Juancho Marqués (Madrid, 1987) empezó en el mundo de la música como rapero y parte de Suite Soprano, pero poco a poco ha probado en diferentes géneros hasta convertirse en un polifacético artista pop. Una mirada introspectiva sobre el mundo y sobre él mismo, sobre la muerte, la violencia del mundo y su belleza.
El músico estrena ahora su último disco, Paraíso 39, un álbum de 16 canciones grabado durante un encierro con amigos en una casa rural con estudio de grabación. Por allí pasaron artistas de todo tipo que también han dejado su impronta en el disco, como Iván Ferreiro o Rufus T Firefly.
Pregunta: ¿Ha muerto el Juancho Marqués rapero?
Respuesta: No [ríe]. En este último disco hay dos, y hay partes donde rapeo, aunque sean temas más melódicos. De hecho, originalmente quería que este disco fuera de rap, lo que pasa es que vino la pandemia y el disco surgió de juntarnos muchos en un estudio y salió así, pero no fue intencionado. Pero mi intención era hacer un disco de rap y ahora estoy pensando en volver a cosas más urbanas, de hecho ya estoy haciendo temas.
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P: ¿No te da pudor probar nuevos géneros o cantar?
R: Cero. Al final, me gustan tantos estilos que me da cero pudor. Echo de menos rapear, porque es de donde vengo, pero pudor ninguno. Me da igual porque no tengo prejuicios. En todo caso, me da respeto por no poder luego defenderla en un directo. Tampoco soy un cantante con muchos registros, así que intento componer en base a lo que creo que puedo defender. No me voy a hacer un tema de r&b [risas]. Hay que saber lo que sabes hacer y lo que no.
P: ¿Qué pensaría tu yo joven sobre lo que haces ahora? ¿Eras de esos que solo quería hablar de rap puro?
R: No, nunca fui muy talibán. Creo que mi yo joven se sorprendería de todo lo que he sido capaz de hacer. Antes estaba más condicionado, pensaba que el ciclo de vida artístico sería más corto. Antes no había raperos con 40 años y ya hay tanta apertura y tanta gente diferente y tantos estilos que se ha puesto bonito. Creo que mi yo joven se sorprendería de lo que he sido capaz de hacer con lo poco que tenía, sin venir de ambientes, de círculos musicales, sin tener amigos que se dediquen a ello, simplemente por mi determinación.
P: ¿Eres nostálgico?
R: Me lo dicen mucho, creo que sí. Me baso mucho en los recuerdos, aunque intento más basarme en emociones que he sentido. No dejo de mirar hacia atrás, tengo ese punto, creo que el paso del tiempo es una temática habitual y le doy mucha importancia, igual que la muerte, que ha sido recurrente en mi obra.
A veces romantizo el pasado, eso sí. Creo que romantizamos los recuerdos porque tienen una parte de irrealidad. Es como cuando con tus amigos siempre se cuenta la misma anécdota y ya ni recuerdas si tú estabas ahí o simplemente la conoces porque te la han contado un millón de veces. Los recuerdos son ficticios. Igual soy un triste [risas]. No lo diría de mí mismo, la verdad. Aunque probablemente proyecte eso en las canciones y tenga parte de verdad.
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P: Cuenta Noel Gallagher, de Oasis, que su pareja le ve como un tipo que solo habla de fútbol y bebe cerveza, pero él responde diciendo que es el tipo más romántico del mundo. ¿Crees que tus seres queridos te ven en las letras que escribes o es una parte que ocultas a los demás?
R: Creo que sí. Hay muchos “yo” dentro de una persona. Depende del rol y del espacio. No eres el mismo cuando hablas con tus padres que con tus amigos o cuando expones tu tesis doctoral. Escribir suele ser un espacio reflexivo donde pones muchas emociones. Pero si estoy viendo el Real Madrid - Manchester City no me voy a poner pedante [risas]. Ver la final de Champions y ponerse nostálgico... [Risas].
Creo que mis seres queridos sí me reconocen en las letras, pero no es algo que me salga luego mucho en el día a día. Aunque no esté siempre en ese mood, si he compartido una conversación profunda con alguien, creo que sí puede ver que me interesan muchas cosas y esa profundidad. Pero sí es cierto que en mi vida cotidiana no me gusta ser así, me gusta vivir las cosas cotidianas. Si no, menudo coñazo, sería una pedantería de vida.
P: Alguna vez has transmitido la imagen de ser una persona que da prioridad a su vida personal frente a su vida privada. ¿Es así?
R: Mira... Es que tengo una edad y sé que me queda poco tiempo de fútbol y de deporte al nivel que estoy. El otro día me iba a coincidir un concierto con una invitación para jugar en Old Trafford, el estadio del Manchester United. Cuando pensaba que me coincidía, llamé a mi manager para que cancelase el concierto [risas].
Tengo la suerte de trabajar de lo que me gusta y con mis amigos. Hay días de mierda, siempre digo que me pagan por esperar, es lo peor de mi trabajo, que tardas mucho hasta que llega el momento en el que disfrutas. Echas muchas horas en carretera, muchas pruebas de sonido y ensayos. Se hace un poco pesado, pero curro con mis colegas y no tengo sensación de trabajo como alguien en una oficina con horario fijo o con un trabajo físico muy pesado. He vivido otros tipos de curros y estaba bastante tieso antes de la música. Curraba por cinco euros la hora y luego me iba a otro curro. ¿Cómo te va a dignificar eso? Eso te hace esclavo. Vives para trabajar.
P: Estás dispuesto a no dar pasos hacia arriba para no alejarte de tu vida más cotidiana.
R: Totalmente, tal cual.
P: ¿Y cómo llevas la exposición?
R: He pasado por muchas fases. Al principio era divertido, luego me generó ansiedad, luego lo aborrecí, luego la acepté y la entendí y ahora intento controlarla dentro de lo que puedo. Ahora convivo bien con ella porque no tengo sobreexposición e intento no sobreexponerme. Intento dar a cada plano sus momentos. Si no paso mucho tiempo en eventos, no me importa cuando voy a dedicarle horas a eso.
P: Dices en un tema del disco: “odiar al que odia no está tan mal, patada al fascista como Cantoná”.
R: Pensaba en el blanqueo que hay ahora. Ni fascismo ni antifascismo, pues no. Si no te gusta el fascismo eres antifascista. O lo de ni racismo ni antirracismo. Pues no, si no eres racista, eres antirracista. Ni machismo ni feminismo, pero qué me estás contando, es una estupidez absoluta. No me gusta la violencia, pero si son violentos contra nosotros no podemos estar viéndolas venir y esperar a que otro levante la mano. Parece que no aprendemos, si no están pateando habrá que responder con otra patada.
Y aparte de los políticos, que son un reflejo de la sociedad, es en la calle. Antiguamente había nazis y en mi zona habían desaparecido. Pensabas que había pasado y ves cómo cambia de nuevo. Veo cómo la gente vuelve a blanquear eso y vuelven discursos que parecían olvidados. Te empiezan a venir fantasmas del pasado y ese verso es una búsqueda de eso, un filtro: si hay alguno de esos que se me ha colado y me está escuchando, que sepa que conmigo no. No me gusta pelearme ni soy violento, pero es que no ofrecen diálogo. Quería reivindicar que hago canciones bonitas, pero hay que ser antifascista siempre. Hay que recordarles que no quiero fascistas entre mi público.
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