó a enturbiarse cuando Iglesias, con la convocatoria electoral de Madrid, decidió dejar el Gobierno y designar a dedo a Yolanda Díaz como su sucesora.

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Díaz se enteró por la prensa de las palabras del por aquel entonces líder de los morados. Pablo Iglesias no había avisado de su decisión y pretendía que, bajo la estructura de Podemos, la ministra de Trabajo pudiera reeditar el gobierno de coalición; en vez de aceptar el órdago de Iglesias, Diaz decidió encarar el reto con otros planes y poner en marcha una plataforma que aglutinara diferentes voces del espectro político. Este fue el germen de Sumar, el partido con el que ahora pretende concurrir a las elecciones generales del 23 de julio.

Al contrario que Podemos, Díaz no tenía prisa por llegar a tiempo a las pasadas elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo; por eso, una vez planteada la opción de dar un paso adelante, decidió tomarse su tiempo, y planteó reconfigurar la sopa de letras a la izquierda del PSOE en una sola marca, la Sumar, considerando a Podemos como una fuerza más dentro de la ormación. Propuso un “proceso de escucha a la ciudadanía” y puso a elaborar “un proyecto de país” para los próximos 10 años a 35 grupos de trabajo.

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Desde el momento en el que Podemos deja de ser “el motor” electoral principal a la izquierda del PSOE, Iglesias -muy presente en Podemos pese a su marcha- empieza a deslizar ideas contrarias a los planes de Díaz, actitud que enreda las relaciones dentro del grupo parlamentario de Unidas Podemos, creando, casi, de forma natural dos bandos: Podemos por un lado y Díaz, IU y los Comunes por otro.

Mientras que Díaz parecía que quería recomponer el espacio a la izquierda del PSOE, Podemos parecía negarse a dejar de ser la fuerza protagonista de la obra. Una obra, que comenzó a representarse en el primer acto -cuasi- electoral de Díaz en Valencia. Mónica García, Oltra, Ada Colau y la diputada autonómica de Ceuta de Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía, Fatima Hamed, participaron junto a Díaz. En aquel acto, Podemos desapareció: ni estaba, ni se le esperaba. Díaz había decidido recomponer el espacio y tanto Podemos como sus dirigentes ya habían demostrado que no eran los mejores para la tarea.

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El gesto de Díaz tuvo consecuencias: Iglesias y la vicepresidenta mantuvieron una conversación muy tensa que concluyó con un aumento de decibelios entre ambos sectores y un enfriamiento de los contactos entre el exlider de la formación y la ministra, que también se trasladó a la relación Díaz-Montero.

En septiembre de 2022, con el inicio del curso político, Sánchez anuncia la puesta en marcha del impuesto a las grandes fortunas y la nueva tasa para los ‘beneficios caídos del cielo’, un movimiento que pilla con el pie cambiado a Podemos, pero que Díaz y Garzón conocían. La misma estrategia que Sánchez repìtió con el aumento del gasto en defensa, meses después. La tensión seguía subiendo.

El punto de -casi- no retorno se registró durante las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial. En un principio, tanto Díaz como Podemos coincidían en colocar a Victoria Rosell -jueza y Delegada del Gobierno contra la violencia de género- en el órgano de gobierno de los jueces, nombre que el Partido Popular vetó. Con el objetivo de desbloquear las negociaciones, Díaz puso sobre la mesa los perfiles de Joaquín Urias y Carlos Preciado, en un movimiento que no sentó nada bien en las filas moradas y que, de haberse votado en las Cortes, podría haberse resquebrajado por completo el grupo confederal de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados ya que Podemos se planteó votar en contra. No obstante, Feijóo rompió las negociaciones.

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Con la polémica relacionada con el excarcelamiento y rebajas de penas a agresores sexuales por la aprobación de la ley del ‘sí es sí', Podemos percibió que Díaz les dejó solos. Una polémica que ha pasado factura a la imagen de la ministra de Igualdad y que, según los expertos, explicaría por qué Díaz quiere renovar las caras que concurran en las listas de Sumar por Podemos. Durante semanas, los contactos entre ambas se enfriaron por completo y aunque votaron todos los parlamentarios de UP en sintonía, a nadie se le escapó que Díaz no se encontraba cómoda con la situación, tal y como trasladó a los medios: “El Gobierno de coalición no debería haber llegado a esta situación”, dijo.

Decenas de polémicas, gestos e interpretaciones después, ambas formaciones se encuentran a pocas horas de poder cerrar una acuerdo para concurrir a las elecciones generales del próximo 23 de julio. De no lograrlo, según todas las encuestas, Feijóo y la ultraderecha tendrían un pie en La Moncloa a partir del 24 de julio.

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