España vive este domingo una cita electoral autonómica y municipal que, en realidad, trasciende mucho más allá de su carácter local o regional. Estos comicios son también una especie de termómetro, porque los españoles decidirán los gobiernos de 12 de las 17 comunidades autónomas y a más de 8.000 alcaldes, sí, pero los resultados esconderán una segunda lectura mucho más profunda y trascendente: quien resulte ganador en el cómputo global de estas elecciones apuntará al Gobierno en las generales de final de año.
Sánchez o Feijóo. Feijóo o Sánchez. Los líderes de PSOE y PP miden su fuerza en estos comicios. No figurarán de facto en ninguna papeleta, pero uno de los dos acabará la noche como vencedor. Es la primera vez que ambos se enfrentan en unas elecciones y, con las generales a meses vista, el objetivo es vender un triunfo y un derrotado. Asestar el primer golpe, coger ventaja. El líder del Partido Popular lo necesita como el comer para disipar dudas y reforzar su liderazgo en el partido y su candidatura a La Moncloa. El de los socialistas, para lo contrario. Sánchez no busca otra cosa que mantener autonomías y ayuntamientos para tumbar ese avance popular que pronostican las encuestas. Entre medias, dos partidos que serán determinantes para uno y otro: Vox para los populares, Podemos para el bloque de izquierdas.
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Bajo este escenario, el PSOE se juega la permanencia en el poder de Asturias, Navarra, La Rioja, Aragón, Comunidad Valenciana, Castilla La-Mancha, Islas Baleares, Extremadura y las Islas Canarias. El Partido Popular, en cambio, solo debe defender dos comunidades, la Región de Murcia y su gran bastión, la Comunidad de Madrid, y buscar asaltar alguna otra. La más codiciada, sin duda, Valencia.
Incertidumbre en autonomías socialistas
Lo cierto es que el margen de victoria lo tiene el PP, pues sus dos territorios, salvo giro radical, no peligran. Según las encuestas, Isabel Díaz Ayuso aspira a la mayoría absoluta en la Comunidad de Madrid y, de no conseguirla, repetiría puesto sin problemas gracias al apoyo de Vox, el partido de extrema derecha. Situación similar se vive en Murcia: su candidato, López Miras, también actual presidente, podrá gobernar de nuevo con el beneplácito de Vox, que podría incluso exigir entrar en el gobierno.
Las plazas más inciertas son las que gobierna el PSOE: la Comunidad Valenciana, Castilla La-Mancha, La Rioja, Aragón e Islas Baleares. Es en la primera donde se va a librar la guerra electoral más importante en este 28-M. Todos los expertos sitúan la Comunidad Valenciana como la clave más precisa de cara a las generales: quien se la lleve, apuntan, habrá ganado mucho terreno. Perderla, por tanto, sería un duro revés para los socialistas: primero, porque perderían su autonomía más importante y, segundo –y más trascendente– porque podría entenderse como un cambio de tendencia electoral. Puro oxígeno para Núñez Feijóo.
Y tanta es la importancia que nadie se atreve a pronosticar qué pasará. Todo estará ajustadísimo. Las encuestas no dan un resultado claro pero coinciden en que la diferencia entre el bloque de la derecha y el de la izquierda será mínimo. Unos cuantos miles de votos podrían determinar el futuro político de una región por la que tanto Sánchez como Feijóo han echado el resto durante la campaña y en la que los pactos serán determinantes. Y aquí la clave está en Podemos. Si la formación morada logra representación, el bloque de izquierdas sumaría la mayoría suficiente para revalidar el gobierno cuatro años más; si se quedan fuera, el PP recuperará la Comunidad Valenciana tras ocho años en la oposición.
Castilla La-Mancha es otra de las comunidades con mayor trascendencia a nivel nacional. Los barómetros avanzan que García-Page, candidato del PSOE, podría gobernar siempre y cuando conserve la mayoría absoluta. De lo contrario, el PP y Vox podrían llegar a ser una alternativa. Igual de abierta está la pugna en las Islas Baleares, donde también decidirán las coaliciones. Las encuestas no se aclaran: unas apuestan por los socialistas como los más votados, otras, por los populares. Lo que sí parece seguro es que si Armengol, del PSOE, quiere repetir puesto tendrá que pactar con todas las fuerzas posibles.
En un escenario similar se mueve Aragón, aunque a priori parece que el PSOE de Javier Lambán aguantará el tipo. De nuevo, el mismo escenario: si el PP suma con Vox se queda con la región. La llave para los socialistas está en que Unidas Podemos y las demás fuerzas regionalistas y de izquierdas entren en el parlamento aragonés con la suficiente fuerza como para articular una mayoría progresista. En Extremadura, se prevé que Fernández Vara pierda la mayoría absoluta, por lo que el PSOE necesitará de Podemos para mantenerse en el gobierno. El cambio estará en el resultado de Vox, si es alto, el PP podría quedarse con el feudo extremeño.
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Más seguros para los de Sánchez parecen Asturias, Canarias y Navarra. En el primero, Adrián Barbón repetirá como el más votado y, aunque perderá fuerza, seguiría al frente con el apoyo de las formaciones a su izquierda. Lo mismo se espera en Canarias, donde los socialistas ganarán cómodamente y sumarán con el grupo progresista. Más complejo es el caso de Navarra, con EH Bildu, el partido donde se integran exmiembros de la banda terrorista ETA, acumulando más poder que hace cuatro años. Aunque volverán a ganar los conservadores Unión del Pueblo Navarro, la izquierda se mantendrá en el poder. El PSOE sumará con Geroa Bai, y la única duda es si Bildu exige entrar en el gobierno o se abstiene, como en 2019. Donde parece que habrá poca historia es en La Rioja, una plaza que los socialistas dan por perdida con el PP como vencedor. La duda en este momento estaría en si necesitará o no del partido de extrema derecha.
Ciudades estratégicas, en el aire
Con las autonomías resueltas, entrarán en juego los candidatos municipales, quienes también tienen su cuota en la batalla nacional. El PP quiere disputarle al PSOE alguno de sus feudos históricos, como Sevilla. El gobierno de izquierdas que rige en la capital andaluza está en peligro varias décadas después. De producirse la caída, sería un duro golpe para los socialistas tras la mayoría absoluta cosechada por los populares el pasado junio en Andalucía.
Pero el susto también podrían llevárselo los de Feijóo y nada menos que en la capital, Madrid. El miedo y las dudas han ido creciendo a medida que avanzaba la campaña y ahora mismo José Luis Martínez Almeida no las tiene todas para conseguir repetir en la alcaldía. Para hacerlo, necesitará sí o sí de Vox y quien sabe si de Ciudadanos y la actual vicealcaldesa Begoña Villacís, cuya supervivencia política es una incógnita y pende de un hilo. En este caso, el rival del PP no es el PSOE, sino la fuerza regionalista Más Madrid con la candidata Rita Maestre, que podría llegar al Palacio de Cibeles de la mano de los socialistas y de Podemos, siempre que los morados lleguen al 5% de los votos, el mínimo para obtener representación.
Valencia y Barcelona son otras de las arenas claves. Ambas ciudades podrían aguantar una legislatura más con los actuales equipos de gobierno, o, por el contrario, dan un giro de 180 grados. Según las encuestas, en Barcelona hay tres formaciones que disputan la primera posición: Barcelona en Comú –el partido que está gobernando–, el PSC –la marca catalana del PSOE– y Junts Per Cataluña, un partido independentista-conservador. Valencia, en cambio, lo disputan, el PSOE, Compromís –una fuerza de izquierdas regionalista– y el PP. Según las encuestas, mientras que un gobierno alternativo de derechas estaría dirigido por los populares –con el apoyo de Vox–, en la izquierda son Compromís y el PSOE los que se disputan la primera plaza en el bloque progresista.
Muchas incógnitas, un buen puñado de autonomías y ciudades clave en el aire, y una conclusión de fondo: las elecciones regionales y municipales del 28-M medirán el pulso nacional y marcarán el sentido de la política española en los próximos meses. Las generales ya esperan.
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