España ha sido uno de los primeros países en actuar en la gran final de Eurovisión 2023. Blanca Paloma ha sido la octava participante de la noche en subir al escenario del M&S Bank Arena de Liverpool, donde ha defendido ‘Eaea’, su propuesta para intentar conquistar el micrófono de cristal.
Tal y como se pudo ver en los ensayos, la ilicitana ha ofrecido un concepto muy similar al que le dio la victoria en el Benidorm Fest el 4 de febrero, manteniendo la esencia de los flecos rojos en honor a su yaya Carmen, inspiradora de su candidatura y de su salto a la música, así como los colores predomintantes, los juegos de luces, los tiros de cámara y el vestuario que evoca la imagen de una arquera.
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La actuación de Blanca Paloma
En los primeros segundos de canción, la silueta de Blanca Paloma ha aparecido en penumbra en primer plano mientras cantaba a capela los primeros acordes. Tras esta introducción, el plano se abre bruscamente y se ve a la artista dentro del ‘círculo de invocación’ que forman los flecos rojos en honor al mantón de su abuela. Las manos de las bailarinas atraviersan desde fuera los flecos e interactúan con la artista.
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Para el primer estribillo, Blanca y sus coristas se han encontrado en el centro del círculo mientras la cámara daba una vuelta completa desde fuera de los flecos y todo el escenario se iluminaba con luces rojas parpadeantes, dándole así el aura de catarsis que la artista quería transmitir con esta puesta en escena.
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En la parte en que la artista canta “mi niño, cuando me muera, que me entierren en la luna, y toa’ las noches te vea, toa’ las noches menos una”, aparecía arrodillada dentro de un círculo de luz blanca y mirando a cámara mientras el plano la enfocaba desde arriba en diagonal, ya que las limitaciones del escenario de Liverpool han impedido que la delegación española haya podido recrear el plano cenital de Benidorm.
Antes de llegar al segundo estribillo, Blanca y sus palmeras prosiguen con este milimetrado ritual y se van desplazando hacia la pastilla central del escenario. Con el suelo cubierto de humo y luces rojas que siguen el ritmo electrónico de la base, la cantante anda hacia el público mientras sus compañeras permanecen al fondo con enérgicos movimientos que son potenciados por una rápida sucesión de planos cortos en realización. Una vez más, la luz blanca impregna todo el conjunto cuando llega la parte que dice “lagrimitas de Nilo, noches en vela”.
Llega entonces uno de los momentos más emotivos de la actuación. Para el puente de ‘Eaea’, la representante de España ha vuelto a aparecer arrodillada, aunque añadiendo un interesante elemento de iluminación que eleva el misticismo del momento. Y es que la palma de la mano de Blanca aparece iluminada por un potente halo de luz, una escena que no fue posible realizar en Benidorm por limitaciones técnicas y que ahora suma emoción a la propuesta.
En el estribillo final, la cantante se dirige a la peana central, donde ya la esperan sus bailarinas, que siguen con el ritual. Sobre ese pedestal, la carismática arquera ha regalado a los espectadores su espectacular quejido final mientras la cámara se va acercando al escenario. Finalmente, el ya reconocido plano de su mano cerrándose de golpe mientras las luces se apagan y el escenario se queda en la más completa oscuridad por unos segundos.
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