Aquellos que conozcan la trayectoria de Patti Smith sabrán que, además de su aportación fundamental dentro del mundo de la música, de su espíritu combativo y su activismo, también se reveló hace mucho tiempo como una gran escritora a través de obras que adquieren una resonancia de estirpe autobiográfica. De hecho, su pasión por la poesía y la literatura se encuentran presentes en buena parte de las letras de sus canciones e incluso la influencia de Arthur Riambaud resuena en el germen de su mítico álbum Horses.
En 2010 ganó el National Book Award por su libro de memorias Éramos unos niños, centrado en la relación de amistad que mantuvo durante toda su vida con el fotógrafo Robert Mapplethorpe. Su obra literaria se ha ido poco a poco configurando como reflejo de su personalidad, de sus experiencias y de su sensibilidad intelectual hasta el punto de crear toda una cartografía íntima extremadamente reveladora.
Un diario repleto de sensibilidad
Ahora, Lumen publica un volumen en el que la autora mezcla dos de sus obsesiones: la imagen y la escritura, para unirlas en un combo indivisible. Desde que era joven se apasionó por la fotografía y se encargó de atesorar un gran archivo de instantáneas con su querida Polaroid Land 250. Sin embargo, cuando dejaron de fabricar los cartuchos se sintió huérfana, hasta que se pasó al digital, a las cámaras integradas en los teléfonos móviles.
Cuenta Patti Smith en el prólogo de El libro de los días, que en 2018 se abrió una cuenta de Instagram. Se lo recomendó su hija Jesse y a partir de ese día tuvo un espacio propio en el que verter sus reflexiones a partir de las imágenes que tomaba. Así surge este volumen precisamente, como si se tratara de la cuenta personal de la artista, pero a través de las páginas de un libro concebido a modo de diario íntimo.
Te puede interesar: Recordamos a Martin Amis en 5 libros
La primera instantánea es la de una de las manos de Patti Smith. Para ella simboliza uno de los iconos más antiguos del mundo, “una correspondencia directa entre imaginación y ejecución”. Los hombres prehistóricos dejaban sus huellas en las cuevas, lo que en el fondo constituía una autoafirmación del yo. Y es ese ‘yo’ el protagonista de este volumen en el que la artista recorre todas aquellas influencias que han configurado su personalidad.
Entre sus páginas encontramos efemérides, cumpleaños y aniversarios de figuras culturales cruciales en su formación, muchos de ellos relacionados con sus amigos o claves en su trayectoria, como William Burroughs o Allen Ginsberg, gurús de la Generación Beat, o su inseparable Sam Shepard, con el que mantuvo amistad hasta el día de su muerte y del que conserva algunos fetiches en su particular ‘altarcito’ de reliquias que ha ido acumulando en sus viajes. También se encuentran presentes Michael Stipe, líder de REM o Flea, de Red Hot Chilli Peppers, con los que ha colaborado asiduamente.
Recuerdos, viajes e ídolos culturales
Patti Smith reverencia a los antepasados, a aquellos que consiguieron transformar el mundo con su arte o con sus descubrimientos. Por eso le gusta visitar sus tumbas, los cementerios, y por eso encontramos también en el libro un crisol de imágenes de sepulturas que corresponden a sus ídolos, de Virginia Woolf a Bobby Fisher, pasando por Jean Genet o Jackson Pollock y su esposa Lee Krasner.
También deja una puerta abierta a sus recuerdos, los de su infancia, los asociados a sus progenitores, a su hija y a su esposo fallecido Fred Smith, así como a los miembros de su banda, los que continúan con ella y los que desaparecieron por el camino. A todos ellos les dedica unas líneas, casi como si se tratara de poemas en los que evoca sus sentimientos.
Te puede interesar: El deslumbrante debut de Alana S. Portero en ‘La mala costumbre’
Sus viajes ocupan un apartado fundamental. París y sus cafés, Italia y su arte, México y Frida Kahlo, incluso los molinos que construyó Akira Kurosawa para la película Sueños en Japón. Iglesias, muros, espacios, rincones. Todo adquiere un significado especial a través de su perspectiva. Y, por supuesto, también está Rimbaud, omnipresente, hasta el punto de que Smith adquirió su residencia en Chufflilly-Roche, que ahora es de su propiedad, para estar más cerca del espíritu del poeta maldito.
El libro de los días se convierte casi en una especie de manual de repaso de diario, porque en él se recoge parte de la sabiduría del pasado y del presente siglo. Cada día es especial para Patti Smith, hay algo en él que merece la pena, invitando a que el lector también sea capaz de configurar su propio álbum personal.
Seguir leyendo: Jhumpa Lahiri, ganadora del Pulitzer y su homenaje a Italia en ‘Cuentos romanos’
Seguir leyendo: Javier Giner adaptará su libro ‘Yo adicto’ en una serie para Disney+