La mujer que narró su experiencia dentro de las cárceles franquistas y se suicidó ante la posibilidad de volver a prisión

Inés Palou relató su experiencia en una prisión de Cataluña en la novela ‘Carne Apaleada’, que se ha convertido en una radiografía única de las cárceles de mujeres en la España de Franco

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Rosas junto a voluntarios y miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi recogiendo los restos de 53 presos republicanos que murieron en una cárcel franquista en 1941 en Orduña. (REUTERS/Vincent West)
Rosas junto a voluntarios y miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi recogiendo los restos de 53 presos republicanos que murieron en una cárcel franquista en 1941 en Orduña. (REUTERS/Vincent West)

Al pensar en mayo de 1968, la imaginación rápidamente viaja hasta Francia, hasta las revueltas estudiantiles y la unión de la clase trabajadora que imaginó una utopía y luchó durante unas semanas por ella. Pero hay relatos más oscuros, tristes, derrotas, quiebros en la voz, que también tuvieron lugar en mayo del 68.

Esa fue la historia de Inés Palou, una mujer que entró en prisión en aquella fecha tan icónica y sufrió el estado de las cárceles durante la dictadura franquista: el trato, el miedo, las monjas al cargo de las prisiones, el amor dentro de una celda, perder el temor a todo, y sufrir al pensar que tus huesos pueden volver a estar entre rejas.

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La mujer, nacida en Agramunt (Lleida) en 1923, vivió todo eso y lo trasladó en forma de novela en una obra titulada Carne Apaleada, publicada en 1975 y caída en el olvido hasta que ha sido reeditada por Colectivo Bruxista, que busca reivindicar una historia única de la literatura española, un relato diferente y genuino que sirvió de inspiración incluso para una película en 1977 dirigida por Javier Aguirre Fernández y de título homónimo.

'Carne apaleada', de Colectivo Bruxista
'Carne apaleada', de Colectivo Bruxista

Inés fue condenada por estafa después de un conflicto con su empresa y su dueño. La Justicia mandó a esta mujer, de origen burgués pero de desenlace quinqui, a cárceles de mujeres donde sufrió vejaciones y situaciones que quedaron retratadas en sus extensas memorias.

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De su regreso a casa por navidad para reencontrarse con familiares que resultaban desconocidos, hasta sus traslados y trapicheos para sobrevivir, el eje principal de su historia carcelaria pasa por una historia de amor, una compañera inesperada de vida. En la cárcel encontró el amor y fue la hija de su amante a quien cedió los derechos de autor de la obra. Sin embargo, esta nunca los reclamó. Han pasado casi 50 años y nadie nunca ha reivindicado este legado.

La propia editorial que ahora publica Carne Apaleada reconoce que ha estado dos años en su búsqueda. Si durante el próximo año ningún heredero se identifica, los beneficios correspondientes serán donados a OBSERVA, una entidad contra la violencia institucional que tiene como objetivo la vigilancia del sistema penal de Cataluña, donde Inés pasó sus años encarcelada.

La vida no trató bien a Inés y tras abandonar la cárcel su vida se volvió inestable y precaria. La vida en prisión, como bien temen aquellos que estudian su impacto, la convirtió en aquello que nunca fue. Tuvo que vivir a través de estafas con cheques sin fondos y cuando parecía que volvería a entrar en prisión, decidió suicidarse y arrojarse a las vías del tren. No hubo puntos suspensivos ni una memoria que reparadora. Se fue y cayó en el más absoluto olvido.

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