Telecinco estrena este miércoles 10 de mayo la tercera temporada de ‘El Pueblo’. La serie creada por Alberto y Laura Caballero (’La que se avecina’, ‘Machos alfa’) ya rueda su cuarta y última temporada mientras llega al abierto la anterior tras llevar más de un año en Prime Video, un ‘desfase’ que hace que sus propios actores se hagan un lío con las entrevistas promocionales: “Es rarísimo”, reconoce entre risas Carlos Areces en esta entrevista con Infobae España.
El actor, que interpreta al personaje de Juanjo en la serie, alaba la valentía de los hermanos Caballero para abordar desde el humor los asuntos más candentes y hasta peliagudos, un rasgo característico con el que han creado una marca propia que, aunque no ha estado exenta de críticas, está avalada por su éxito en audiencias.
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Precisamente sobre ese humor sin límites se pronuncia el actor, cómico y cantante en esta conversación en la que también habla de la cancelación de ‘El Pueblo’, de la influencia de las plataformas en la forma de interpretar las audiencias y hasta de Eurovisión.
¿Cómo vives el estreno en abierto de la tercera temporada de ‘El Pueblo’ después de tanto tiempo?
Lo de la doble vida de las series es rarísimo. Entiendo que tiene sentido y que hay gente que sabe mucho más de estos temas que yo, pero para mí es rarísimo hablar de una serie que lleva estrenada en otro sitio más de un año.
¿Cómo viviste la noticia de la cancelación de la serie tras la cuarta temporada?
Para nosotros fue una sorpresa. De hecho, durante dos días hubo una renovación sobre la mesa, pero a las 48 horas nos llamaron para decir que fue una falsa alarma. Para nosotros fue una sorpresa porque los datos de audiencia eran brutales. En Amazon seguía entre lo más visto un mes después del estreno, está claro que tiene tirón. Nosotros, que somos ajenos al mundo de la negociación, no sabemos a qué responde, evidentemente tendrá que haber una razón, pero no sabemos cuál es.
“Cualquier tema, por sensible que sea, puede tratarse desde el humor”
¿Estás muy pendiente de las audiencias cuando estrenas un proyecto?
Procuro no estarlo, porque realmente hay poco que pueda hacer. Siempre tienes una cierta curiosidad, pero no hasta el nivel de preocupación. Cuando estrenas una serie o una película, tu trabajo ya está hecho, esperas que guste al mayor número de personas posibles, pero ya puedes aportar poco en ese momento. Yo no soy de los que busca los datos de audiencia después del estreno de cada capítulo. La audiencia que tenga ‘El Pueblo’ en Telecinco tampoco es referencia de nada, porque esos capítulos ya han tenido muy buena acogida en una plataforma, ya no hay cifras absolutas.
‘El pueblo’ tira mucho de estereotipos y caricaturas, algo que se ha convertido en la ‘marca Caballero’. ¿Crees que este tipo de humor escasea en televisión?
Sí, creo que es así. Yo lo que valoro de los productos de la marca Caballero es que hay menos miedo que en otras producciones a tratar determinados temas que no estamos acostumbrados a que se traten desde el humor. Nos hemos acostumbrado a que cualquier tema peliagudo puede ser tratado desde el drama, pero no aceptamos que también cualquier tema, por sensible que sea, puede ser tratado desde el humor.
¿Pero crees que la audiencia está preparada para entender ese humor?
No toda la audiencia está preparada para entender ese humor, ni siquiera tiene que gustarle a toda la audiencia. Se trata de que haya la suficiente variedad como para que cada uno elija el producto que le haga gracia, pero que no tenga que venir nadie a decirme de qué me tengo que reír yo. Estamos muy acostumbrados a que solo una persona gay pueda hacer chistes de gays, que solo un inmigrante pueda hacer chistes de su condición... Me parece que eso hay que perderlo, es demasiado acomplejado y absurdo.
Entonces, ¿el humor no tiene límites?
Considero que transgredir tabúes desde el humor es un recurso cómico que funciona y es perfectamente válido. Una persona heterosexual que haga un chiste sobre una persona gay puede estar tan concienciada como la persona gay y simplemente está utilizando un recurso cómico como un estereotipo. A veces ni siquiera sabemos leer entre líneas, decir cosas que no se pueden decir es gracioso, es algo catártico que una sociedad sana se tiene que permitir. Eso no quiere decir que le tenga que hacer gracia a todo el mundo. A mí hay chistes que me parecen desfasados, pero nunca pediría que cancelen, prohíban o censuren una ficción. Yo puedo ir a una librería y comprar ‘Mein Kampf’ y no por eso nadie va a pensar que soy nazi, es ridículo.
Cambiando de tema: en noviembre llenaste el WiZink con Ojete Calor. ¿Cómo lo viviste?
Lo viví con bastante sorpresa. Nosotros nos animamos a hacer un WiZink porque el último concierto en Madrid fue en La Riviera, que tiene una capacidad para unas 2.300 personas y la primera fecha se vendió en seis horas y la segunda en 11 días, dos sold outs. Entonces decidimos hacerlo en el WiZink, pero para nuestra sorpresa hay más gente dispuesta a disfrutar del ‘subnopop’ de lo que pensábamos.
“Buenafuente quiso apadrinar a Ojete Calor para llevarnos a Eurovisión”
Para un dúo que nació como una broma, ¿qué es lo siguiente después de llenar el Wizink?
Lo siguiente es llenar el Wanda Metropolitano, igual nos hemos venido un poco arriba (risas). No, lo siguiente que me planteo es descansar un poco porque el concierto del WiZink fue un parto muy doloroso.
¿Participarías en Eurovisión?
No. Hace tiempo, Buenafuente me propuso apadrinarnos para intentar llegar a Eurovisión, pero ahora hay un comité que criba todo lo que tiene que ver con el humor. De hecho, en el Benidorm Fest no había nadie que participara con humor. A mí me parece un error, porque el Chikilicuatre consiguió mejor puesto que la mayoría de los últimos representantes españoles que habíamos llevado y, por otro lado, porque si tu vida es tan triste como para tomarte en serio Eurovisión, mereces terapia de choque.
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