Desde el siglo XIX, en lo alto del monte Ezkaba/San Cristóbal, al norte de Pamplona, se puede ver un fuerte a 895 metros de altura que recibe su nombre del monte que corona. El Fuerte de Ezkaba o San Cristóbal fue escenario de una de las mayores fugas de la historia. En 1938, dos años después de comenzar la Guerra Civil Española, el ejército franquista mantenía uno de los mayores campos de prisioneros del bando contrario. Las pésimas condiciones de vida, el hacinamiento y el maltrato de los presos llevaron a un grupo de encarcelados a organizar, la que pasó a la historia, como una de las fugas carcelarias más importantes de Europa.
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El fuerte ya había sido utilizado como cárcel antes de la guerra. La fortaleza acogió a muchos presos en 1934, durante el bienio derechista de la II República, cuando se encarcelaron a los participantes en la Revolución del 34. Sin embargo, tras la victoria electoral del Frente Popular en febrero de 1936, muchos de los presos salieron indultados por el nuevo gobierno republicano, aunque muchos de los liberados volverían a verse encarcelados bajo las mismas rejas años más tarde.
Una fuga que terminó en masacre
Las la amnistía del Gobierno del Frente Popular, el fuerte de San Cristóbal quedaba prácticamente vacío, aunque solo duraría así unos meses. En junio de 1936, antes del golpe de Estado, volvieron a la cima del monte algunos presos, pero no sería hasta julio del mismo año cuando la cárcel se llenara de nuevo. En Navarra la rebelión triunfó y la cárcel quedó bajo control de los franquistas desde el inicio de la guerra.
La mayoría de los recluidos entraron a partir del 18 de julio, aunque, algunos ya estaban otras cárceles y solo fueron trasladados. Los presos que terminaron allí sufrían maltrato físico, hambre extrema y enfermedades como la tuberculosis por la insalubridad del lugar. Entre los 2.500 presos que permanecían hacinados, coincidieron socialistas, comunistas, anarquistas y nacionalistas, militantes de muchas ideologías que se unirían por un objetivo: escapar.
El 22 de mayo de 1938 se produjo la fuga. En lo alto del monte, 795 presos republicanos salieron por las puertas, tras un plan que habían desarrollado una treintena de ellos. Los presos aprovecharon el horario de guardia de la hora de la cena porque era el más difuso. En ese momento, los reclusos, actuando en grupos coordinados, desarmaron a los centinelas de la prisión, los capturaron y salieron por las puertas. Horas más tarde, cuando la noticia llegó a Pamplona, las autoridades franquistas comenzaron la caza de los fugados.
Piden declarar el fuerte lugar de memoria histórica
El objetivo de los 795 presos fugados era cruzar la frontera francesa, situada a 500 kilómetros del monte. Pero se trataba de una ardua tarea, los presos, ahora libres, contaban con pocos fusiles y munición, y avanzaban descalzos y desfallecidos por la desnutrición. Por el contrario, el ejército franquista contaba con muchos medios en una zona y la cacería, que duró varios días, se saldó con 585 de los 795 prisioneros fugados de nuevo capturados en la noche del 22 mayo y más de 200 fueron asesinados en la persecución y los fusilamientos posteriores. Solo tres consiguieron llegar a la frontera francesa.
La formación política Contigo Navarra solicitó al Gobierno de España que declare el fuerte como un lugar de memoria histórica y que trabaje con el Gobierno foral y las asociaciones para crear un “proyecto de memoria” en este espacio. La formación, que ha obtenido tres escaños en el gobierno de la región, señaló que se trata de un espacio “no solo de memoria para Navarra sino para el conjunto del Estado, también para el conjunto de Europa, porque es la mayor fuga desarrollada en nuestro continente”.
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