El submarino S-80, el sumergible de la Armada que no flotaba y al que España ha destinado 3.900 millones de euros

El astillero público Navantia exhibe con orgullo estos días su submarino S80 en Feindef, pero el desarrollo del buque ha tenido que navegar por aguas turbulentas

Submarino S-81 Isaac Peral de España (Navantia)

La ministra de Defensa, Margarita Robles, recorrió ayer el grueso de los stands de la tercera edición de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad (Feindef), que tiene lugar desde este miércoles y hasta mañana en Madrid, donde pudo comprobar las innovaciones militares no solo de la industria local sino también de numerosas empresas extranjeras. Uno de los expositores al que más tiempo dedicó Robles fue, como no podía ser de otra forma, Navantia, el astillero público que construye prácticamente todos los buques que despliega la Armada. En Feindef la firma estatal expone todos sus desarrollo actuales, pero hay uno que destaca por encima del resto: el submarino S-80, la joya de la corona de la industria naval española.

A lo largo de los tres días en los que se celebrará la feria en Ifema, Navantia tiene planeado sacar pecho de su sumergible, el primero diseñado y construido íntegramente en España, y olvidar los retrasos, problemas y sobrecostes de una embarcación de la que aún hoy, a casi 20 años de iniciado el proyecto, la Armada española no disfruta plenamente. La idea de que España debía incorporarse a la élite de países que diseñan y construyen sus propios submarinos se plasmó durante las últimas semanas en el poder del expresidente José María Aznar, cuando el Ministerio de Defensa, por entonces liderado por Federico Trillo, firmó con Izar Construcciones Navales -antiguo nombre de Navantia- un contrato para el desarrollo de cuatros submarinos, para los que se destinaron 2.135 millones de euros. Según los planes del gobierno popular, el primer sumergible sería botado en 2011 y entregado a la Armada dos años más tarde. Nada salió según lo previsto.

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Problemas en el diseño y retrasos varios

Todas las alarmas saltaron a finales de 2012 cuando, ya con algunos retrasos a cuestas, las cuatro embarcaciones estaban en distintas etapas de desarrollo. A alguien del equipo de ingenieros de Navantia se le ocurrió revisar los cálculos y la sorpresa fue mayúscula: los buques estaban sentenciados a sumergirse, como todo submarino, sí, pero jamás podrían regresar a la superficie por un exceso de peso en su diseño. Vamos, que no flotaban.

No hubo otra solución que pedir ayuda al aliado Estados Unidos y, con la colaboración de la US Navy y la firma estadounidense Electric Boat, se alcanzó, en 2016, un nuevo diseño: el S-80 Plus, diez metros más largo que el boceto original -con un total de 80,81 metros- lo que aseguraba su capacidad de flote. Esta situación no solo obligó al astillero nacional a redefinir el calendario de entregas sino que también forzó al gobierno de Pedro Sánchez a ampliar, en 2018, el presupuesto asignado al proyecto en 1.771 millones de euros, hasta los 3.900 millones, es decir, un 83% superior a lo previsto 14 años antes.

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Primera inmersión del submarino S-81 Isaac Peral de España. (Navantia)

De nuevo en aguas -relativamente- tranquilas, Navantia programó botar el primer submarino, el S-81 Isaac Peral, en octubre de 2020, sin embargo, la pandemia del Covid retrasó el tan ansiado primer contacto con el mar hasta el 22 de abril de 2021. La expectativa era tanta que a la ceremonia de botadura, que tuvo lugar en Cartagena, asistió toda la familia real. Desde entonces Navantia ha continuado con el desarrollo del Isaac Peral -a la par que avanza en la construcción de los otros tres buques- que ha sido sometido a distintas pruebas en el mar, la más importante ocurrió el pasado marzo cuando el submarino realizó su primera inmersión con éxito. Sí, flota.

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Sin embargo, la propia Margarita Robles reconoció, a principios de año, nuevos retrasos en la entrega de la unidad a la Armada, prevista en un principio para abril o mayo, y ahora lo más probable es que se produzca en algún momento después del verano, 12 años más tarde lo planificado en un principio. Estas demoras hacen dudar de que se puedan cumplir con las fechas previstas para que los restantes tres submarinos estén operativos -diciembre de 2024, octubre de 2026 y febrero de 2028- más aún si se tiene en cuenta que la segunda embarcación, el S-82 Narciso Monturiol, todavía no ha sido puesto a flote.

Tecnología con miras a la exportación

Ahora una de las cosas que le quitan el sueño a Navantia es conseguir el primer cliente internacional del S-80 y así recuperar algo de la inversión que ha supuesto el desarrollo del submarino. El astillero público tiene la vista puesta en países como India, Canadá, Colombia y Arabia Saudí, este último uno de los mejores compradores de buques ‘made in Spain’.

Maqueta del submarino S-80 de la Armada de España expuesta en el stand de Navantia en Feindef 2023. (Ejército de Tierra)

A pesar de todos los dolores de cabeza, ahora España tiene un buen producto al que promociona como “el submarino convencional más avanzado del mundo”. Convencional, porque su propulsión no es nuclear sino diésel-eléctrica, y eso de lo de más avanzado le viene por su sistema AIP, que posibilitará que el S-80 permanezca semanas sumergido sin necesidad de salir a la superficie para recargar baterías, gracias al uso de hidrógeno a partir del procesado de bioetanol y oxígeno para generar energía eléctrica. Una innovación que destaca al buque español por sobre sus competidores internacionales. De todas formas, como obliga la trama del submarino español, este sistema -desarrollado por la firma Abengoa- también ha padecido demoras y recién estará equipado en el tercer buque de la case, el S-83 Cosme García.

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