Cantante, actriz, bailarina, productora, compositora. El orden de los factores no altera el producto, pero mucho menos en el caso de Beatriz Luengo (Madrid, 1982). La intérprete que dio vida a Lola Fernández en Un paso adelante ha sido madre, ha ganado dos Grammy Latinos por la canción Patria y Vida, ha sido coreógrafa y ha tachado gran parte de sus deseos vitales de su amplia lista de logros. Casi 20 años después del final de la serie que puso los calentadores de pies y las faldas cortas de lycra de moda, la madrileña, afincada en Miami, regresa a la escuela en la que fue alumna con UPA Next.
La nueva generación de artistas de la escuela Carmen Arranz se presenta como un gran despertar. Un reseteo entre los personajes principales (ella, junto a Mónica Cruz y Miguel Ángel Muñoz). “Esa pregunta siempre estaba en el aire porque la gente tenía muchas ganas”, indica a Infobae España con motivo del estreno de la ficción en ATRESPlayer. En una era en la que los remakes y los samples marcan la coyuntura audiovisual, faltaba recuperar uno de los productos televisivos más exitosos de los 2000 en España.
Más allá de las canciones que resonaron en los altavoces de la juventud española que todavía desconocía el peso de una crisis económica, Beatriz Luengo sigue exprimiendo los valores positivos que extrae de las disciplinas que marcan su carrera.
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¿Cómo ha sido regresar a Un paso adelante, en este caso en su versión 2.0?
Lo he vivido muy bien, con la ilusión de volver a trabajar con mis compañeros. Mónica y Miguel Ángel son de mis mejores amigos. Era bonito para nosotros, a nivel personal, reencontrarnos en un plató, con la misma escalera, con todo exactamente igual de como lo dejamos.
¿Qué diferencias veis en esta nueva hornada de participantes con respecto a vuestra generación?
Han trasladado muy bien su espíritu al presente. Un paso adelante siempre fue una serie muy transgesora que en su momento tocaba temas de los que no se hablaba en televisión. En el mundo del arte, las personas suelen tener como prioridad expresarse tal y como son. Ahora lo hacen con un elemento de inclusión que está normalizado. Antes había que sacar el tema y jugar dentro de la trama. Eso es muy bonito y es la gran diferencia del paso del tiempo.
¿Os esperábais la respuesta del público tras el anuncio de que habría una continuación de la historia?
Al final no importa que ganes un Grammy o que vayas por el mundo haciendo otras cosas. Tengo la sensación de que esa pregunta siempre estaba en el aire porque la gente tenía muchas ganas del regreso de la serie, el único problema era poder coincidir en calendarios, que a la productora le encajase, que encontraran talento nuevo en un casting muy difícil... Es una serie que necesita a gente que cante en directo, que baile y que sostenga tramas actorales que pasan por la comedia y el drama. No sólo se trata de cantar y bailar.
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Si ahora se estrenase Un paso adelante, ¿tendría el éxito que tuvo por aquel entonces, teniendo en cuenta la amplia oferta audiovisual actual y todas las plataformas al alcance de la audiencia?
La sorpresa que nos hemos llevado es que nos pusieron en Netflix y fuimos una de las series más vistas, competimos con todo lo moderno que hay. En la pandemia fue un boom, estuvimos en el Top 10 y la gente la sigue viendo. Yo lo noto en mis stories de Instagram, todo el tiempo la gente me pone escenas de la serie. Es algo que nos ha sorprendido. A mí me gusta pensar que somos un viaje directo al recuerdo de las personas y creo que eso es lo bonito. La gente escucha la música de la cabecera y le lleva a un lugar de su vida y su recuerdo que le hace feliz. Eso es un regalo para nosotros como actores.
“Me gusta pensar que ‘Un paso adelante’ es un viaje directo al recuerdo de las personas [...] Para nosotros, como actores, es un regalo”
En el mundo del arte siempre se habla de la disciplina, ¿es una aptitud que les falta a las nuevas generaciones de cantantes, bailarines o actores?
Estamos en un momento donde la inmediatez juega una mala pasada en general. Nuestra idea inicial con la serie era poner el foco a la formación y, después, utilizar las redes sociales para el beneficio propio, pero siempre partiendo de la formación. Mañana no existirá TikTok, pasado no habrá Instagram, habrá otras redes sociales y las personas no deberían depender de una plataforma concreta que en un momento determine cómo se ha de bailar o no. La clave es que tú tengas la versatilidad suficiente como bailarín para pasar por el clásico, por el flamenco, por el moderno. Yo siempre les digo a mis alumnos que sean creadores, que no tengan que esperar a que un coreógrafo les diga cómo tienen que bailar. La creatividad es súper importante y también el hecho de que, para tu propia felicidad, no te valide nadie del exterior. No puedes decidir si tienes o no éxito, pero sí está en tu mano ser bailarín, cantante o actor.
Con respecto a TikTok, y también en YouTube con los tutoriales de baile, ¿consideras que hay intrusismo laboral?
Siento que el baile tiene que estar al acceso de cualquiera. Son cosas diferentes. No es lo mismo aprenderse un baile de 30 segundos que repites durante una hora en tu casa y que luego subes a tus redes sociales, que aprenderse las coreografías de un tour de dos horas en tres semanas. Ahí necesitas ciertas cualidades: memoria coreográfica, el poder girar y subir una pierna... Creo que son profesiones diferentes, pero todo forma parte del baile, porque al final todo suma y para los que bailamos sabemos que el baile lo es todo, es transformación.
Patria y Vida. Estrenas el documental de la canción con la que ganaste dos Grammy Latinos junto a tu marido, Yotuel Romero. Un proyecto complicado que habla del poder del baile y de la música en situaciones políticas convulsas.
La música es un transformador social y es muy bonito lo que se puede generar desde el respeto. Siempre he tratado de hablar desde la aceptación, desde la importancia de representar diferentes tallas de cuerpo en el baile, de representar diferentes razas.
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