Hace un año, Fernando Alonso concluía undécimo el Gran Premio de Miami de Fórmula 1, todavía a los mandos de un Alpine. A las mismas alturas de campeonato que ahora, el bicampeón del mundo español ocupaba el puesto número 16 de la clasificación de pilotos del Mundial, con apenas dos puntos en su haber: antes de la quinta prueba del curso, quedó noveno en Baréin, no terminó la carrera en Arabia Saudí, fue decimoséptimo en Australia y también tuvo que retirarse en Imola. Una realidad, la de 2022, totalmente distinta a la de 2023: del sexto mejor equipo del Gran Circo entonces al segundo ahora, con cuatro podios en cinco carreras y un tercer lugar para Alonso a nivel individual en el campeonato (75 puntos), de una temporada a otra.
Aston Martin resulta, hasta la fecha, una auténtica bendición para el asturiano, que llevaba años persiguiendo el reencuentro con un monoplaza competitivo y parece haber cumplido sus deseos en la escudería británica. En una competición en la que la barra libre para Red Bull es inapelable en estos momentos, Alonso es el primero entre los mortales. El más inmediato perseguidor de Max Verstappen y Checo Pérez, por si alguno de los dos, algo que llega a parecer hasta imposible ahora mismo, se resfría. Carrera tras carrera, el tercer puesto es propiedad prácticamente exclusiva del dorsal 14 de la parrilla: el Ferrari de Charles Leclerc se lo arrebató en Bakú (Magic fue cuarto, y gracias, porque se quedó a ocho décimas del podio), pero nadie lo consiguió en Baréin, Arabia Saudí, Australia y Miami.
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La regularidad tan anhelada vuelve a acompañar a un Alonso que, por su talante competitivo, no se conforma. Subir al podio está muy bien, pero el líder de Aston Martin quiere más y ya se atreve a deslizarlo. “Creo que a principios de año lograr un podio era increíble. Ahora, después de cuatro, obviamente queremos más, y al menos un segundo puesto, pero los dos Red Bull siempre son inquebrantables y siempre son superrápidos. Pero como dije, tal vez en Mónaco, tal vez en Barcelona... tengamos una posibilidad”, expuso antes del descanso previo al tríptico europeo que la F1 afrontará, de forma consecutiva y con primera parada en Imola, desde el 19 de mayo.
Todo apunta a que la felicidad ha llegado para quedarse al box de los verdes. Sin embargo, el estado de ánimo no es tan jubiloso en las dependencias de los competidores a los que Aston Martin presta mayor atención: Mercedes y Ferrari. Los dos equipos viven instalados e incluso estancados en una montaña rusa de emociones desde que arrancó la temporada, sin haber podido aparcar la zozobra en ningún momento.
Mercedes tilda a su coche de “basura”
Ver iniciar una carrera a Lewis Hamilton desde la posición número 13 parecía cosa de locos no hace tanto. Pero es lo que ocurrió en Miami, donde el siete veces campeón del mundo salió de esa guisa para terminar sexto. Dos posiciones por encima lo hizo su compañero, George Russell, que partió, precisamente, sexto. Insuficiente para los alemanes, que, aunque consiguieron ser segundos en Melbourne de la mano de Hamilton, están que echan humo con sus prestaciones actuales.
“Creo que el coche no es un coche genial, no es un buen coche. Sus puntos débiles están en todas partes. Es el ritmo, el rendimiento del coche, es la falta de comprensión del coche sobre por qué no está rindiendo. Es todo. Yo diría que el rendimiento es realmente malo”, ha declarado el máximo responsable de Mercedes, Toto Wolff. Todavía va más lejos: cree que “es peor” de lo que jamás pensó e incluso, directamente, “una basura”.
Mejorar lo visto en la clasificación de los sábados en las carreras tampoco convence al CEO del equipo. “No hay nada por lo que estar aliviado por tener un domingo más decente, porque tienes que empezar desde la primera línea y ser capaz de manejar a los Red Bull y al resto de equipos, y ese no es el caso todavía”, lamentó Wolff también.
Al menos, en Mercedes queda el consuelo de ir salvando los trastos como se puede por el momento. La segunda plaza en el Mundial de constructores no está lejos (89 puntos, terceros, por los 98 de Aston Martin), lo cual es una muy buena noticia visto lo visto: Hamilton es cuarto en la clasificación de pilotos con 56 puntos (quinto en Baréin y Arabia Saudí, segundo en Australia y sexto tanto en Bakú como en Miami) y Russell marcha sexto con 40 (séptimo en Baréin, cuarto en Arabia Saudí y Miami, decimoctavo en Australia, donde no terminó, y octavo en Bakú).
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Los sábados tampoco han sido tan satisfactorios como cabría esperar. Más allá del gran rendimiento en Australia (Russell salió segundo y Hamilton tercero), nada especialmente llamativo: sexto y séptimo en la parrilla de Baréin, cuarto y octavo en Arabia Saudí y quinto y undécimo en Azerbaiyán antes de llegar a Miami. Y, aun así, Alonso no se fía: “Hemos perdido algunos puntos con Mercedes, que ha sumado con los dos coches”, evidenció con respecto a la quinta prueba del año.
Ferrari, otro mar de dudas
La situación también dista mucho de ser convincente en la escudería italiana. Los altos y bajos son la tónica reinante, y aún en mayor medida que en Mercedes, como bien sabe Carlos Sainz. El madrileño, quinto en el Mundial de pilotos con 44 puntos, no pasa del cuarto puesto en carrera: cuarto en Baréin, sexto en Arabia Saudí, duodécimo en Australia y quinto tanto en Bakú como en Miami. El único podio de los de Maranello este 2023 lo consiguió Leclerc, tercero en Bakú pero séptimo con 34 puntos en la general: un decimonoveno lugar (no terminó) en Baréin, un séptimo en Arabia, un vigésimo (tampoco acabó) en Australia y un séptimo en Miami son sus otros resultados.
Sólo hay que leer a Sainz carrera tras carrera para comprobar que la frustración es lo que manda hoy en Ferrari. El último Gran Premio no fue una excepción: “Tenemos que seguir probando cosas, luchamos por la pole el sábado y el domingo nos dan la bofetada. Red Bull está en otro planeta. Aston Martin, con mejor degradación. Mercedes nos mete 2 o 3 décimas. He intentado ir al podio y me ha costado el cuarto puesto”.
Tiene razón, ya que Ferrari, cuarto mejor equipo del presente Mundial (67 puntos), ha colocado a sus coches tercero y cuarto en la salida de Baréin, segundo y quinto en la de Arabia, quinto y séptimo en la de Australia (peor Gran Premio para el equipo), primero y cuarto en la de Bakú y tercero y séptimo en la de Miami. No obstante, todo esto sólo se ha traducido en un podio. Dos si tenemos en cuenta el del sprint de Bakú, cuando Leclerc quedó segundo (por comparar, Sainz fue quinto, Russell cuarto, Alonso sexto y Hamilton séptimo: el monegasco salía primero, su compañero quinto, Russell cuarto, Alonso octavo y Hamilton sexto).
Alonso también es muy consciente de que las cosas distan mucho de ser idílicas en el que fuera su equipo entre 2010 y 2014, más si cabe tras su “carrera en solitario” de Miami: “Tal vez esperábamos una oposición un poco más fuerte, pero los Ferrari estuvieron un poco peor de lo esperado”. Eso sí, intenta aprender de la parte positiva que sí aportan los del Cavallino Rampante: “Llegan carreras donde el domingo es menos importante, como Mónaco o Barcelona, así que tenemos que encontrar algo los sábados. Como tiene a lo mejor Ferrari, que siempre va muy rápido y luego el domingo desaparecen un poco”.
Alpine en el recuerdo… para mal
En los sábados más recientes, Alonso ha clasificado quinto en Baréin, tercero en Arabia Saudí, cuarto en Australia, sexto en Bakú y segundo en Miami. Su gran rendimiento en carrera ha empañado las qualy menos lúcidas y ha ensalzado las que mejor le han ido a su Aston Martin, donde Lance Stroll se está mostrando bastante efectivo como escudero del ovetense.
Su nuevo compañero, octavo en el Mundial con 27 puntos (6º, 10º, 4º, 7º y 12º), es otra vara de medir notable de cómo le ha cambiado el cuento a Alonso en cuestión de meses. Para muestra, el comentario por radio del español que no pasó desapercibido en Miami: preguntó a su equipo en qué posición iba Stroll para advertir inmediatamente después, porque lo vio en las pantallas gigantes del circuito, el “gran movimiento en la curva 1″ que acababa de protagonizar el canadiense.
Momentos de compañerismo como este y también la ayuda desinteresada a la joven promesa (24 años) en Bakú, por ejemplo, contrastan con el recuerdo que suscita Esteban Ocon a Alonso. “Son su momento”, comentó el de Oviedo con franqueza sobre los entrenamientos libres y el francés al verse estorbado por este en una de las sesiones de Miami. Y todavía no había dicho nada, a tenor de las declaraciones a Sky Sports que trascendieron después.
“Lance (Stroll) es un piloto que piensa como un compañero de equipo, como ya vimos en Bakú. El año pasado, me pasó todo lo contrario. Yo era, siempre, el primer objetivo de mi compañero, y eso, obviamente, es algo que no beneficia en absoluto al equipo”, comentó Alonso sin tapujos. Está claro que se empeña en destrozar aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor: ahora él vuelve a codearse con los grandes, estos se preguntan cómo seguir conteniéndole (en el caso de Red Bull) o qué hacer para superarle (Mercedes y Ferrari) y Ocon sigue en Alpine. Concretamente, a 69 puntos (duodécimo en el Mundial con 6: la posición como constructor de su equipo, que lleva 14) de distancia.
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