La serie de culto ‘Yellowjackets’, que se puede ver en Movistar Plus+, se cuela en los Emmy

El año pasado comenzó a emitirse en nuestro país, a través de Movistar+, una serie que en principio pasó desapercibida para, poco a poco, ir adquiriendo una categoría de culto. Su nombre, Yellowjackets, una ficción creada por Ashley Lyle y Brad Nickerson avalada por la producción ejecutiva de una de las autoras más relevantes del género de terror, Karyn Kusama (responsable de títulos míticos como Jennifer´s Body), que se encargó de dirigir los primeros capítulos donde se perfiló el tono de una serie que no ha parado de crecer en espíritu bizarro.

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En aquel episodio de apertura nos adentrábamos en una de las líneas temporales que se irán intremezclando, la del pasado donde conoceremos a los personajes en su versión teenager. Ellas son un grupo de chicas que forman parte del equipo de fútbol del instituto y están acostumbradas a ganar: Shauna (Sóphie Nelisse), Jackie (Ella Purnell), que son mejores amigas; Natalie (Sophie Tatcher), la outsider del grupo; Taissa (Jasmin Savoy Brown), acostumbrada a mandar y que comenzará una relación con Van (Liv Hewson), mientras que por ahí anda la mística, Lottie (Courtney Eaton) y la rarita, Misty (Samantha Hanratty). Todas ellas, acompañadas por el entrenador Ben (Steven Krueger) y dos ayudantes, Travis (Kevin Alves) y su hermano pequeño Javi (Luciano Leroux) se subirán a un avión para asistir a un partido y tendrán un accidente en medio de un bosque perdido de Ontario. Para todos ellos, comenzará la lucha por la supervivencia en un entorno profundamente hostil.

De forma paralela, nos encontramos en el presente con Shauna (Melanie Lynskey) que tiene una vida familiar como ama de casa convencional; con Taissa (Tawney Cypress), que se ha metido en política y se presenta a las próximas elecciones; con Misty (Christina Ricci), que además de ser enfermera en una residencia de ancianos se dedica a investigar por su cuenta asesinatos morbosos y con Natalie (Juliette Lewis), sumida en una espiral de drogas y de alcohol. Cada una de ellas a tomado un rumbo de diferente, pero todas han vivido una experiencia común que, de alguna forma, las ha marcado para siempre. ¿Hasta qué punto? El trauma será uno de los temas principales de la serie, ya que, desde el principio queda claro que durante su desaparición en el bosque, pasaron cosas horribles.

Yellowjackets es una de esas series confeccionadas para sacar al espectador de su zona de confort casi a cada minuto, dispuesta a descolocar, a interpelarte y zarandearte porque escapa a cualquier fabricación formulaica. Lo hace través de esas dos líneas narrativas en las que se abarca la adolescencia en los noventa y el desencando en la edad adulta, pero lo que realmente funciona es la mezcla de géneros que propone: el thriller de supervivencia, la trama detectivesca, el folk horror, el humor más macabro e incluso el gore, porque el canibalismo será algo que inevitablemente pulule por el ambiente.

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Hay dos elementos más que provocan que la serie genere enganche. En primer lugar, la elección de las actrices en los dos tiempos, en un trabajo de cásting portentoso en el que casi se pueden ver cada una como un espejo de la otra. Además, la atmósfera noventera puntuada por la elección de canciones que aparecen, empezando por el Today de los Smashing Pumpinks en el primer episodio hasta llegar a The Killing Moon de Echo and the Bunnymen en el último, pasando por casi un centenar de temas que forman parte de la memoria sentimental de la época y que imprimen el toque pop a la propuesta.

Además, la survival movie adquiere una dimensión realmente potente a través de una violencia atávica de lo más visceral, de manera que la locura se irá instalando en las protagonistas en el pasado, en ese espacio en el que solo parece existir la ley del más fuerte, comer o ser comido. Todo ello enriquecido por un elemento esotérico y telúrico en el que los espíritus del bosque, las premoniciones, las visiones, se mezclan con los rituales sangrientos, los aquelarres y las drogas alucinógenas. Algo, una presencia oculta, parece siempre encontrarse en estado latente, hasta que adquiera una contundencia casi física en la última temporada, cuando pida un nuevo sacrificio. ¿Realidad o delirio colectivo? No lo sabremos nunca, pero lo cierto es que la serie utiliza esos códigos de terror explícitos para ir creando una atmósfera de sugestión extrema.

En la última temporada se añaden dos personajes más, fundamentales en el presente: el de Van (Lauren Ambrosse), que se ha apartado del mundanal ruido y tiene una tienda de VHS, como si todavía viviera en el pasado, y el de Lottie (Simone Kessell), que ha formado una especie de secta y cuenta con un nutrido grupo de seguidores que creen ciegamente en ella. Finalmente, todas irán a parar precisamente a ese espacio, a modo de centro de retiro, para exorcizar sus demonios, quizás porque son conscientes de que hay algo extraño en ellas de lo que no pueden desprenderse.

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Esta nueva tanda de episodios demuestra todavía más si cabe los aciertos y las flaquezas que ya se pusieron de manifiesto en la temporada primera: sigue funcionando la parte del pasado por todos los secretos que encierra (y que todavía quedan sin resolver de cara a una tercera temporada que ya ha sido confirmada), aunquen no tanto el presente, sobre todo en lo que se refiere a la trama policial en torno a la caza de Shauna tras haber descuartizado a su antiguo amante. Eso sí, cuando las versiones adultas se juntas, se recupera la sensación creepy del pasado, y todo vuelve a situarse en su sitio, adquiriendo una potencia expresiva espeluznante. Uno de los grandes hallazgos de esta segunda parte ha sido la incorporación de Walter (Elijah Wood), que formará pareja psicópata con Misty y que ofrece los momentos de lo más psicotrónicos.

Cada vez Yellowjackets se ha vuelto más oscura e incómoda, más imprevisible, de manera que los límites entre lo real y lo fantástico cada vez se encuentran más difuminados, así como el espacio mental, que tomará más relevancia, en pasajes como el que protagoniza Misty en un sueño de lo más lisérgico en el que aparece el cineasta John Cameron Mitchell.

Esta temporada nos deja momentos para el recuerdo, como el parto de Shauna o la paliza a Lottie, el banquete con Javi, todos revestidos de una violencia gráfica de lo más cruenta (lo que confirma que no se trata de una serie para paladares aprensivos), así como el impactante giro final en el que una de las protagonistas perderá la vida de forma inesperada, aunque, en el fondo, tenga todo el sentido dentro de todo ese cúmulo de teorías que se han configurado en torno a una serie que parece recuperar el alma de Perdidos a la hora de generar hipótesis a cual más chiflada. ¿Y si todas en realidad estuvieran muertas? ¿Qué significa el extraño símbolo que aparece en el bosque? ¿Qué significan las visiones de Taissa y su desdoblamiento de personalidad?...

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Elsa. Es que creo que está muy bien reflejada la etapa de la adolescencia, con esos

piques, el sentimiento de amistad, los vínculos y los roces. Y también la edad madura.

Beatriz. A mí me parece muy bonito que cuando son mayores ya no se juzguen entre

ellas, algo sí ocurría cuando eran adolescentes. Están ahí para ayudarse entre sí. Y los

personajes masculinos no son demasiado relevantes, aquí las jefas son ellas. A mí lo que

me sorprende es que estén arriesgando tanto todo el rato. Lo que decías, no se privan de

nada.

Elsa. Como en la presentación del personaje de Shauna, que la vemos masturbándose

con la foto del novio de su hija. La verdad es que es una serie muy valiente, sí.

Beatriz. Tu personaje favorito intuyo que es el de Juliette Lewis.

Elsa. Es que lo de Juliette Lewis aquí es un auténtico festival, porque es punki todo el

rato, no está retocada y está impresionante, con los años ha cogido una presencia que no

tenía cuando era joven. Tiene momentos increíbles, como cuando está en la habitación

del hotel bailando borracha mientras suena Mazzy Star. Y su personaje es tan bonito,

porque se hace la dura, pero es la romántica del grupo. Creo que es el corazón de la

serie.