Rosalía y JC Reyes: la polémica que vuelve a dejar claro que el cuerpo de la mujer “no es una mercancía”

La artista catalana ha tenido que defenderse de unas imágenes falsas y editadas en las que aparecía desnuda. “Existe algo llamado consentimiento”, se ha reafirmado en redes

Rosalía, en Mexico (Foto AP/Marco Ugarte)

Rosalía es noticia. No por un TikTok, por el lanzamiento de un nuevo sencillo o por haber roto las redes con uno de sus atrevidos outfits. La catalana ha sido víctima de una campaña de desprestigio a raíz de la aparición de unas imágenes falsas y editadas en las que aparece desnuda. Instantáneas que han sido modificadas (con cualquier herramienta actual que se precie al bulo) por el artista JC Reyes. De Sevilla, 26 años y asociado al género urbano, parece haber conseguido su cometido: que todos hablen de él.

JC Reyes publicó en sus stories de Instagram varias fotos que la propia artista había subido a su cuenta personal, pero en ellas se habían realizado varias modificaciones. Por ejemplo, si Rosalía aparecía en la imagen original con una chaqueta o con la parte de arriba del biquini, el sevillano las modificó para que pareciese que no llevaba nada puesto. La catalana no tardó en condenar públicamente la situación.

“Ir a buscar clout faltando el respeto y sexualizando a alguien es un tipo de violencia y da asco pero hacerlo por 4 plays de + lo q da es pena”, escribió en Twitter. El nivel de jerga requiere, muy probablemente, de una traducción. Lo que Rosalía quiso decir es que, con tal de obtener cierta repercusión, le daba “pena” que tuviese que ser a costa del cuerpo de una mujer.

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Tuit de Rosalía.

El peligro de la tecnología

La cosa no quedó ahí. JC Reyes, no contento con haber conseguido la atención de una de las artistas españolas con mayor peso internacional, respondió a la intérprete con un vídeo en el que afirmaba que las fotos eran, efectivamente, “fake”, pero en el que decidió añadir que “yo no puedo estar subiendo fotos de la chavala, las fotos que me manda a mí”.

Fue entonces cuando el revuelo se armó en redes sociales, sobre todo porque, hasta el tuit de Rosalía, muy poca gente se había percatado de lo sucedido. La catalana ha vuelto a responder, esta vez con mayor seriedad y contundencia. “El cuerpo d una mujer no es propiedad pública, no es una mercancía para tu estrategia de marketing. Esas fotos estaban editadas y creaste una falsa narrativa alrededor cuando ni te conozco. Existe algo llamado consentimiento y todos a los que os pareció gracioso o plausible espero de corazón que un día aprendáis que venís de una mujer, que las mujeres somos sagradas y que se nos ha de respetar bye”, ha escrito.

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Tuit de Rosalía.

La controversia ha vuelto a poner de manifiesto que la mujer se enfrenta a otros tipos de violencia menos tipificados, pero que se enmarcan dentro del paradigma del consentimiento. No en vano, la ‘ley del solo sí es sí’ ha convertido dicha expresión en una batalla parlamentaria. La reforma que propuso, y posteriormente aprobó el PSOE, era considerada por Podemos como una modificación que restaba peso al “consentimiento expreso”, terminología que para los mandatarios del Ministerio de Igualdad era clave, además de eje principal de la norma.

Bajo dicho paraguas se pretendía incluir la protección a las mujeres que sufren violencia y sexismo en situaciones como la del caso de Rosalía. Polémicas o vivencias en las que la tecnología o las redes sociales convierten el cuerpo de la mujer en una imagen viral no deseada. Filtraciones de vídeos, labores creadas con inteligencia artificial (IA) o deepfakes (vídeos editados que imitan la voz de una persona y su apariencia).

Situaciones no reguladas, pero que ponen de manifiesto la violencia a la que se exponen las mujeres más allá del entorno que las construye. Herramientas que, de dominarse, podrían generar cualquier tipo de instantánea y con una precisión exhaustiva. Como ha manifestado la propia Rosalía, la viralización de contenido sexual, en este caso falso, no consensuado también supone un tipo de “violencia” hacia la mujer.

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Respaldo y polémica

De una controversia nace una polémica, un efecto dominó que encuentra su mayor expresión en el mundo de internet. Tras la denuncia pública de la artista, hubo quejas acerca de la falta de apoyo que Rosalía había recibido de compañeros de la industria musical. El que sí que se pronunció fue su pareja, el también cantante Rauw Alejandro, que publicó una serie de tuits en los que mostraba su cariño hacia la catalana.

Otra figura que le ha tendido la mano -virtual- a la intérprete y Motomami certificada es la ministra de Igualdad, Irene Montero. “Dilo, reina”, le respondió en Twitter.

Tuit de Irene Montero.

Tras varias vueltas de campana y una sensación completa de desamparo, JC Reyes pidió disculpas a la catalana en un vídeo de Instagram. El bochorno sideral se ha terminado convirtiendo en un debate abierto en el que se vuelve a plantear la amenaza de la tecnología en la veracidad coyuntural, capaz de convertir un vídeo de recetas de magdalenas en otro de contenido pornográfico. Con ella, y sin una regulación que la limite o ampare a la víctima, las mujeres siguen expuestas a infinidad de trampas que las colocan como objeto, como trámite, como “mercancía”.

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