Real Madrid y Manchester City lo dejan todo para la vuelta: combate nulo pero trepidante en el Bernabéu (1-1)

Vinicius en la primera parte y De Bruyne en la segunda dejan las semifinales de la Champions totalmente abiertas de cara al partido del Etihad Stadium. Hubo tiempo para admirar la calidad de la posesión ‘citizen’ y también la voracidad en el área de los blancos

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Vinicius y Bernardo Silva en
Vinicius y Bernardo Silva en acción durante el Madrid - City (REUTERS/Isabel Infantes)

Cuando dos entrenadores de la talla de Carlo Ancelotti y Pep Guardiola coinciden, no pueden estar equivocados. Su experiencia es un grado y les decía que unas semifinales de la Champions tan lustrosas como las que protagonizan Real Madrid y Manchester City olían a pólvora de antemano. Y explosiones hubo, en forma de disparos desde fuera del área primero de Vinicius y de De Bruyne después, para que se cumpliese el vaticinio lanzado desde ambos bandos: todo se decidirá en suelo inglés. Así lo demanda una eliminatoria tan descomunal, y con tintes de final anticipada, como esta (1-1).

Cuando mejor estaba el City, golpeó el Madrid. Cuando más controlada parecía la situación para los blancos, respondieron los ingleses. Combate nulo, pero en absoluto falto de vistosidad, puesto que lo tuvo todo. Por un lado, los puristas recibieron una buena dosis de empacho de balón. Por otro, los más devotos del juego directo tuvieron ración también agradecida de ocasiones, contras y efectividad. Café para todos en un duelo monótono primero y trepidante sin remedio después: no hubo término medio.

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Uno nunca sabe si lo que dice se puede volver en su contra, pero Guardiola lanzó la afirmación a pesar de todo: “Cada vez que agarra el balón, Vinicius te hunde”. Horas después de enunciarse tal sentencia, el brasileño recogió el guante del entrenador catalán. Y, como este había vaticinado sin quererlo, le hundió. Aunque sólo parcialmente. Tanto se había hablado de una primera vez en el Santiago Bernabéu que el jugador del Real Madrid se apropió del empecinamiento con el debut a su manera: un zapatazo suyo, algo atípico para un Jr. cada vez más Senior y killer de las cercanías de la portería, sirvió al Madrid para golpear primero en el 36. Al nuevo Manchester City le tocaba entonces demostrar que efectivamente era novedoso también en lo práctico y no sólo en lo teórico.

La lección de Guardiola estaba más que bien aprendida por sus pupilos. Se empeñaron en demostrarlo durante casi toda la primera mitad, que por momentos pareció un monólogo citizen. Ahí estaba, otra vez, la posesión, compañera de viaje imperecedera en el libreto de Pep, y los pitos constantes del Bernabéu cada vez que el City jugaba no podían acallarla. Tampoco un Madrid que no tenía el cuero lo suficiente como para encontrarse a sí mismo. Ya se recreaba lo suyo en su fútbol el City, con acercamientos tibios pero no exentos de suspense a la portería de Courtois.

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No quedaba otra que aguantar el chaparrón visitante, durase lo que durase. Al menos, el monstruo Haaland andaba desaparecido y contenido: apenas se pudo saber de él en su tan cacareado debut en Madrid. De Bruyne en el 8 y Rodri en el 14, con intentonas lejanas, suponían las mejores bazas de gol del City de inicio. No fue hasta más o menos pasado el cuarto de hora cuando el Madrid pareció despertar. En cuanto pudo presionar más la salida de balón y tenerlo algo en propiedad, empezó a llover menos.

Dio igual que los córners a favor del City se sucedieran. También que durmiese la pelota, por momentos, de forma abrumadora. El letargo lo mandó a paseo Benzema, de un plumazo, en el 25: sólo un corte providencial de Rúben Dias evitó el tanto del francés, a pase teledirigido de Vinicius. No tardaría en llegar su momento, al poco de producirse un parón más trascendente de lo que cabe pensar. Obra de un jugador capital para el Madrid este martes: Antonio Rüdiger.

La falta del alemán sobre su compatriota Gündogan dejó el partido en suspense unos minutos al filo de la media hora. La hidratación sentó al Madrid, por lo menos, como la poción mágica de Astérix. Los errores del City se acumularon por la cada vez mejor y mayor presión local y Camavinga por una banda y Valverde por otra empezaron a enseñar el colmillo. Fueron precisamente Camavinga y Modric (Ancelotti, perro viejo, sabía que iba a ser imprescindible en la medular) los que empezaron a fabricar el 1-0 de Vinicius en forma de misil. Como de debuts iba la cosa, el Madrid decidió inaugurar el electrónico en su primer disparo a puerta.

El 1-0 del Madrid contra
El 1-0 del Madrid contra el Manchester City (REUTERS/Isabel Infantes)

La primera parte murió con un City desbordado por el resurgir del Madrid. A más en lo ofensivo, mantuvo el buen tono en lo defensivo e incluso logró desquiciar a Grealish de la mano de Carvajal. A los de Guardiola les tocaba reaccionar antes de que fuesen los blancos quienes, aun con menos balón, se hiciesen con el dominio del encuentro.

Duelo a cañonazos

Si llegó a haber chaparrón del City en la primera mitad, lo mismo se puede decir del Madrid durante los 20 minutos iniciales de la segunda. Los de Ancelotti volvieron mucho más convencidos de los vestuarios, en busca de una mayor renta y sin que su fútbol se viese ya tan resentido. Benzema lo intentó sin éxito, como también lo hicieron de nuevo Vinicius y Rodrygo. Con más pelota, el anfitrión jugaba mejor, pero el acierto escaseaba.

Entretanto, empezaba a mostrarse más la gran amenaza del City en este partido de ida: Kevin De Bruyne. Ya había avisado en el primer tiempo, pero el segundo fue el de su consagración. Dos disparos suyos, uno en fuera de juego al límite, ya pusieron sobre aviso a Courtois. A buen seguro que también sufriría cuando Alaba tapó un chut muy peligroso de Haaland. Pero más aún cuando, por fin, llegó el gol del City.

Kevin De Bruyne celebra el
Kevin De Bruyne celebra el 1-1 del City ante el Real Madrid (REUTERS/Juan Medina)

En un momento en el que el 2-0 parecía mucho más cercano que el 1-1, aconteció lo segundo. Ni Camavinga ni Rodrygo acertaron con el balón en una zona crítica, y ya se sabe aquello de los pequeños detalles: la ocasión de devolver el golpe de Vinicius con calco incluido no podía pasarse por alto. Así, De Bruyne también marcó al más puro estilo de Espronceda: a golpe de cañón desde la lejanía.

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Era el minuto 67. A partir de ahí, el City recuperó un tanto el aire, pero fue el Madrid quien estuvo en mejor posición de romper el empate. Benzema siguió insistiendo sin premio, con un auténtico paradón de Ederson tras un remate de cabeza suyo en el 79. Al portero citizen también le trajo por la calle de la amargura Tchouaméni, ya en el 90. Pero la puntería, aparte de los golazos, se resistió. Más al conjunto merengue, que ya no pudo trasladar sus sensaciones positivas al resultado. Las tablas no desaparecieron y la porra se la llevaron los que, al final, más entienden de esto: los técnicos.

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