Podemos lucha por sobrevivir: pugnan por el 5% de cara a la negociación con Yolanda Díaz

El domingo las fuerzas a la izquierda del PSOE se juegan tres capitales de provincia y ser la llave para el cambio de gobierno en autonomías y ayuntamientos

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Roberto Sotomayor, Alejandra Jacinto e
Roberto Sotomayor, Alejandra Jacinto e Irene Montero en un acto de campaña de Unidas Podemos.

Podemos venía a asaltar los cielos de la política. Su entrada en el Parlamento Europeo en el año 2014 catapultó a la principal heredera del movimiento 15-M a las portadas de los periódicos y los platós de televisión. Un año después, se producía lo que vaticinaron aquellos resultados europeos, la izquierda más allá del PSOE se hacía con ayuntamientos tan importantes como Valencia, gobernada históricamente por el Partido Popular; Cádiz, también en manos de los populares; Madrid, que acabó definitivamente con Esperanza Aguirre cuando Manuela Carmena pactó con el PSOE; y Barcelona, cuándo Colau alcanzó el bastón de mando municipal.

Ahora, casi una década después, el panorama es bien distinto. La fuerza de Podemos se ha ido desdibujando en cada una de las citas electorales y, a pesar de entrar en el Gobierno de la nación, no ha sido capaz de reivindicarse electoralmente y movilizar a sus potenciales votantes. Las luchas internas de los últimos años dentro de la formación y la aparición de nuevas fuerzas, alternativas a los morados, les han hecho un considerable daño en términos electorales. En general, en las últimas dos elecciones municipales han sufrido importantes caídas de votos.

De Más Madrid a Compromís

Más Madrid es, sin duda, el mejor ejemplo para explicar cómo las luchas de poder interno en la primera etapa de Podemos han acabado perjudicando a la propia formación y han beneficiado a las marcas spin-off que han ido surgiendo a raíz de las purgas internas de los más fieles a Pablo Iglesias.

A pesar de mantener la ‘unidad’ en la ciudad de Madrid con la candidatura encabezada por Manuela Carmena, los morados no renunciaron a su cuota de poder en la Asamblea de la Comunidad de Madrid y presentaron una candidatura diferenciada con Isa Serra como cabeza de lista. La presencia de las dos candidaturas diferentes a la izquierda del PSOE y con un candidato tan mediático como Íñigo Errejón, llevaron a Podemos a perder en el parlamento autonómico madrileño 20 representantes, precisamente los mismos que ganó Errejón.

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Una caída de apoyos que se hizo más significativa cuándo Isabel Díaz Ayuso convocó elecciones anticipadas en la comunidad, lo que obligó a Iglesias a bajar “de los cielos” del Gobierno de España para salvar a su formación en la región. La estrategia salió bien, aunque tan solo sirvió para alargar la agonía. Ahora, dos años después, Alejandra Jacinto pelea por llegar al 5% y evitar así la mayoría absoluta de la popular. Un porcentaje de voto que no todas las encuestas le auguran y que supondría el golpe definitivo para los morados.

En el Ayuntamiento de Madrid, el margen de éxito de Podemos tiene peores pronósticos. A diferencia de su compañera que aspira a gobernar la comunidad, Roberto Sotomayor es un completo desconocido para casi el 50% de los madrileños. Esta circunstancia se produce por el desgaste que ha sufrido la formación durante estos últimos ocho años y la apuesta por la unidad de los últimos dos comicios en los que, al no concurrir con su propia marca, el electorado madrileño ha desconectado con la formación. Su entrada en el consistorio, a pesar de poder ser determinante en la mayoría de la izquierda, también tendrá una lectura interna muy importante.

Parecido es el escenario en la Comunidad Valenciana. Con una marca tan fuerte como Compromís a la izquierda del PSOE, los morados tienen muy complicado pelear en las mismas condiciones para captar a un electorado de características similares. Por eso, y ante una posible desaparición, en esta cita electoral pelean para conseguir representación y ser determinantes. Una meta que, de no lograr, acabaría con las posibilidades de que la izquierda gobierne y poder así reeditar el pacto del Botanic 3.0.

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Un pacto que, según las encuestas, pende de un hilo. Según la mayoría de los pronósticos, la diferencia entre bloques no supera el 2%, un margen de votos que incluye la horquilla de error de los barómetros y que deja todo abierto hasta la publicación de los resultados. Todos los expertos coinciden en que serán los datos los que determinarán el estado de salud de las principales fuerzas políticas de cara a las generales de finales de año. Y los ánimos de los morados, también.

Yolanda Díaz, junto Joan Ribó,
Yolanda Díaz, junto Joan Ribó, y Pilar Lima. (Europa Press/Rober Solsona)

La precaria situación electoral de Podemos en la Comunidad Valenciana se remonta a 2019, cuando Compromís absorbió la mayoría del electorado de los morados. La posición de poder de los de Compromís, y las tensiones internas en Podemos, hicieron imposible un acuerdo electoral en la comunidad y ayuntamiento. No concurrir juntos provocó la desaparición de los morados del pleno del Ayuntamiento de Valencia y una caída de votos en el Parlament. En la capital, su desaparición del pleno del consistorio no tuvo efectos políticos, ya que Joan Ribó pudo sumar con el PSOE y aguantar cuatro años más al frente.

Más allá de Valencia o Madrid

La situación tan compleja que vive Podemos a nivel electoral no solo determinará en gran medida la mayoría absoluta de Ayuso o la gobernabilidad de Valencia, sino que su desaparición o reducción de poder podría acabar con varios gobiernos a lo largo y ancho de España.

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En Extremadura, Guillermo Fernández Vara, según las encuestas, perdería la mayoría suficiente para gobernar en solitario y, de querer repetir puesto, necesitaría a Podemos. Los morados, que en el territorio extremeño no tienen competidores relevantes, aguantarán el tipo e, incluso, según los barómetros publicados, podrían aumentar su fuerza en el parlamento gracias a la caída de Vara.

Situación diferente es la de Baleares, La Rioja o Aragón. En estos territorios la entrada de Podemos está asegurada, sin embargo, su retroceso electoral podría hacer peligrar los gobiernos de izquierdas, en favor de la derecha.

En las Islas Baleares, por ejemplo, cayó del 14,7% en 2015 al 9,7% cuatro años después. Una caída de casi siete puntos en nueve años. El retroceso es más importante en otras plazas como Aragón, dónde ha perdido más de 15 puntos desde 2015. En La Rioja, los morados se enfrentan a un escenario similar, desde la primera vez que se presentaron a las elecciones, han perdido más de 5 puntos de apoyos electorales. El 28-M marcará la supervivencia de Podemos.

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