Pasión, nostalgia e ilusión. Tres intangibles que todo amante de la Fórmula 1 en general y Fernando Alonso en particular sentirá una vez haya finalizado su visita al museo del piloto español. Todos los feligreses de la religión alonsista tienen desde 2011 en Asturias, concretamente en La Morgal, a poco más de 23 kilómetros de Gijón, su mayor punto de peregrinación. Asturias tiene otro paraíso, y es automovilístico. Los verdes paisajes del Principado se convierten en multicolor una vez que se pone un pie en el recinto. Los 17 monoplazas, cascos, trofeos, monos, volantes, guantes... brillan con luz propia e iluminan el viaje en el tiempo por la trayectoria de Fernando Alonso.
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Las dificultades en sus comienzos, el sacrificio de su familia por hacer realidad el sueño de Fernando, la ilusión de su primera victoria... Toda la carrera deportiva de Alonso se hace realidad y convierte en tangible dentro de las dos plantas y tres salas que dividen la exposición. La visita tiene una duración media de una hora. 60 minutos que, una vez dentro del recorrido, circulan a mayor velocidad que el propio Fernando dentro del monoplaza. No sólo de pan vive la figura del piloto español: además de la Fórmula 1, el recorrido cuenta con los vehículos con los que compitió en el Dakar, las 500 Millas de Indianápolis, las 24 horas de Daytona y 270 piezas excepcionales. Una interminable carrera que tiene su origen en la misma comunidad autónoma donde está ubicado el museo: su Asturias natal.
Planta baja: primeros karts y piezas únicas
Actualmente el español se encuentra peleando por su victoria más anhelada en Fórmula 1, la 33. Sin embargo, todo empezó antes, mucho antes. Cuando tenía tres años y apenas levantaba unos palmos del suelo. Su padre fabricó un kart para su hermana que finalmente, ante el desinterés de ella por el pilotaje, acabó heredando Fernando Alonso. El mencionado kart adaptado y decorado con los colores del Mclaren de aquella época (1985) por su progenitor da la bienvenida nada más poner un pie en el recinto.
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Entre los monoplazas de sus primeros acelerones y frenazos, se puede observar el resto de karts con los que fue creciendo y desarrollando habilidades que otros pilotos pertenecientes a las academias de las escuderías tardaron más tiempo en adquirir. El efecto bote (porpoising) del que tanto se quejó Hamilton la temporada pasada subido en su F1W13, Alonso lo llevaba experimentando desde los 3 años. Sus cascos y monos de aquella época presiden un pasillo cargado de recuerdos.
Destaca el mono con el que se proclamó campeón del mundo júnior en 1996 y cuyas líneas arco iris en la zona del pecho imitan el diseño del maillot que viste el ciclista campeón del mundo. Sí, también lo hizo con el número 14, su cifra de la suerte que le ha acompañado hasta la actualidad. Fernando y sus manías, ya saben. Unos metros más allá descansan los siguientes monoplazas que fue pilotando hasta llegar al que condujo en la Fórmula Nissan, donde aterrizó de la mano de Adrián Campos, quien pasaría a ser su manager y principal valedor.
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Segunda planta: salto a la Fórmula 1 y resto de competiciones
Tras caminar por una pasarela, la mirada alcanza los Renault R25 y R26 con los que Alonso se proclamó bicampeón del mundo y que inauguran la sala F1. El aula presidida por los mencionados vehículos está protegida con el Minardi de su debut en el Gran Circo, el McLaren de 2008 y un sinfín de piezas únicas. Todos los volantes, monos y guantes de aquella época descansan acompañados de los dos trofeos más valiosos: los de campeón del mundo en 2005 y 2006.
Tan solo hace falta caminar unos pasos para presenciar todos los cascos que ha ido utilizando a lo largo de cada temporada. Se aprecia la evolución en lo que a seguridad respecta, pero hay tres aspectos que no han variado en sus dos décadas en la Fórmula 1: la cruz de Asturias, bandera de España y predominio del color azul. Fernando se mantie fiel a sus orígenes.
Espacio dedicado a Ferrari, precio y próxima ampliación
Otra de las partes más especiales del recorrido es el espacio dedicado a Ferrari, al que se llega tras avanzar por un túnel en el que se proyectan imágenes icónicas de Fernando. Cinco temporadas y dos subcampeonatos con la escudería italiana dieron para muchos podios y trofeos (43). Las vitrinas contienen los trofeos de cada podio a excepción de los más recientes.
También están el mono y el casco conmemorativos de la última carrera con los de Maranello y un tapiz que entregaron firmado todos los integrantes de la escudería tras su último Gran Premio con ellos. A ello hay que añadir la colección de cascos que Fernando ha ido intercambiando con el resto de rivales de la parrilla e incluso con pilotos de otras disciplinas como son Sébastien Loeb, Marc Márquez o Jorge Lorenzo, entre otros.
El viaje en el tiempo que realizan los aficionados tiene un precio de 18 euros. Cantidad que ascendería a los 21 si escogen la opción de audioguía y realizan la visita mientras Fernando Alonso les narra lo que ven con sus ojos. Tras finalizar el recorrido empapado de los sentimientos que despierta la Fórmula 1, se puede vivir la adrenalina en primera persona en el circuito que posee el museo.
Está homologado para albergar competiciones internacionales de karting y tiene 29 trazados diferentes que van desde los 1.400 a 1.800 metros. Los dirigentes del museo ya planifican una ampliación para dar cabida a los monoplazas Alpine y Aston Martin. Fernando Alonso ha dejado huella y lo sigue haciendo en el automovilismo: la ampliación deberá tener en cuenta añadir un trofeo más, porque Alonso no parará hasta conseguir la victoria 33 para agrandar así la vitrina del museo.
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