Han pasado casi cincuenta años desde que Paul Schrader escribiera Taxi Driver para Martin Scorsese y, de alguna manera, el personaje de Travis Bickle, que encarnó Robert de Niro, siempre ha seguido sobrevolando su trayectoria. En él se concentraban muchos de los males de la época, la decadencia moral de la sociedad y el trauma de la guerra de Vietnam. Había conocido el horror y ahora necesitaba redimirse de sus pecados, porque no lo olvidemos, los conceptos cristianos siempre han estado presentes en los guiones y las películas de Schrader. Sus personajes masculinos son seres solitarios, víctimas del sistema, conscientes de su condición de monstruos y que, precisamente por esa razón, intentan expiar su culpa.
Distintas películas con el mismo esquema
A lo largo de los años, Schrader ha ido adaptando estas mismas coordenadas a los nuevos tiempos. La base sigue siendo la misma de siempre, pero sus historias se acomodan a las preocupaciones actuales. En ese sentido, la magnífica El reverendo, protagonizada por Ethan Hawke, reflexionaba sobre asuntos como el ecologismo o la crisis medioambiental y en El contador de cartas, con Oscar Isaac recuperaba uno de sus temas favoritos, la crisis de valores de la sociedad norteamericana y los peligros del extremismo ideológico.
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Ahora regresa con El maestro jardinero, en la que el personaje que interpreta Joel Egerton se conecta con toda esa galería de hombres torturados que ha ido componiendo Schrader. Hombres con un pasado violento que ahora se dedican, como en este caso, a cuidar plantas. Narvel, que así se llama el protagonista, estuvo en una secta neonazi y ahora se encuentra alejado del mundanal ruido como testigo protegido, ayudando a una viuda rica (Sigourney Weaver) a mantener impolutos unos jardines históricos heredados de su familia. Su vida transcurre apaciblemente hasta que aparece la sobrina nieta de la propietaria, Maya (Quintessa Swindell), una joven que ha tenido problemas con gente de los bajos fondos y con las drogas.
Otra vez el hombre salvador
Como no podía ser de otra manera, Narval, se dedicará en cuerpo y alma a salvar a su nueva protegida. Porque eso es lo que hacen los hombres de Schrader, ¿no?, salvar a las mujeres de las garras de otros hombres malos y conducirlas por el buen camino. ¿No es acaso lo que hacía Travis Bickle con la niña interpretada por Jodie Foster en Taxi Driver? Pues más o menos lo mismo, pero ahora con Maya.
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Y esta es precisamente la cuestión que conduce al derrumbe de El maestro jardinero, la necesidad de seguir insistiendo en una idea que hace mucho tiempo que dejó de tener sentido y que, por cierto, no se encontraba presente en sus dos anteriores películas, mucho más redondas, El reverendo y El contador de cartas, donde las mujeres sí tenían una mayor contundencia, eran personajes femeninos complejos y dotados de personalidad, magnéticos, luchadores. Sin embargo, en esta ocasión, solo encontramos dos arquetipos bastante cuestionables: del de una mujer madura celosa y el de una chica joven encantada de ser salvada por un hombre que le dobla la edad. A estas alturas, ya cansa, Paul.
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