Dos aficiones. Dos equipos y dos entrenadores con un mismo objetivo: ganar la Europa League. Budapest es la última parada de una competición cuyos finalistas, Sevilla y Roma, están dirigidos por dos técnicos, José Luis Mendilibar y José Mourinho, y sus nombres es lo único que tienen de parecido. Ambos preparadores han labrado dos trayectorias completamente opuestas hasta llegar a la final del torneo.
Mientras que el portugués ha protagonizado una carrera llena de luces dirigiendo a equipos punteros como Oporto, Chelsea, Inter de Milán, Real Madrid o Manchester United, el técnico español se ha curtido en las divisiones más bajas del fútbol nacional al frente de equipos como Arratia, Basconia, Bilbao Athletic, Aurrera Vitoria y Lanzarote antes de dar el salto a LaLiga con clubes como Valladolid, Eibar, Osasuna, Alavés y ahora Sevilla.
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De Lanzarote al cielo pasando por Sevilla
Mendilibar ha realizado todo ese camino siendo fiel a su forma de ser. Es la misma persona que hace 21 años aterrizó en Lanzarote acompañado de Toni Ruiz, el preparador físico que le ha acompañado hasta hoy en su viaje por el fútbol español. Ya saben, Mendilibar no cambia. Así lo transmite Gustavo, futbolista de aquella plantilla que logró cuajar la mejor temporada de la historia del club insular. “Sigue siendo igual de cercano y cariñoso, no cambia. Sigue teniendo las mismas frases y gestos. Fueron años espectaculares. Nos ganó por su cercanía. Íbamos a ver al médico, cenábamos juntos, nos esperaba en los hoteles... Nadie en Lanzarote puede tener una mala palabra de él”, asegura Gustavo para Infobae España.
“Nos inyectó cosas que nos faltaban”, afirma Gustavo antes de relatar sus anécdotas con el entrenador vasco. “A mí por ejemplo me llamaba pichafría por hacer un cañito o colgar un buen centro al área. Y en los entrenamientos me daba patadas para provocar mi reacción y rendir mejor. Fueron los mejores años de mi vida”. Sencillez que ha reflejado desde su llegada al Sevilla. El club hispalense se hizo con los servicios del técnico vasco por una trayectoria desarrollada en equipos sometidos al vértigo de caer al abismo de Segunda División. Delgada línea sobre la que el Sevilla caminaba como si fuera un funámbulo. Esa situación, inhóspita para el cuadro andaluz, le permitió a Mendilibar adquirir la admiración de los críticos tras su llegada.
El vasco ha seguido en Sevilla el mismo camino llevado a cabo en Lanzarote, ese que está marcado por su naturalidad y sencillez. “Sigue llamando cebolletas a los futbolistas, no ha cambiado ni lo hará”, recuerda Gustavo entre risas. “Él no necesita un jefe de prensa que le escriba lo que tiene que decir, se muestra como es en las ruedas de prensa. Esa esencia es lo que le ha llevado hasta la final”, añade el exjugador del Lanzarote, que suelta una carcajada cuando recuerda los entrenamientos físicos de Mendilibar: “En los primeros entrenamientos sin el preparador físico, nos metía una caña tremenda. Estábamos deseando que llegara, con eso lo digo todo”.
El hombre de hielo amenaza a Mourinho
El manual de entrenador que posee Mendilibar guarda un sinfín de manías que reflejan la cercanía con sus futbolistas, tanto dentro como fuera del terreno de juego. “Cuando en los entrenamientos mandábamos un tiro lejos de los tres palos de la portería, nos obligaba a hacer una volata, que es una voltereta. Creo que fuimos mareados a jugar los playoff de ascenso. Y luego, para recuperarnos muscularmente, nos metía en barriles llenos de hielo durante seis minutos. Al final nos acostumbramos a tener las piernas dentro y ya acabábamos metiendo hasta la cabeza. Hizo que nos pareciera agradable”.
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Mendilibar busca conseguir el primer título de su trayectoria, prolongar el pleno de victorias sevillistas en finales del torneo y romper el récord de Mourinho, que sólo cuenta por triunfos sus finales de Champions y Europa League. Todo en su séptimo partido europeo. Su experiencia en torneos continentales se resume a dos partidos con el Athletic hace 18 años y cuatro esta temporada con el Sevilla ante rivales de entidad como Manchester United y Juventus, a los que ha dejado por el camino.
Gustavo está convencido de que se impondrá a la Roma de Mourinho. “A él le da igual el rival que tenga delante, como si está el Papa, sólo busca ganar y estoy convencido de que lo hará. Se merece ese reconocimiento por haber estado toda una carrera picando piedra. Les pedirá a sus futbolistas que jueguen como siempre, siendo fieles a sus ideas, presionando arriba y con muchos jugadores llegando desde segunda línea. Nadie será capaz de cambiarle”, asegura Gustavo.
El título le puede dar la renovación
El rendimiento sevillista es otro desde el desembarco de José Luis Mendilibar. En sus 15 partidos como técnico hispalense, sólo ha sido derrotado en dos ocasiones. La última, ante el Real Madrid, en un partido donde reservó a los jugadores titulares pensando en la final de este miércoles. Ha conseguido que los mismos futbolistas que estuvieron durante meses coqueteando con el descenso compitan ante cualquier rival. Logro cuya receta reside en la sencillez. “No pido cosas raras a los jugadores. Siempre he sido así, desde que empecé en Regional hasta ahora que estoy en semifinales de Europa League. La sencillez es para mí una de las cosas más importantes en el fútbol”, explicó el técnico vasco tras eliminar al Manchester United.
Una sencillez en la que todo el club cree. Tanto jugadores como cuerpo técnico y directivos, pero cuya fecha de caducidad se acerca. El próximo 30 de junio finaliza su vínculo con el club hispalense, que aún no quiere hablar de nada que no sea lo que ocurra sobre el césped. “Cuando acabe el curso, veremos”, afirmó el presidente José Castro. Misma línea seguida por Mendilibar en la rueda de prensa previa a la final. “No me importa el futuro, firmé para dos meses y medio. Estoy tranquilo, vine del paro al Sevilla. El contrato termina el 30 de junio, pero el trabajo el domingo que viene”. Tras remontar el vuelo en Liga, levantar la Europa League le daría la volata definitiva a su situación contractual.
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