En los últimos años el tándem formado por Nao Albet y Marcel Borràs se ha convertido en uno de los máximos agitadores de la escena teatral en nuestro país. Después de Mammón y Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, llegan al Centro Dramático Nacional con un nuevo proyecto tan original y subversivo como sus anteriores trabajos.
Se trata de Falsestuff. La muerte de las musas, en la que, entre otras muchas cosas, intentarán reflexionar en torno a la idea de originalidad y sobre qué significa el genio en el arte. Así, los autores, los directores y los actores, se encargarán de jugar en escena con los límites que hay entre el original y la copia a través de una propuesta en la que se abordan un buen número de géneros que se funden y se confunden, desde el thriller al documental, pasando por los números musicales, el metateatro e incluso el western.
Un show políglota
El escenario se convertirá en un despliegue de diversidad: nueve intérpretes de distintas nacionalidades darán vida a más de 50 personajes en ocho idiomas, inglés, chino, alemán, lituano, castellano, galés, italiano y francés. Entre los actores, los propios Nao y Marcel, junto a un crisol de rostros que ofrecen esa perspectiva global: Naby Kasebacher, Johnny Melville, Diana Sakalaustaité, Sam-Ching Wong (que también se encarga de las coreografías), Laura Weissmahr y Joe Manjón.
Este dispositivo, el reparto coral que se pone a prueba a través de distintos personajes, ya estaba presente en Atraco, paliza y muerte. En definitiva, que vuelve a ser un montaje complejo, tanto a nivel técnico como artístico.
La obra se podrá ver a partir del 12 de mayo hasta el 25 de junio en el Teatro Valle-Inclán y se trata de una nueva propuesta cuya versión inicial fue estrenada en 2018 en el Festival Grec de Barcelona. En ella los creadores continúan escarbando en algunas de las obsesiones que han ido trufando sus obras, entre ellas desentrañar la naturaleza del arte como leit motiv. Lo hacen desde su particular lenguaje, mezclando estilos, narrativas para hablar de la vida de André Fêikiêvich, un hombre dedicado a la falsificación de obras de arte perfectas y de su perseguidor, Boris Kaczynski, en su intento de desenmascararlo. ¿Podrá distinguir entre la verdad y la mentira, entre la realidad y la falsedad?
De nuevo, encontraremos algunas de las dicotomías favoritas del tándem: la reflexión sobre lo viejo y lo nuevo, lo clásico y lo contemporáneo, así como un homenaje al proceso creativo, el mundo de las máscaras, la autenticidad o el fraude.
La semilla de este nuevo espectáculo surgió, según palabras de los autores, cuando no paraban de ver en los escenarios las mismas ideas repetidas. ¿Podría haber una conspiración loca para que detrás de todo eso hubiera un complot de los propios creadores para hacer un guiño al espectador y, en el fondo, reírse de todos nosotros como si fuera una gran broma? Para ellos, la hiperconectividad global y la superproducción artística de nuestro tiempo provoca monstruos y el fin de la inspiración. “Llegados a este punto, es muy probable que el único camino que podamos recorrer sea el de la copia sin complejos, de forma descarada, renunciando al sueño de la originalidad perdida”.