Este 7 de junio estaba marcado en rojo en el calendario de los medios de comunicación. Ana Obregón ha reaparecido ante las cámaras para presentar oficialmente El chico de las Musarañas, el libro que empezó a escribir su hijo Aless Lequio antes de morir y del que ella cogió el relevo tiempo después.
Infobae España ha sido testigo de esta cita en la que la polifacética bióloga ha dado su mejor versión y es que ha sido su primera aparición pública tras convertirse en abuela de Ana Sandra. Enfundada en un favorecedor vestido floral de color azul claro de Rubén Hernández que contrastaba con el día gris, Ana se ha rodeado de casi cien espectadores, entre periodistas acreditados y admiradores, que se han congregado en la sala Neptuno 3 del hotel Palace de Madrid para escuchar sus palabras.
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Este encuentro mediático ha durado algo más de una hora y ha estado marcado por cuatro claves: los reproches a Alessandro Lequio, la anécdota de una llamada póstuma que recibió de su hijo, sus lágrimas de emoción y la tensión en el ambiente al hablar de su nieta. Si bien en un principio solo se iba a hablar del libro, finalmente Ana ha respondido a preguntas relativas a su vida personal, de ahí que haya salido a relucir el nombre del colaborador de El programa de Ana Rosa.
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Pero antes de ello, ha comenzado agradeciendo a la editoral, Harper Collins, la confianza que ha depositado en ella. A continuación, ha explicado cómo comenzó El chico de las musarañas. Fue en agosto de 2018, cuando ella y Aless estaban en Nueva Jersey. “Él se estaba haciendo un tratamiento muy agresivo de quimio y radio conjunto, y con todo lo que conlleva y las consecuencia como las náuseas y la fiebre, yo le oía teclear por la noche. Una mañana me levanté y le pregunté que qué hacía y me dijo, ‘mamá estoy escribiendo un libro y lo que quiero es donar todo lo que recaude a la investigación del cáncer porque es lo único salva vidas’. No me dejó leer nada, me dijo que podía hacerlo cuando lo acabara”, ha contado. La emoción ha estado presente en este momento, pues mientras ha recordado no ha podido evitar unas discretas lágrimas que le han hecho mirar hacia el cielo de vez en cuando, buscando una conexión con su pequeño.
Según ha explicado, la obra es el resultado de “nueve meses de trabajo. Un canto a la vida y a la muerte, homenaje a mi hijo y a otros valientes que con coraje luchan por sobrevivir”, ha sentenciado. Con este proyecto, Ana Obregón ha dejado claro que cierra el capítulo y da por cumplidas las tres últimas voluntades de Aless. “Su principal deseo era tener un hijo. El segundo, que se publicase su libro y, el tercero, hacer una fundación para investigar el cáncer”.
Ella era la gran protagonista, pero han sido inevitables las menciones a su expareja y padre de Aless, Alessandro Lequio. No solo se ha referido a él, sino que lo ha hecho con dureza, dedicandole varios dardos con los que ha mostrado su malestar. “Alessandro, llevas un mes que no me escribes, no sé qué te pasa. Tu nieta te está esperando en casa porque eres su familia, está deseando conocer a su abuelo”, le ha dicho directamente, aprovechando una conexión en directo con El programa de Ana Rosa.
De este modo, Ana Obregón ha confirmado que el italiano aún no conoce a la pequeña. Una situación que a ella le gustaría que cambiara, pues le ha querido invitar a ello. “Alessandro ha tenido las puertas de mi casa abiertas desde que nos separamos para ver a su hijo cuando quisiera. Incluso llegó a tener llaves, pero las perdió. Tiene la casa abierta para ver a su nieta. Yo no puedo obligar a un abuelo a ver a su nieta, pero sé que a Álex le haría muy feliz que conociera a su hija, eso sí lo sé. No estoy dolida, le respeto. Tiene su familia, su hija... pero tiene las puertas abiertas para cuando quiera venir. Yo sé que cuando Anita crezca le gustará saber que, aparte de una abuela, tiene un abuelo, que está rodeada de amor”.
La llamada de Aless
Uno de los momentos más emotivos de la presentación ha tenido lugar cuando Ana Obregón ha contado que recibió una señal póstuma de Aless Lequio cuando más necesitaba su guía. “Fue el día que tuvimos la primera reunión para hablar sobre el libro. Me estaban intentando convencer, pero yo no estaba muy segura porque no sabía si tendría fuerzas. Este libro es una catarsis y he tenido que revivir momentos profundamente dolorosos. Bien, pues ese día pongo mi móvil sobre la mesa y de repente empieza a sonar... Miro y, ¿de quién era la llamada? De Aless”, ha contado para sorpresa de todos los allí congregados.
Tras el shock inicial y enseñar su smartphone a sus acompañantes, entre los que estaban su amiga y representante, Susana Uribarri, y la editora de la editorial, Ana se lo tomó como una señal del cielo y es que el teléfono de su hijo se encontraba apagado y guardado en un cajón de su casa desde hacía meses. “Me dio fuerzas y me dije que tenía que hacerlo porque es lo que quería mi hijo”.
Ha sido inevitable que durante la ronda de preguntas, que ha contestado de manera generosa, no se le haya preguntado por su nieta, que desde hace unos días se encuentra en España con ella. Si bien ha desvelado algunos detalles como que la pequeña está muy bien y que le habla constantemente de su padre, ha habido momentos de tensión. Ana Obregón estaba ahí para hablar del libro que ha escrito y así lo ha recordado siempre que ha hecho falta. Eso sí, sin perder la sonrisa del rostro.
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